¿Qué son tres días? Frente a nada mucho pero tres días no es nada. Se pasan sin darte cuenta. Más aun cuando estás disfrutando de cada hora, de cada minuto, de cada segundo. Tres días son como una minúscula isla en medio de la inmensidad del océano. Nada no es nada en un calendario. Ni siquiera es media semana. Tres días te dejan un buen sabor de boca pero también te dejan con ganas de más. Así, con ganas de más se sentían Roberto y Raquel sentados en una cafetería del aeropuerto. No tenían ganas de hablar. Estaban callados, cogidos de la mano. Uno junto al otro mirando la larga cola frente a la puerta de control.
?Me tengo que ir. ?dijo en baja voz Raquel, como si diciéndolo bajito no fuera real.
?¿Ya? ?Preguntó apretándole la mano.
?En menos de tres cuartos de hora embarco.
?El tiempo pasa demasiado rápido.
?Sí, sobre todo cuando estás a gusto. ?dijo antes de dejarle un beso.
?Vamos, te acompaño a la cola.
?Vale.
La cola iba rápido. Le tocó el turno antes de lo que esperaba. Ni el control de pasajeros les daba una tregua. Todo parecía haberse confabulado en su contra. Raquel dejó pasar a un par de personas para poder despedirse nuevamente de Roberto.
?Avísame cuando llegues.
?Lo haré.
?¿Me escribirás?
?Sabes que sí.
?Te voy a echar de menos.
?Y yo a ti. ?Terminó por decir antes de volver a besarlo antes de pasar por el arco de seguridad.
No se giró. Roberto lo sabía. Aquella ya era su tercera despedida. Sabía que ella seguiría su camino sin mirar atrás mientras él la observaba alejarse de él. Aquella sensación comenzaba a ser habitual. Sus vidas eran como dar un viaje en la montaña rusa: subes y subes lentamente, así pasan los días en la lejanía, hasta llegar a la cumbre y de pronto bajas rápidamente, como la despedida que llega en un abrir y cerrar de ojos. Juntos estaban un visto y no visto. Tras la separación llegaban las ansias por volver a verse, las dudas por no tener claro qué estaban haciendo. ¿Cómo acabará esto?, se preguntaba Roberto mientras caminaba en busca del coche. ¿Podremos estar juntos alguna vez más de tres días seguidos? ¿Podremos tener una relación normal? Eran muchas las preguntas para las que no tenía respuestas.
****
De: Roberto López.
A: Raquel Suárez.
Madrid, 24 de abril de 2011
Sé que estás en pleno vuelo pero ya te echaba de menos y me he dado cuenta de algo. En breve tengo día de fiesta. ¿Si te digo de pasar en Londres desde el próximo viernes tarde hasta el lunes por la noche que me dices?
Besitos
Roberto
De: Raquel Suárez
A: Roberto López
Londres, 24 de abril de 2011.
¡Síííí! Mil veces SÍ.
Besos
Raquel
De: Raquel Suárez.
A: Roberto López
Londres, 24 de abril de 2011.
Por cierto, ya estoy en casa, je je je.
Besitos
Raquel
Nada más ver los avisos de la llegada de los correos Roberto se lanzó a por la bandeja de entrada. Una sonrisa de oreja a oreja salió a relucir nada más ver sus contestaciones. Él, por su parte, no había esperado a saber la respuesta.
De: Roberto López
A: Raquel Suárez
Madrid, 24 de abril de 2011.
Hola, Preciosa,
Menos mal que tu respuesta ha sido afirmativo. No pude esperar tu respuesta ni aguantar el impulso y compré los billetes de ida y vuelta. El viernes a las seis de la tarde estaré ahí.
Besitos en el cuello
Roberto
De: Raquel Suárez
A: Roberto López
Londres, 24 de abril de 2011.
¡Me alegra que sea así! Tontito, yo no podré ir a buscarte porque no me da tiempo de salir de clase e ir al aeropuerto. Dulces sueños.
Me encantan tus besos en el cuello.
Muack
Raquel
De: Roberto López
A: Raquel Suárez
Madrid, 24 de abril de 2011
Me encanta que te encanten porque tengo muchos guardados. Que descanses. Estos correos empiezan a ser peligrosamente adictivos.
Más besos (donde quieras)
Raquel esperaba ansiosa la llegada de un nuevo correo. Nada más ver su llegada lo leyó, estaba tentada a contestar pero sabía que si lo hacía llegaría otro y otro. Aquello era peor que las pipas, empiezas una después otra y de pronto no puedes parar. Apagó el ordenador. Necesitaba una buena ducha antes de meterse en la cama. Mañana había que trabajar.
****
A pesar del nerviosismo por la pronta visita de Roberto la semana se le pasó rápida. El lunes llegó sin apenas darse cuenta. Tenía todo preparado para la inminente llegada de Roberto. En menos de una hora estaría esperándolo en la estación de metro. Se asomó a la ventana estaba cayendo una ligera lluvia. Se puso la chaqueta y volvió a mirarse por enésima vez en el espejo. La casa se le hacía pequeña, en realidad, era pequeña. Vivía en buena zona pero sólo había podido permitirse un pequeño loft. Un gran biombo de madera de pino dividía el salón-cocina-comedor de su dormitorio. Ella no necesitaba más. ¿Para qué?
Raquel se perfumó y tras sonreírle a su reflejo en el espejo cogió el bolso y salió a la calle. Esperaría la llegada de Roberto tomándose un café. A paso acelerado salió rumbo al Starbucks, le quedaba al lado de la estación.
? Raquel, Raquel.
Raquel se giró al escuchar su nombre. No reconocía la voz. Nada más darse la vuelta vio a Fran, que la saludaba desde la esquina.
?Hola, Fran, perdona no te había visto.
?Imagino, has pasado como una exhalación. ¿Va a apagar un incendio? ?Bromeó acercándose y dándole un par de besos.
?Je je, no un incendio no. ?dijo mientras pensaba que igual el incendio lo apagaría luego, metafóricamente hablando. Sonrojándose con la simple idea. ?No, éste es mi paso habitual.
?Si no llevas prisa te invito a un café, ¿te apetece?
? Bueno, iba al Starbucks a tomarme uno mientras esperaba.
?¿Esperar? ¿Novio?
?No, exactamente. Un amigo que viene de España.
?¿Te puedo acompañar entonces?
?Sí, ¿por qué no? Pero, ha de ser rapidito.
?¿Rapidito, el qué?
Raquel notó que un color le iba y le venía con la ambigüedad de las palabras de Fran.
?Es una broma, mujer. ¿Vamos?
?Sí, vamos. ?respondió echándole un vistazo al móvil por si tenía algún mensaje nuevo.
Fran era agradable. Pasaron un buen rato disfrutando del café mientras Raquel esperaba el aviso de llegada de Roberto. Media hora de agradable charla le hizo olvidarse de sus nervios. Nervios que regresaron nada más escuchar el sonido del móvil:
Estoy llegando, la próxima parada es la tuya.
Te espero en la puerta.
?¿Tu amigo? ?Preguntó con cierto tono irónico Fran.
?Sí, ya está al caer. ?contestó levantándose. ?¿Te quedas? ?Preguntó al tiempo que Fran se levantaba para salir junto con ella.
?Ha sido un placer este ratito contigo. A ver si nos vemos otro día. ¿Esta noche vas a la cena a casa de Valerie y David?
?No, hoy no voy.
?Bueno, que tengas buen fin de semana. Podríamos quedar la próxima semana a tomar café.
?Sí, cuando quieras. ?respondió parándose junto a la boca del metro. ?Me quedo aquí.
?Lo dicho, un placer, este rato contigo. Ya nos vemos otro día. Te echaremos en falta esta noche. ?contestó.
Raquel sólo tenía ojos ya para Roberto que subía las escaleras sonriente.
?Hasta luego, Fran, gracias por el café.
?Bye. ?Se despidió fijándose en Roberto y pensando que para ser amigos eran demasiado cariñosos en su saludo.
?Hola, preciosa, ¿te he pillado despidiéndote del otro? ?Bromeó antes de besarla.
?Ja ja ja, sí, me has pillado infraganti, ¿qué tal el viaje?
?Bien. ?contestó volviéndola a besar.
?¿Vamos?
?Cuando quieras.
****
Era verdaderamente agradable despertar junto a la calidez de otro cuerpo. Roberto abrió los ojos. No estaba acostumbrado a tener tanta claridad por la mañana. Raquel no tenía persianas en su dormitorio y la luz del sol entraba a través de las claras cortinas sin respetar que ellos apenas habían dormido. Roberto acarició con cuidado el revoloteado pelo de Raquel, colocándole un mechón detrás de la oreja para poder verle la cara. Le gustaba aquella chica. Tan pocas horas habían pasado juntos y, sin embargo, conocía tanto de ella. ¿Cómo era posible una conexión como la existente entre ellos? Acercó su cara a la de ella aspirando el aroma de su pelo. Besó con cuidado su hombro izquierdo no quería despertarla. Le gustaba contemplarla dormir. Emanaba tanta paz y tranquilidad, eso era curioso porque despierta era un puro torbellino.
?Morning?dijo Raquel al sentir los brazos de Roberto abrazándola.
?Buenos días, preciosa. ?contestó acercándose a sus labios para besarla.
?¿Qué haces despierto tan temprano?
?La luz, no estoy acostumbrado a dormir con tanta claridad.
?A mí me pasaba lo mismo al principio hasta que me acostumbré.
? No sé si yo me podría acostumbrar, a lo que sí podría es a despertar a tu lado. ?comentó mientras Raquel le regalaba una sincera sonrisa.
?Bueno, tengo poco espacio pero los dos nos podemos arreglar. Por la luz no hay problema, tengo guardado el antifaz que usaba al principio.
?Ojalá pudiera, ojalá fuera tan fácil.
?¿El qué?
?Quedarme contigo. También podrías venirte tú a Madrid, yo sí tengo persianas.
?Ya.
?¿No te tiento? ?Preguntó abrazándola mientras le besaba el cuello.
?Esto es jugar con trampas.
?No, no es trampa, esto es lo que tendrías al despertar.
?Te advierto que soy un hueso duro de roer.
?Uhm, veremos??dijo sin dejar de besarla y acariciarla.
?¿Tú quieres ver Londres? Así no vamos a ir muy lejos.
?Tú misma dijiste que es temprano y a Londres que le den, yo he venido a verte a ti.
?¿A verme? ?Rio Raquel. ?Curiosa manera de ver a la gente. ?Tendré que darles este nuevo significado de ?ver? a mis alumnos.
?Sí, pero sin entrar en detalles no vaya a ser que intenten reemplazarme.
?Ja ja ja, no. Me metería en un grave problema si eso ocurriera.
?Uhm, entonces tendrías que huir de los padres y la justicia inglesa. Serías una prófuga. Uauh, mola.
?Ja ja ja, ¡estás como una cabra! ¿Ahora te gustan las prófugas? Ja ja ja, eres un caso perdido, te aprovechas de las pobres chicas indefensas, que se quedan encerradas en los ascensores.
Roberto no pudo contener la risa al escuchar a Raquel.
?No, no te rías es verdad. Y ahora quieres que me convierta en una prófuga porque, porque?
?¿Te has quedado sin saber qué decir pobre chica indefensa? ?Terminó diciendo enfatizando las tres últimas palabras. ?Indefensa es la última palabra con la que yo te describiría, preciosa. En realidad, lo que quiero es tenerte por Madrid.
?Sabes que eso ahora mismo no puede ser. ?dijo entre beso y beso.
?Lo sé pero no por eso no va a ser algo que desee y se acabó ya de tanta charla. ?comentó antes de fundirse en un largo beso.
?Si me lo pides así? no me puedo negar.
?Pues, cállate. ?Rio mientras sus labios bajaban por su cuello.
****
Tumbados boca abajo en la cama no dejaban de contemplarse mientras sus manos se buscaban y sus dedos jugaban a entrelazarse. Raquel sonrió y acto seguido se tumbó sobre la espalda de Roberto abrazándose a su cuello.
?Creo que me voy a quedar así.
?Pues, voy a tener un serio problema.
?¿Acaso me estás diciendo que peso?
?No, no es eso, aunque si vas a estar de fijo terminarás por pesarme. Me refería a ver cómo me pongo la chaqueta para ir a trabajar. ?Bromeó.
?Pues, piensa.
?Mejor piensa tú. Tú eres la escritora. ¿Por cierto, cómo va esa novela? ¿Vas a dejar que la lea?
?Va, aunque este fin de semana poco voy a trabajar en ella.
?Uhm, mea culpa. ?dijo estirando las manos y haciéndole cosquillas en los costados.
?No, eso no vale. Eso es trampa. Vale, vale, me quito. Tú ganas. ?dijo dejándose caer sobre la cama a su lado.
?¿Me la vas a dejar leer?
?No. No me mires así. No te la dejaré leer hasta que no esté terminada. Prometo enviarte archivo.
?Mejor me la llevas.
?Veremos. Bueno, creo que es hora de empezar a levantarnos, ¿no crees?
?Yo estoy muy a gusto.
?Y yo, pero también estaría bien salir a tomar el aire, ¿no?
?Bueno, vale. Me sacrificaré por la chica indefensa. ?respondió con sorna.
?¡Mira que eres tonto!
?No lo soy, lo estoy.
Elva Marmed