Diferentes. Así de fácil. Sin duda alguna. Sí, de tener que comparar los besos de Roberto con los de Fran los definiría así. Eran diferentes. Ambos sabían besar bien pero, como en todo, eran distintos. De no haberse cruzado Roberto en su vida Fran sería perfecto, inigualable pero esa no era la realidad. Roberto había entrado en su vida antes que Fran y algo innato en el ser humano es el comparar. No había uno mejor que el otro. No, no era así. Sólo eran diferentes. Diferencia que sabía encontraría en Fran y en cualquier otro hombre. Roberto siempre sería alguien especial en su vida.
¡Y tan especial! ¿Cuánto tiempo real habían pasado juntos? ¿Un mes? Dudaba que sumando los días pasados físicamente juntos llegara al mes pero las sensaciones vividas a su lado iban a ser imposible de igualar.
No, no quería decir con esto que no pudiera volver a enamorarse pero no sería igual. Aquella conexión presente entre Roberto y ella era imposible, dejémoslo en improbable por aquello de que no hay nada imposible en esta vida, de repetir.
Raquel no podía negar que sabía lo que pasaría de aceptar la invitación de Fran. En los últimos meses habían pasado muchas horas juntos. Él había sido su paño de lágrimas. Su hombro amigo. Su refugio. Su bastón. Su apoyo. Sí, Fran había estado a su lado haciéndose cada vez más necesario e imprescindible. Su conducta había sido intachable. Otro en su lugar hubiese aprovechado su vulnerabilidad pero Fran no. Fran se había comportado como un auténtico amigo, sólo un amigo hasta este momento.
(Esto que cuento lo sabemos nosotros. Sí, sí, nosotros. Sí, sí, hablo de ti y de mí. Yo lo sé de primerísima mano y aquí estoy escribe que te escribe para contártelo. Tú, queridísimo lector lo sabes porque te lo estoy contando. Bueno, conoces aquello que yo, malvada narradora de historias, quiero que sepas. Y sabes más de lo que crees. Sí, sí, sí. Conoces más detalles de la vida de Raquel, Roberto y Fran que ellos mismos. ¿Acaso no sabes desde las primeras líneas de la historia que Roberto y Raquel no están juntos? ¿Acaso no sabes desde ese primer capítulo que llevaban dos años sin verse? ¿Acaso no sabías también que Raquel y Fran se casaban?
Uhm? no soy yo la única malvada, ja ja ja. Todos, de una manera u otra, lo somos ya que conocemos parte de una historia desconocida aún para sus protagonistas pero en este juego de malvados me llevo la palma por estar jugando con ellos, ja ja ja? Bueno, ya está bien de tanta charla. Regresemos a Peñíscola, al castillo del Papá Luna y focalicemos la imagen en Raquel y Fran. Sssshhh, ellos no lo saben pero están a un tris de? ¡Me callo!)
Parecía otra. Raquel no tenía nada que ver con la Raquel recién llegada de Londres. Lucía un bonito y saludable bronceado que hacía innecesario el uso de maquillajes, correctores de ojeras y de cualquier otro producto de belleza. Las comidas de su madre le habían hecho recuperar un par de kilos. Valencia le había venido bien. Su mediterráneo le había sentado de fábula y allí seguía disfrutando de él. Disfrutando de aquella brisa ensalitrada, de aquel mar, de aquella pequeña ciudad castellonense con aquellas vistas inigualables sobre su mar.
?Así que éste es el célebre castillo del Papa Luna?dijo Fran al llegar a lo alto del peñón presidido por el castillo.
?Sí. ¿Sabes que junto al Vaticano y el Palacio de los Papas de Aviñón comparte el privilegio de haber sido Sede Pontificia? Fue construido por los Templarios a imagen y semejanza de los castillos de Tierra Santa.
?No, he de reconocer que no tenía idea de que fuera una de las únicas tres Sedes Pontificias?comentó mientras la miraba fijamente a los ojos. ?.Tiene una vista impresionante.
?Sí, las vistas desde aquí son impresionantes.
?Para unos más que para otras?señaló bajándose las gafas de sol para dedicarle un guiño.
?Ja ja ja, gracias.
?Las que tú tienes, ni más ni menos?observó acercándose a ella.
(Oh, oh? si justo ahora llega el momento. Raquel y Fran en lo alto del castillo con el mediterráneo a sus pies. Uhm? iba a decir que era un marco increíble para un beso pero seamos sinceros. ¿Hay algún lugar que no lo sea si estás enamorado de alguien? No, no lo creo si estás enamorado hasta el Bernabéu te puede parecer el lugar más romántico del mundo siendo Culé, ja ja ja. ¿O un Colchonero huiría de la Diosa Cibeles para que esa persona con la que tanto ha soñado le diera un beso?
¿Qué demonios hago yo hablando de fútbol? Centrémonos. Raquel y Fran en Peñíscola, el castillo, el Papa Luna y? y, ¿dónde está Roberto? Pues, ahora mismo y siguiendo con comparaciones futbolísticas va a recibir un gol por la escuadra. Me callo. Volvamos al castillo?)
Rápido. Raudo. Sí, su movimiento había sido veloz. Raquel se vio arrinconada junto al muro. Fran acariciaba suavemente su cara acercando la de él. Estaba nervioso. Sabía que no las tenía todas con él. La sombra de Roberto seguía estando presente pero ya no podía aguantar más y quería pensar que Raquel comenzaba a sentir algo por él. ¿Acaso no estaba allí con él? ¿Acaso no pasarían sus últimos días de vacaciones juntos? ¿Y si sólo me quiere como amigo?, pensaba mientras sus dedos bajaban por el bronceado cuello de Raquel y sus labios se acercaban a los de ella.
No, no me ha rechazado. Bien, Fran. Bueno, igual la he pillado por sorpresa y no le he dado tiempo a reaccionar. Su mente no dejaba de divagar mientras sus labios se separaban. Se miraron. No podía ver los ojos de Raquel, las Ray-ban le impedían ver aquellos ojos que tanto le gustaban. Fran sorprendió a Raquel quitándole las gafas.
?Me gustan tus ojos y necesito ver qué dicen?murmuró mientras volvía a besarla.
No. Esta vez no le hizo falta mirarla a los ojos. Esta vez ya no la había pillado desprevenida. No, allí había algo más que unos labios besándose. Aquel beso le estaba alegrando la vida. La espera empezaba a dar sus frutos. Raquel le devolvía el beso. Aquel no era un simple beso. No. Aquel era un beso de verdad. Auténtico. Pasional. No estaba seguro si además de pasión había sentimientos en él pero si no ya llegarían, por el momento, él los derrochaba por los dos.
(Ha llegado el momento de saber dónde se encuentra el tercer vértice de este triángulo. Eso sí, recuerden, esté donde esté ya no hay vuelta atrás. Él eligió y los arrepentimientos la gran mayoría de las veces no sirven para nada. Así que le toca apechugar con su decisión.
Poco más de dos años le va a tocar esperar para ese encuentro en la librería pero, por el momento, perderá a Raquel, al menos durante los próximos setecientos treinta días. Eh, no sientas pena. Ni una lágrima por su tristeza, de los errores se aprende. Sin contar que tú y yo sabemos que al final del capítulo cinco entraba en un portal. ¡Me callo! ¡Me centro en la historia! Veamos donde está Roberto.)
Cerca. Muy cerca de aquella escena se encontraba Roberto. Un Roberto completamente ajeno a todo lo que estaba sucediendo. Un Roberto que intentaba disfrutar de sus últimos días de vacaciones. Vacaciones bien distintas a la planeada meses atrás. Ahí estaba tumbado en la playa. Playa que creyó lo bastante lejana a Raquel. ¿Quién le iba a decir que allí mismo estaba ella disfrutando de un nuevo comienzo?
(Sí, lo sé, la bruja de Blancanieves una santa a mi lado, ja ja ja. Lo siento, pero es que yo de santa no tengo nada, ja ja ja, ni el nombre, ja ja ja? ¡culpa de mis padres! Ja ja ja?¿Y de bruja? Bueno, no he logrado que mi escoba vuele, ja ja ja. ¡El día que lo logre será la leche! Y entonces ¡cuidado! Porque hoy es la historia de Roberto, Raquel y Fran pero mañana puede ser la tuya o la tuya porque con mi escoba podré llegar a cualquier parte, ja ja ja.¡Me callo! Regresemos a Peñíscola, que vale, es pequeña pero igual no se encuentran? Igual no soy tan malvada-malvadosa. Ja ja ja? uff el cielo se acaba de oscurecer con mis carcajadas. Voy a por la escoba a ver? Vale, vale, esperaré a terminar el capítulo.)
Fran notó como se le erizaba la piel al sentir los brazos de Raquel rodeando su cuello. Sí, estaba en una auténtica nube.
?¿De verdad ha ocurrido esto? ¿No estoy soñando? ?le susurró al oído antes de volver a besarla. ?Me voy a acordar del Papá Luna y su castillo toda la vida.?bromeó? ¡Gracias, Papa Luna! ?gritó a los cuatro vientos.
Raquel no podía contener la risa. Fran la volvió a besar una y otra vez. No podía dejar de hacerlo. Tanto había deseado hacerlo en los últimos meses que ahora ya no podía contenerse.
?¿Y si nos dejamos de visitas culturales y bajamos a la playa? Hace una eternidad que no disfruto del mar.
?Por mí perfecto.
?Pellízcame, Raquel.
?¿Qué?
?Necesito estar seguro que estoy despierto.
?Pues, claro que estás aquí?dijo acercándose y besándolo.
Fran entrelazó sus dedos a los de Raquel, como tantas veces había soñado, y se encaminaron por las callejuelas del peñón rumbo a la playa. La playa estaba llena de turistas disfrutando del final de las vacaciones. Bajaron a la arena. Sorteando sombrillas, toallas, hamacas, niños correteando de un lado a otro. Caminaron un buen rato hasta encontrar un claro en medio de aquella maraña de coloridas toallas.
Roberto se frotó los ojos. No, no puede ser cierto. Joder, Roberto, mira que tienes puntería eligiendo playa. Si es que eres gilipollas, con la inmensa costa que tiene España tú te vienes a la Comunidad Valenciana. Joder, viniste a Castellón por no ir a Valencia. ¿Si tú te vienes desde Madrid por qué no iba a venir ella desde Valencia? Roberto no podía apartar los ojos de Raquel. Allí estaba a unos pocos metros de distancia quitándose aquel vestido de tirantes azul turquesa.
(Ejem? va a ser que sí soy malvada-malvadosa?)
Te has quedado en los huesos, Raquel, pero ese color de piel te queda muy bien. En silencio. En un auténtico y escalofriante silencio sepulcral se quedaron sus pensamientos al ver a Fran agarrándola por la cintura y besarla. No podía apartar la vista. Estaba paralizado. Quería levantarse, correr hacia ellos y apartarlos pero su cuerpo no le respondía. Roberto, ¿qué has hecho? Tú y sólo tú tienes la culpa de esto. ¿Creías que se quedaría en casa llorando y esperándote? Sintió un pinchazo en el estómago.
El bullicio de la playa le taladraba el cerebro. Las voces de la gente se le agolpaban, por el contrario, no veía a nadie más que a Raquel y Fran. El resto había desaparecido de su campo de visión. La playa estaba desierta para sus ojos. Sólo estaban ellos tres y no en la combinación que a él le hubiese gustado. No puedo quedarme aquí terminaran viéndome y no quiero tener que saludarlos. Sólo me faltaba eso. ¿Y si Raquel me ve y se da cuenta que es conmigo con quien quiere estar? ¿Te estás oyendo Roberto? Tú fuiste quien la dejó. Déjala ser feliz. Ella se lo merece. Y Fran? viven en la misma ciudad.
Se caló la gorra hasta los ojos. Quería pasar desapercibido. Se vistió en un segundo. Recogió su toalla viéndolos acercarse al agua. Raquel, si supieras que no he dejado de quererte?
?Ahora vuelvo, voy a dejar las gafas.
Raquel regresó a donde habían dejado sus cosas. Se quitó las gafas de sol y las metió en su capazo. Se quedó mirando a un grupo de niños, que bajaban en tropel al grito de ¡Al agua patos!, justo entonces le pareció verlo. No, no puede ser Roberto, ¿qué va a estar Roberto aquí? ¡Y solo!
Roberto se giró. Algo le decía que volviera a mirar. Raquel ya había dado media vuelta de regreso a la orilla. Nada más llegar Fran tiró de ella para besarla. Tenía la mirada clavada en ellos. Le dolía ver aquel beso pero no podía apartar los ojos de ellos. Dio un par de pasos hacia la orilla. Raquel reía casi podía percibir sus risas. Se detuvo. Merece ser feliz. Yo no voy a dejar Madrid y ella sigue viviendo en Londres.
* * * * *
Aquel ascensor le traía a la mente el día que Roberto y ella se habían conocido. Le parecía lejano pero sólo seis meses la separaban de aquel día. Demasiadas vivencias, indescriptibles sensaciones y sentimientos era lo que hacía esa falsa impresión temporal. Las puertas se abrieron en el séptimo piso. Justo el piso de debajo de la editorial, donde acababa de conocer a su agente. Aún estaba alucinada por el rumbo que estaba tomando su carrera literaria, en la editorial estaban encantados con lo leído hasta ahora y más lo estaba ella viendo como comenzaba a ver su sueño hecho realidad.
Nada más abrirse las puertas entró una pareja. La cara de la chica le sonaba pero no sabía de qué. La chica parecía intentar recordar aquel rostro conocido. Uff, es Sofía, la hermana de Roberto, recordó.
Un sonriente Fran la esperaba en el vestíbulo. Sofía seguía dándole vueltas a la cabeza hasta recordar quién era.
?¡Raquel! ¡Es Raquel! Pedro, adelántate ahora voy yo.
Sofía giró sobres sus pasos. Quería hablar con Raquel. Sí, necesitaba decirle lo imbécil que había sido su hermano. Necesitaba contarle que Roberto estaba enamorado de ella. Nada más girarse sus ojos se toparon con Fran besando a Raquel haciéndola parar en seco. Raquel y Fran siguieron su camino. Las miradas de Raquel y Sofía se cruzaron. Sabe quién soy. Estoy segura que me ha reconocido. Bueno, Roberto creo que te vas a enterar que estoy con Fran. Tampoco era un secreto. No estoy haciendo nada malo, cavilaba mientras caminaban rumbo al coche.
Sofía dudaba si contarle a su hermano lo que había visto. No sabía si era mejor contarle la verdad o hacerle partícipe de ella. Llamó a David, últimamente pasaban mucho tiempo juntos. Ambos eran de la misma opinión: Roberto debía saber la verdad.
?¿Y bien, a qué se debe esta salida? ¿Os habéis decidido por fin a decirme que estáis saliendo juntos? ?bromeó Roberto.
?¿Qué? No, nada de eso.
?Hermanita, no soy tonto. ¿Crees que no me he dado cuenta? ?sostuvo Roberto.
?No, no es de eso de lo que queremos hablar contigo. ?Era David quien hablaba sin poder evitar una sonrisa.
?Ajá, sois unos cabrones. ¿Por qué no me habíais dicho nada?
?A ver, Roberto. Dejemos eso a un lado. Muy bien, David y yo? bueno, ya lo sabes y si no te habíamos dicho es porque vas como alma en pena desde tu estúpida decisión.
?¿Entonces? ¿Cuál es el misterio? ¿Voy a ser tío?
?¡Noooooooooo! ?gritó David.
?Hoy me he incorporado al trabajo?observó Sofía. ?, cuando salía me encontré con una chica en el ascensor. Me sonaba mucho su cara pero no sabía de qué.
?Ya ?Roberto imaginaba de quién le hablaba su hermana. Su sonrisa desapareció.
?Tardé en acordarme de qué la conocía. Sólo coincidí con ella unos minutos. Creo que a ella le costó menos reconocerme. Lógico sabía que trabajo en ese edificio. Allí os conocisteis.
?Dime que no has hecho ninguna tontería?casi imploró Roberto.
?¿Tontería? ¿Hacer una tontería es revelarle tus sentimientos? Eso es lo que iba a hacer pero no estaba sola.
?Lo sé.
?¿Cómo que lo sabes? ?preguntaron al unísono Sofía y David.
?Está con Fran. Los vi la semana pasada en Peñíscola.
?¿Qué? ¿Y por qué no me habías dicho nada? ?manifestó David.
?¿Para qué?
?Hermanito, estás imbécil. No te entiendo. ¿Y te quedas tan tranquilo?
?¿Qué quieres que haga? Sería injusto meterme por medio. Yo la alejé de mí y yo mismo le dije a Fran que la cuidase.
?Pero, ¿no vas a hacer nada?
?Sofía, ¿qué quieres que haga? Sí, pensé en saludarlos. Decirle que no la había olvidado, que?
?Que estás enamorado de ella hasta la médula. ?Se apresuró a comentar Sofía.
?Sí? pero ¿para qué? Yo no me voy a ir de Madrid y ella vive en Londres. No, Sofía, no sería justo que no la dejara vivir. ¿Cuánto tiempo íbamos a durar yendo y viniendo?
?En esas idas y venidas puede aparecer una solución. ?Replicó David.
?Igual sí pero igual no.
?¿Igual sí pero igual no? Tú?tú no te estás oyendo hablar. ¿Cuándo he sido hermana de un derrotista? ¿Dónde está el Roberto que lucha por lo que quiere?
(Sí, tal vez más de uno piense que no tengo piedad por no obligar a Roberto a luchar por Raquel pero ¿acaso a veces no es necesario darnos un batacazo para aprender la lección? ¿Acaso a veces no necesitamos echar de menos a alguien para darnos cuenta lo mucho que nos importa?
Eso, eso aprenderán cada uno por su lado. Cada uno a su manera, a su modo particular. Uno recordando y añorando lo que tuvo y no supo retener y la otra dándole una nueva oportunidad al amor. Conformándose con sentimientos, sensaciones, emociones que no llegan a su plenitud. Intentando amar a alguien que la adora y lo daría todo por ella. Alguien que no es Roberto, ese Roberto que sigue estando presente en cada uno de sus pensamientos.
El mismo Roberto del que se acuerda contemplando la ciudad de Madrid desde los aires. Ese mismo Roberto del que se despide mentalmente. Ese mismo Roberto del que se aleja en cada paso, en cada decisión. Ese mismo Roberto por el que siente un pinchazo en el estómago con la sencilla idea de saber que su hermana la ha visto con Fran.
Ay, Raquel?Raquel, no te preocupes por él. Él ya te ha visto. Él ya sabe que Roberto ha sabido aprovechar su oportunidad. Sin embargo, Raquelita lo que no sabes es que estás a un par de meses de casarte. Huy, me calló, que eso aún no ha ocurrido aunque no falta tanto para que suceda pero eso mis queridos lectores será en un próximo capítulo.)
Elva Marmed