La casa estaba completamente a oscuras. Aún no había amanecido. Le tocaba madrugar. Hoy salía directa a Gran Canaria. Apagó el despertador y se levantó de la cama. Notó el fresquito de la mañana nada más salir de debajo de las sábanas. Encendió la luz de la mesita de noche y se fue directa al baño. Quería darse una ducha para terminarse de despejar. _¡Ni las calles están puestas aún!_dijo de camino al baño.Lo que no podía imaginarse es que, justamente, bajo sus pies aquella sitación se repetía. Antonio comenzaba sus vacaciones. Había conseguido coger las dos semanas que le debían aún de sus vacaciones. Él también había madrugado. En realidad, apenas había pegado ojo. Estaba nervioso. Muy nervioso. Sabía que se la estaba jugando. Estaba apostando muy fuerte y no sabía si su caballo era el ganador. Sí, estos días se había topado con una Alicia desconcertada ante su actitud. Casi podía decir que era una Alicia a la espera de sus besos. Una Alicia que parecía ir decantándose por él pero no estaba del todo seguro.
Había pasado bastante tiempo con ella. La disculpa de salir juntos a correr le había ofrecido la oportunidad de alargar las horas con ella, cenar juntos, ver la tele juntos. Él cada día tenía más necesidad de estar con ella y ella parecía estar más cómoda con él. _Pero ¿y si sólo me ve como a un amigo, un buen amigo? Antonio, igual has sido osado con este plan_ dijo mientras sentía caer la cálida agua de la ducha. _A lo hecho pecho, colega, ahora ya no es hora de arrepentimientos. En breve sabrás si has metido la pata.
A las siete y media Andrés aparcaba el coche justo delante de la puerta. Había tenido suerte y justo al entrar en la calle salía un coche. Un vecino madrugador le había regalado ese lujazo de aparcamiento. Envió mensaje a su hermana y a Antonio avisándoles que estaba abajo. Antonio fue el primero en aparecer. Andrés no pudo evitar reirse al ver a su amigo que estaba hecho un flan. Abrió el maletero para ir acomodando la maleta.
_¿Nervioso por el vuelo?_bromeó Andrés.
_Bien sabes que no.
_Ya imaginaba_dijo sin poder evitar la risa floja.
_¿Te ries de mí?
_Nooo, ¡qué va! Me rio contigo.
_¡Serás capullo!_dijo riendo Antonio.
Antonio notó que el corazón se le paralizaba al ver a una sonriente Alicia en la puerta arrastrando su trolley y cargada con una mochila en la que intuía guardaba su equipo de fotografía, además de un maxibolso. ¿Qué demonios llevarán las mujeres en el bolso? pensó mientras ella se acercaba.
_Buenos días, ¿a dónde vas tan temprano?_le preguntó Alicia mientras le daba un par de besos._¡Y en vaqueros! ¿Han cambiado el traje y chaqueta por vaqueros y cazadora en el despacho? Así me gustas más, que lo sepas_bromeó sin imaginarse nada de nada.
_No, no voy a la oficina_comentó Antonio bajo la atenta mirada de Andrés que no quitaba ojo mientras guardaba el equipaje de su hermana._Estoy de vacaciones.
_Pues sí que madrugas para estar de vacaciones, con lo bien que se está en la cama a estas horas y más hoy con este fresquito.
_Ya,pero es que me voy unos días de viaje.
_¡No me habías dicho nada!¡Qué calladito te lo tenías! De haberlo sabido te hubiese dicho que me acompañaras_dijo una inocente Alicia mientras su hermano casi no se pillaba los dedos con la puerta del maletero por no querer perderse la conversación.
_¿Te gustaría que fuese contigo?_preguntó Antonio notando sus pulsaciones acelerarse por momentos.
_Claro, siempre es mejor viajar en buena compañía.
_Cierra los ojos.
_¿Qué?_preguntó Alicia sin entender nada.
_Cierra los ojos un momento_comentó Antonio sacando su reserva de vuelo.
Alicia sintió las frías manos de Antonio coger las suyas. Tenía ganas de abrir los ojos pero era obediente. Notó una punzada en el estómago. Un revoloteo de mariposas comezaron a adueñarse de su estómago. Deseaba que la sorprendiera con un beso, hacía días que tenía unos enormes deseos de besarlo pero desde su apasionado beso en el parque, mientras paseaban a Rubens, no había habido ningún acercamiento entre ellos. Alicia notó que Antonio le dejaba algo en las manos. ¿Qué estaba pasando? Notaba la mirada de Antonio incluso la de su hermano.
_Ya puedes abrir los ojos_dijo Antonio.
_¿Qué es esto?
_Míralo. Ya sabes que tus deseos son órdenes para mí.
Alicia miró la documentación. Era una reserva de vuelo. Era un viaje a Gran Canaria. De pronto su cerebro comenzó a atar cabos. La comida con su hermano. Su interrogatorio sobre vuelos, hoteles, coches. ¡La había engañado y bien engañado! ¡No se había dado cuenta de nada! No pudo evitar la risa.
_Sois unos cabritos, especialmente tú Andrés que me mentiste. ¿De verdad te vienes?
_Sí_ contestó Antonio mirándola fijamente a los ojos._¿Te molesta?
_Para nada, me encanta. Pero, sabes que voy a trabajar, ¿verdad? Y que te voy a tener de un lado para el otro. ¿Te vienes también a Tenerife?
Antonio asintió moviendo la cabeza. Comenzaba a respirar tranquilo. Su corazón comenzaba a relajarse. No se había equivocado. Ahora sólo faltaba lograr no sólo pasar esos días juntos sino lograr un acercamiento.
_Tortolitos nos vamos que los dejo en Barajas y me he de ir al trabajo_dijo Andrés subiéndose al coche.
El rostro de Alicia mostraba una bonita y sincera sonrisa. Sí, no podía negar que aquella sorpresa le había gustado. Antonio la había sorprendido gratamente. Estaba emocionada. Emocionada por el viaje, por el inicio de su nuevo trabajo, por ir a conocer sitios nuevos y por conocerlos al lado de Antonio. Sí, no se le ocurría nadie mejor con quien compartir aquel viaje. Vio los ojos de Andrés obsevándola por el retrovisor. Ella le enseñó la lengua. Sus miradas se comunicaron sin necesidad de las palabras, tal y como siempre lo habían hecho. Andrés los dejó en la puerta de la terminal. Los ayudó a sacar las maletas y tras abrazar a su amigo del alma se abrazó a su hermana.
_No lo hagas sufrir mucho_le susurró al oído.
_Te lo prometo_contestó y le dio un par de besos.
Andrés subió al coche. Antes de arrancar los vio acercarse a la puerta. Antes de atravesar la puerta de cristal Antonio y Alicia se giraron para despedirse de Andrés.Lo vieron alejarse y entraron en la terminal. Ambos sintieron un cosquilleo apoderarse de ellos. Se sonrieron tímidamente y caminaron hasta el mostrador asignado, donde comenzaba su camino...
Elva Marmed