Río Abra Vieja (Fuente: Wikipedia)
Voy seguido al Tigre. Desde Capital Federal, hoy se llega en pocos minutos y es un paisaje que contrasta mucho con el cemento de la ciudad. Pero desde hace tiempo me preocupa la cantidad de rascacielos y barrios cerrados que se multiplican en un paisaje que, para mí, debería estar estrictamente protegido por las autoridades. ¿Cómo fue que esta apacible región relacionada con los frutos y los mimbres terminó siendo este enjambre de countries y torres deluxe?
Esta investigación de Guido Galafassi ayudó a poner mi preocupación en perspectiva histórica. Allí, el investigador define 3 etapas distintas en el proceso histórico de asentamiento, colonización y producción en el Delta del Paraná.
Terra das Carandins (¿Tierra de los Querandíes?)
Un primer periodo de ocupación criolla y europea de estas tierras (siglos XVIII y XIX), que marca el comienzo del proceso de construcción de la actual conformación regional. Sin asentamientos permanentes de importancia, estuvo basado en la extracción directa de los recursos naturales.
Las primeras referencias que se tenían del Delta pertenecían al capitán portugués Pedro Lopes de Souza, que, arribando allí el 1º de diciembre de 1531 y llamándola "Terra das Carandins", había anotado en su "Diario de Navegação": "es la más hermosa tierra y la más apacible que pueda ser. Yo traía conmigo alemanes e italianos y hombres que habían estado en la India y franceses: todos estaban espantados de la belleza de la tierra, y andábamos todos pasmados, que no nos acordábamos de volver... No se puede decir ni escribir las cosas de este río y las bondades de él y de la tierra".
El Carapachay
Hacia principios del siglo XIX, el Delta era el principal proveedor de frutales y madera para la ciudad de Buenos Aires, en donde se la utilizaba como leña. La población era mayoritariamente de origen criollo, con una distribución dispersa y en asentamientos precarios y aislados, sin un régimen claro de tenencia de la tierra.
Hacia 1860, además de leña, el Delta ya produce madera para diversos usos urbanos (muebles), y también pieles de nutria y carpincho, naranjas, duraznos y miel. Esta nueva ocupación estuvo acompañada de impulsos fuertemente simbólicos que ejerció el paisaje "salvaje" de las islas sobre ciertas personalidades de la época, como Sarmiento.
Se abre, así, un segundo período (fines del siglo XIX y principios del XX), en el que se inicia el gran proceso de transformación del medio natural, con asentamientos permanentes y el cultivo intensivo de frutales por parte de pequeñas unidades familiares.
Lo común era la práctica de una fruticultura mixta con frutales de verano e invierno. La totalidad del producto se destinaba al mercado interno, y principalmente al Gran Buenos Aires. La cosecha anual de frutales se comercializaba a través del Puerto de Tigre, llamado justamente "Puerto de Frutos".
Pero el comienzo del proceso de Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI), a principios/mediados del siglo XX, permitió el desarrollo de la actividad frutícola en otras áreas de Argentina. La expansión industrial (tecnologías de riego, fertilizantes, etc.) posibilitó la producción de cultivos en ciertos "oasis" del Interior del país, que resultaron más competitivos.
De los frutos a los mimbres
Es así que el Tigre pasa a un tercer período que se caracteriza por la producción casi exclusiva de forestales. La fruticultura familiar artesanal de décadas pasadas deja paso a la forestación planificada por pequeños productores y complementada con el cultivo del mimbre, siendo en muchos casos la actividad principal. Se trata de un cultivo de bajo grado de tecnificación, pero que necesita un alto aporte de mano de obra, cubierta por el grupo familiar completo.
El principal destino de la producción fue originalmente la fabricación de canastos para frutas; al declinar la fruticultura, el mimbre comenzó a ser absorbido paulatinamente por compradores que lo destinan a la elaboración de artículos artesanales para el consumo urbano. Salvo una pequeña cantidad, la fabricación se realiza fuera de las islas, motivo por el cual el producto primario sale de ellas sin un valor agregado. La venta se realiza principalmente en el puerto de Tigre (que, a pesar de los cambios, sigue llamándose "Puerto de Frutos").
Nor/delta
Hasta aquí, un resumen de la investigación de Galafassi. Podría agregarse una cuarta etapa que, desde mediados de los años "90 del siglo XX, se extiende hasta la actualidad. La misma se caracterizaría por el desarrollo extensivo e intensivo de nuevos "emprendimientos" inmobiliarios (principalmente complejos de torres de lujo y barrios cerrados para familias de alto poder adquisitivo) que, además de promover la concentración de la tierra en pocas manos, está poniendo en peligro de manera irreversible el paisaje y la biodiversidad de una zona que debería estar estrictamente protegida por las autoridades municipales, provinciales y nacionales.