Un Chico Afortunado: Capítulo 20.



             Alicia no tuvo tiempo de encender la luz de la habitación. La única luz que los iluminaba era la luna colándose tímidamente por la ventana. Antonio no podía separar sus labios de los de ella. Hacía tanto tiempo que deseaba la llegada de aquel momento, había llegado a creer que nunca vería cumplido su sueño. Cuando Alicia decidió marcharse a Nueva York vio alejarse junto a ella sus esperanzas de estar un día con ella, de besarla, abrazarla. Luego se enteró de su boda y con ella desapareció cualquier atisbo de esperanza, creyó perderla para siempre. Ocho años de separación, ocho años de lejanía no sirvieron para olvidarla. Conoció a otras mujeres pero nunca logró borrarla de su mente, su recuerdo estaba siempre presente. De pronto Andrés le anuncia el regreso de su hermana, su separación y él vuelve a sentir mariposas en el estómago al ver una posibilidad remota de ver hecho realidad su sueño pero ningún camino es fácil y Gonzalo se interpuso en su camino. No se resignaba a ser el tercer vértice del triángulo. Se negaba a volver a perderla sin haberla tenido, sin haber sentido sus besos, sus abrazos, de escucharle decir un te quiero y, por eso, decidió ganarse su corazón y ahora sabía que lo había logrado.



          Ahora estaba allí en aquella acogedora habitación de hotel percibiendo el aroma de su perfume, aspirando el olor del champú de su pelo mientras sus dedos se enredaban en él y creía estar viviendo un sueño. Creía estar protagonizando una novela, su propia novela. No, no era una novela. No existía ningún caprichoso narrador jugando con su destino, aquella era su historia, su propia historia de amor.Antonio la estrechó en sus brazos mientras sus labios bajaban por su cuello,llegándole más nítidamente el afrutado aroma de su perfume. Los dedos de Antonio bajaron por la espalda de ella encontrándose con la cremallera,sus dedos comenzaron a bajarla despacio, sin prisa, mientras los ojos de Alicia lo miraban fijamente. No, no lo podía negar. Estaba total y profundamente enamorada de aquel hombre, como nunca antes lo había estado, ni siquiera de su exmarido, al que la unió más la pasión por la fotografía que el amor entre ambos.

         Alicia sintió los dedos de Antonio bajar con calma pero sin pausa la cremallera de su vestido mientras sus manos iban acariciando su cálida espalda. Un incesante cosquilleo recorría su cuerpo desde los dedos de los pies a la cabeza. Era un cosquilleo agradable siempre presente cuando estaba con él, cuando lo sentía cerca, con el contacto de su piel, con el sabor de sus besos. Las manos de Antonio subieron por su espalda al terminar de bajar la cremallera parándose en las casi inexistentes mangas del vestido. Comenzó a bajarlas con cuidado, dejándolas resbalar por los brazos de Alicia hasta que el vestido terminó por caer al suelo. Alicia se descalzó y salió del caído vestido mientras le desabrochaba los botones de la camisa a Antonio. Sus dedos eran hábiles y rápidos. Terminó pronto con su misión, dejando caer la camisa sobre su vestido. 

              Antonio no podía dejar de mirarla. Sus ojos recorrían cada rincón de su cuerpo mientras los de ella recorrían el de él. Se sonrieron mutuamente al tiempo que Alicia lo empujaba sobre la cama dejándose caer sobre él. Alicia comenzó a reírse sin parar, no podía dejar de hacerlo y de pedirle Antonio que parara de hacerle cosquillas. No había podido evitarlo. Al verla sentada sobre de él recordó que Andrés le había contado que su hermana tenía muchísimas cosquillas y sin pensarlo, de manera casi inconsciente, sus dedos comenzaron a hacerle cosquillas por todas partes. Al verla reírse de aquella forma mientras intentaba escabullirse de sus manos él mismo comenzó a reírse sin poder parar.

_Para, para, por favor para_gritaba sin dejar de reírse._.Ay, dios mío, para, por favor.

_Ja ja ja, ¿estás pidiéndole a dios que pare? ¿Pero tú crees que no tiene nada mejor que ayudar a una descreída como tú?_rió Antonio sin dejar de hacerle cosquillas.

_No, pero a alguien he de encomendarme y si he de hacerme creyente y clamar al cielo lo hago_dijo entre risas._.Vas a lograr que me orine encima, para, para_repitió sin poder parar de reírse. Alicia alargó las manos hasta que logró colgarse del cuello de Antonio. Sus labios se acercaron a su oído para susurrarle_Te quiero. Acto seguido los dedos de él dejaron de hacerle cosquillas. No podía creer lo que sus oídos acababan de escuchar.

         Antonio le clavó su mirada. Dudaba entre besarla o saltar de alegría. Alicia lo observaba divertida. Sabía cómo se sentía él, ella misma notaba una corriente de adrenalina corriendo por su cuerpo por haber pronunciado aquellas dos simples palabras. Lo miró fijamente a los ojos y volvió a repetir _Te quiero.

_¿He oído bien?_preguntó Antonio mientras la estrechaba entre sus brazos._¿Lo dices en serio?

_No sólo para que pararas de hacerme cosquillas_dijo esbozando una sonrisa._.Pues, claro, mira que eres tonto.¿Quieres que lo grite por la ventana para que se entere todo el mundo?

_Vale_rió Antonio.

_No me retes.

_¡Líbreme dios de hacerlo!_bromeó Antonio._Sabes que me haces el hombre más feliz de la tierra.

_Bueno, eso es exagerar mucho pero sí lo sé.

_¿Y también sabes que yo te quiero desde hace una eternidad?

_Lo sé, ¿vamos a pasar toda la noche hablando?_preguntó Alicia irónicamente mientras sentía los labios de Antonio recorriendo su cuerpo.

                  La alarma del móvil sonaba desde la mesilla de noche. Siete de la mañana. Alicia sacó su mano de debajo de las sábanas tanteando sobre el mueble en busca del móvil. Sus dedos apagaban la alarma mientras notaba los labios de Antonio en su espalda. Volvió a dejar el móvil sobre la mesilla de noche y se giró encontrándose de lleno con la sonriente cara de Antonio.

_Buenos días, ¿has dormido bien?_preguntó él antes de besar sus labios.

_Lo poco que me has dejado sí_dijo abrazándolo.

_Ahora la culpa será mía, te recuerdo que tú me invitaste a tu habitación_bromeó.

_Sí, soy la pecadora.

_Sí, la pecadora que clamaba anoche al cielo.

_No, no, no.No vayas a empezar de nuevo_dijo al ver acercarse los dedos de Antonio a su cuerpo._Ni se te ocurra hacerme cosquillas. Además, tenemos que ponernos las pilas que hoy nos espera un largo recorrido.

             Alicia se levantó de la cama mientras Antonio no le quitaba ojo de encima. Aún no terminaba de creerse haber vivido la noche anterior. Sí, no había sido un sueño. Alicia entró en el cuarto de baño mientras Antonio recogía su ropa y se vestía.

_Alicia voy a ducharme y cambiarme de ropa. Nos vemos en media hora.

_Vale_gritó ella desde el baño.

                  ***

_Cuando estés cansada de conducir me lo dices y cambiamos_dijo Antonio.

             Llevaban todo la mañana de ruta. La primera parada la habían hecho en Arucas. Se sorprendieron por la majestuosidad de su iglesia neogótica, conocida como la Catedral de Arucas. La cámara de Alicia no paraba de trabajar mientras Antonio la fotografiaba a ella trabajando y, de vez en cuando, reivindicaba alguna foto en común que sirviera de recuerdo de aquel viaje, que ninguno olvidaría. Subieron a lo alto de la montaña para sacar fotos desde el mirador. Tras un café rápido se pusieron de nuevo en ruta rumbo a su siguiente parada, Firgas.Conocida como el balcón del atlántico por mostrar desde su privilegiado enclave la belleza y plenitud del océano,precedió a Moya. Nada más llegar al pueblo y pasar por un bar a descansar un rato preguntaron como llegar a Los Tilos de Moya. Alicia había visto algunas fotos en Internet de la reserva natural y quería fotografiar los bosques de laurisilva y tilos. A la hora de comer pararon en Valleseco. Allí disfrutaron de una estupenda comida así como de unas inmejorables vistas desde el mirador del restaurante, que les permitía tener una inmejorable vista de su siguiente parada, Teror, y de la capital de la isla.

_Nunca pensé ver este paisaje en la isla, cuando piensas en Canarias, piensas en el mar, en la playa, en la hora de menos pero no piensas en montes_dijo Antonio mientras daban un paseo agarrados de la mano por el pueblo.

_No sé lo que me encontraré en el resto de los viajes pero dudo que me impresione tanto como éste, si contar que la compañía hace mucho_comentó apretándole la mano.

_Pero, ¿no van a ser tan largos cómo éste, no?

_No, el más largo es éste. Los demás son sitios concretos. ¿Vamos al coche?

_Vamos.

_¿Conduces tú ahora?

_Bien_dijo Antonio abrazándola_. Aquí hace más fresco que en Las Palmas.

_Te lo dije_contestó antes de que la besara Antonio.

           Tras dejar el coche se encaminaron por las empedradas calles de los alrededores a la Basílica. Fotografiando cada rincón, especialmente los balcones de madera, de los que Alicia había quedado prendada desde el día anterior al verlos en Vegueta. Entraron en la basílica donde algunas personas rezaban en los primeros bancos. Antonio no pudo evitar sonreír al recordar como la noche anterior Alicia clamaba al cielo.

_Pídele que te defienda de las cosquillas_le susurró al oído mientras ella le hacía un gesto con la mirada para que no la hiciera reír._, porque te va a hacer falta toda la ayuda de los santos para huir de mis cosquillas esta noche.

_Pues dormirás en tu habitación_dijo Alicia guiñando un ojo._Hala, vamos a tomar un café que empiezo a notar el fresquito.

           Antonio la agarró de la mano y salieron juntos de la iglesia. Empezaba a oscurecer. Alicia sacó un par de fotos más y guardó la cámara en la mochila. Ambas, la cámara y ella se habían ganado un merecido descanso. Media hora más tarde regresaban al hotel. Tras el largo día necesitaban una buena ducha antes de vestirse para salir. No querían desaprovechar la noche del viernes aunque tuvieran que volver a madrugar la mañana siguiente.

_Podrías traer tus cosas a mi habitación_dijo Alicia antes de abrir la puerta.

_Podría_contestó Antonio con una amplia sonrisa.

_¿Por qué te ríes?

_Por nada.

_Eso sí, quedan prohibidas las cosquillas.

_Oooh, ya empezamos a prohibir cosas.

_Igual podríamos llamar al hotel de Tenerife y anular una de las dos habitaciones_dijo antes de que Antonio la besara._.Sí, es una buena idea.

_Bueno, yo me voy a la ducha.

_¿Me esperas y traigo mi maleta? Tengo la ropa dentro así que no tardo nada.

_Vale, te espero.No tardes o no te espero.

_Como no me esperes te atacarán mis dedos_bromeó Antonio enseñándole los dedos.

_Hala, vete ya que parecemos dos tontos delante de la puerta.

              En menos de cinco minutos Antonio estaba de regreso con sus cosas. Hora y media más tarde salían de la habitación dispuestos a disfrutar de la noche. Antes de salir pasaron por recepción para entregar la llave de la habitación de Antonio, no les iba a hacer falta.

Elva Marmed

              

      

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