Tenías que ser tú. Capítulo 16.



****

            Empezaba a quitarse la ropa cuando le vino a la mente el recuerdo de aquellos besos. ¿Qué acababa de pasar en el ascensor? Nunca antes había hecho una locura como aquella. ¿Cuándo se había lanzado él sobre una casi completa desconocida? Sus amigos alucinarían si les contara su aventura. Seguro que Leo no me cree. Diría "te lo estás inventando chaval" . Normal, ni yo me creo lo que he hecho. ¿Qué hubiese pasado de no haber llegado el técnico? Uff, me entra calor sólo de pensarlo y el caso es que no la puedo borrar de mi mente. Me tiene totalmente atrapado. Hugo volvió a abrocharse los botones de la camisa gris marengo. Esto no puede acabar así. Necesito... Apagó la luz de su habitación. Buscó sus llaves. ¿Dónde las he dejado? Las encontró en la mesa de la cocina junto a las bolsas ya vacías del carrefour. Dobló las bolsas. Las guardó. Cogió las llaves. Se detuvo junto a la puerta. ¿Vas a hacerlo? Sí, sí que voy a subir. Necesito decirle que yo no voy besando a cualquiera. Le pediré disculpas. ¿Disculpas? Hugo, creo que ella no se quedó atrás, sonrió con el pensamiento. Uauh, la verdad es que besa de fábula.







           Apagó la luz. Salió de casa cerrando la puerta tras él. Subió los escaleras de dos en dos. Tenía prisa por llegar. Tenía prisa por verla. Tenía prisa por besarla. Tenía prisa por volverla a acariciar. Tocó suavemente la puerta con los nudillos. No quería despertar a los vecinos con el sonido del timbre a aquellas horas. ¿A qué vecinos, Hugo? Si casi está desierto el edificio, podíamos habernos  liado en las escaleras que no se hubiese enterado nadie. ¿Qué estás diciendo, Hugo? Te estás volviendo loco. Volvió a tocar. Esta vez el timbre. Escuchó los pasos de Claudia por el pasillo. Los pasos de sus pies descalzos. Igual la he sacado de la ducha.

            El corazón le dio un vuelvo. No sabía quién era pero se lo imaginaba. ¿Quién iba a venir de visita a esas horas? Se puso el albornoz y con los pelos aún chorreando agua corrió con cuidado de no resbalarse por el pasillo. Miró por la mirilla. Era Hugo. ¿Quién si no? Sintió un nudo en el estómago. Respiró profundamente. Abrió la puerta.

?Hola?se saludaron a la vez.

?Sé que estas no son horas de ir a casa de nadie pero sabía que estarías despierta. ¿Te he sacado de la ducha?

?No, me estaba secando ya. La verdad es que me había duchado en el gimnasio pero sentía la necesidad de volver a hacerlo tras tres horas encerrados y...

?Ya. De eso quería hablar.

?¿De nuestros encierros en el ascensor? Igual no deberíamos coger el ascensor al mismo tiempo.

?No. Los encierros se volverían aburridos.

?Serían encierros. No cenas en un ascensor.

?Exacto. Claudia... yo quiero que sepas... necesito decirte que...

          Se miraron fijamente a los ojos. Sus miradas se perdieron en la inmensidad de la del otro. Cada vez había menos distancia entre ellos. Sus labios dejaron de hablar para volver a besar los del otro. Claudia lo agarró de la camisa. Tiró de él para que entrara en su casa. Hugo cerró la puerta con el pie. Calculó mal la distancia. Tropezó haciendo tropezar a Claudia cayendo al suelo. Las risas invadieron el salón.

?Somos proclives a los accidentes. ?dijo Claudia levantándose con la ayuda de Hugo.

?¿Estás bien?

?Sí, sí. No me he hecho nada.

?Soy un patoso.

?Bueno, se compensa porque besas muy bien.

?No menos que tú.

?Hugo, yo...

?No sigas. Lo sé. Sé que me vas a decir. Yo estoy igual. No creas que voy besando a todo dios por ahí. No sé qué me pasa contigo.

?Yo aún no termino de creerme lo que ocurrió en el ascensor.

?Ni yo pero lo volvería a repetir... una pena que llegara el técnico.

?¿Qué? No digas tonterías, ¿querías pasar la noche encerrado? ?Nada más terminar de hablar se dio cuenta de lo que quería decir Hugo. Notó que las mejillas le ardían.

?No me hubiese importado.

       Hugo la atrajo hacia él tirando de la lazada del albornoz azul marino. Volvieron a besarse.

?Aunque tu casa no está nada mal. Casi se está mejor aquí.

?Sin técnicos cotillas.

?Sí, sin técnicos cotillas_ repitió sin poder evitar sonreír Hugo.

        Unos suaves golpes en la puerta los sobresaltó.

?¿Esperas a alguien?

?No.

     Sin soltar de la mano a Claudia, Hugo miró por la mirilla. Tuvo que contener una carcajada. Abrió la puerta. Era el técnico.

?Buenas noches, chicos. Perdón por las molestias. No recordaba de qué piso era el vecino que me había llamado y sabía que estabais en el noveno.

?No pasa nada? contestó Hugo.

?Vi luz por debajo de la puerta y, por eso, os he tocado. ¿Os importaría echarme una firmita?

?Sin problema.

         Hugo cogió el bolígrafo bic azul y firmó el albarán de visita.

?¿Está arreglado?

?En principio sí. No parece tener nada. Es inexplicable lo que sucede. No tiene nada defectuoso. Vosotros le producís algún cortocircuito. ?contestó en broma guiñándoles un ojo._. Pareja que tengáis buena noche. Ya no os interrumpo más. ¡Buen fin de semana!

?Igualmente?corearon.

?Hacéis una bonita pareja.

?Gracias ?contestó Hugo antes de cerrar la puerta. ?, ¿cómo era eso qué me decías? Ah, sí, sin técnicos cotillas. ?Rió ?.Creo que se había quedado con la duda y ha venido a comprobar que estábamos juntos.

?Mira que eres tonto.

?No, bonita, no soy tonto. Tú me tienes tonto.

****

          Las risas de Raquel era lo único que se escuchaba en el silencio de la noche. No había podido contenerse las carcajadas. Acababa de poner una frase de Roberto en la boca de Hugo. No creo que se enfade por ello. Miró la hora. Eran cerca de las tres de la mañana. Creo que Hugo y Claudia tendrán que esperar hasta mañana. Empiezan a picarme los ojos. Iba a apagar el ordenador cuando una pantalla emergente la saludaba. ¿Roberto? ¿Qué hacía despierto? Para él era una hora más. ¿No se iba de excursión por la mañana?

Roberto: Hola, hola. ¿Sigues escribiendo?

Raquel: Ya me iba a la cama. ¿Qué haces despierto? Te hacía en brazos de Morfeo.

Roberto: No. Empecé a leer tus historias y no he podido parar hasta acabar las dos. ¡Eres realmente buena!

Raquel: ¿De verdad, piensas eso?

Roberto: ¿Por qué iba a mentirte? ¿Qué ganaba con eso? Además, preciosa, ¿no te ha pedido una editorial una novela? ¿Qué más quieres para tenerlo claro? Bueno, preciosa, ahora sí que me voy a la cama o estaré muerto por la mañana. Un beso muy fuerte.

Raquel: Besitos, tontito. Te dedicaré mi novela.

Roberto: Eso espero. Besitos.

Raquel: Besitos

       El sol se adentraba por la ventana. Abrió los ojos. Sacó una mano de debajo de las sábanas. Palpó sobre la mesita de noche. Cogió el móvil. Tenía un mensaje. Debía haberle llegado mientras dormía.

Buenos días, preciosa, me voy con éstos. Luego hablamos, igual no tengo cobertura. Besitos.

Una sonrisa iluminó su rostro. Le encantaba despertarse con los mensajes de Roberto.

Buenos días, acabo de ver el mensaje. Disfruta del día. Besitos.

     Miró la hora. Pasaba de las nueve. Apenas había dormido cinco horas pero no tenía sueño y quería sentarse a escribir. Llevaba un par de semanas sin tocar la novela y quería darle un buen avance antes de su escapada a Madrid. Dejó el móvil sobre la cama. Necesitaba una ducha para despejarse antes de sentarse frente al ordenador. Puso la cafetera al fuego antes de entrar en la ducha. Estaba completamente enjabonada cuando empezó a escuchar el móvil. Cerró el grifo. Sí, era el tono de llamada de Roberto. Se envolvió en la toalla aún con jabón por el cuerpo y salió con cuidado de la ducha. No quería resbalarse y romperse algo por ir a contestar el teléfono.

?Buenas, te noto agitada. ¿Estabas corriendo? En la ducha. No haber salido. ¿Nunca te han dicho que no has de correr con los pies mojados?

?Lo sé. Lo sé pero sabía que eras tú y quería contestar. ¿Dónde estáis? Sí, sí, lo conozco. Alguna vez he estado por ahí. Sí, gracias. Gracias pero no sé si tú eres neutral, ja ja ja. Ya ya sé que mis amigos piensan lo mismo. Ya, también sé eso. Sí, vale. Me lo creeré. No, me quedo en casa. Escribiendo. Quiero aprovechar este fin de semana y el que viene para adelantar la novela. No. Antes de fin de año es la fecha que me han puesto pero entre semana no tengo mucho tiempo. Ya. Bueno, tontito, disfruta del día aunque no sé cómo puedes pedalear. Yo sólo he dormido cinco horas así que tú menos. Vale. Aquí estaré. Besitos.

_Me encantan tus besitos. Hablamos luego. Un beso. Saludos de estos dos tontos que me miran mientras me ponen caritas de bueno lo que son, tontos, porque ellos sí que lo son. Ja ja ja.

      Raquel volvió a dejar el móvil sobre la cama. Su cara rezumaba felicidad. ¿Cómo era posible que algo tan simple y cotidiano como una llamada la hiciera tan feliz? Debía quitarse el jabón del cuerpo. La cafetera avisaba en la cocina que el café estaba listo. Apartó la cafetera del fuego antes de volver a la ducha. Cinco minutos más tarde se servía el café con leche. Rebuscó en uno de los tres armaritos de la cocina. Un paquete de deliciosas galletas de mantequilla era su delicioso botín. Cogió una par de galletas mientras mordisqueaba una tercera de camino al ordenador. Encendió el ordenador y abrió la carpeta aún sin nombre.

    ¿Qué hago con vosotros, chicos? ¿Os liáis? ¿Llegáis un poco más lejos o el técnico os ha cortado el rollo? Yo no me hubiese liado así como así. Bueno, Raquel, no mientas. No te liaste en un ascensor pero un par de horas más en él y no sé si hubieses soportado más no besar a Roberto. Ja, además, guapa, unas horas más tarde os besabais en la cola del aeropuerto. No, no puedes recriminarles a Hugo y Claudia que se hayan liado. Además, éste es su tercer encuentro. Ya llevaban más horas recorridas que vosotros dos. No, no. Bueno, sí, pero nosotros no pasamos de aquel beso. Uff?parece tan lejos y no han pasado ni tres meses desde aquel día. ¿Quién te lo iba a decir, Raquelita? ¿Cómo ibas a imaginar que te quedarías encerrada en el ascensor de la editorial con Roberto? Y mira que ya era casualidad que la hermana de Roberto trabaje en el mismo edificio y que Roberto pasara a saludarla. ¿Cómo es la vida, no? Cuando menos te lo esperas te brinda una sorpresa. Un momento casual que desemboca en un maravilloso encuentro. Sí, porque no sé qué nos deparará el futuro pero ¡qué nos quiten lo bailado! Estos meses junto a Roberto? ¿Raquel por qué hablas como si esto fuera a terminar?




Raquel le dio un sorbo al café con leche. Se comió el pedacito de galleta que le quedaba mientras releía lo escrito la noche anterior.

¿Cómo sigo? Estoy bloqueada. No sé qué hacer. ¿Hugo, te quedas o regresas a tu casa? ¿Qué te apetece, Claudia? ¿Lo invitas a quedarse o a marcharse? A ver, Raquel concéntrate. ¿Tú, qué harías? Ponte en situación. Habéis estado a un tris de tener algo más que besos y caricias en el ascensor. El técnico os ha interrumpido y ahora el técnico os ha vuelto a interrumpir. ¡Joder con el técnico! Siempre aparece en el mejor momento. Raquel no le eches la culpa al técnico. Tú eres la que escribes. Tú eres la que ha hecho que el técnico haya aparecido. Tú eres la bruja malvada de la historia. Tú y tus deditos dándole a las teclas.




Raquel estalló en carcajadas con sus propios pensamientos. A este paso terminaría loca perdida. ¿No estaba recriminándose ella así misma por jugar con la vida de los personajes de la historia? Se levantó. No estaba concentrada. Estaba bloqueada. No sabía cómo continuar la trama. Fregó la taza del desayuno. Cogió otra galleta. La saboreó apoyada sobre el pequeño poyo de la cocina. Miró por la ventana. Hacía buen tiempo. Este año la primavera se estaba comportando bien. Daba gusto ver el cielo azul así añoraba menos su tierra. Le vino a la mente el mediterráneo. Le apetecía volver a casa. Estar con su familia, con sus amigos de toda la vida.

?Hola, mami?dijo al escuchar la voz de su madre al otro lado de la línea telefónica. Acababa de llamarla. De pronto la echaba de menos._, ¿qué tal? No, estaba viendo el cielo azul y me trajo a la mente Valencia. Ya, ya sé que no me prodigo mucho en las llamadas. Ya, lo sé ni en las visitas. Si tengo fiesta en breve pero? tú lo has dicho. Voy a Madrid.

?Tengo ganas de conocer a ese chico. ¿Cómo se llamaba? Roberto, sí, es verdad. ¿Cuándo lo vamos a conocer? No, bonica, no. No me digas que no sabes que sois porque últimamente vuestras idas y venidas son numerosas. Ya, ya sé que es difícil. Cariñet, las mejores cosas de la vida no son sencillas. Hay que luchar por lo que se quiere. ¿Quieres a este chico? No, no hace falta que me contestes. Sé la respuesta y sé que lo tenéis difícil pero tiempo al tiempo. Todo se andará.

?¿Cómo estáis todos? Sí, claro que os echo de menos. Muchísimo. En verano. Pase lo que pase en verano estoy por ahí. Mami, te dejo. Voy a ver si logro concentrarme y escribir un rato. Besitos para todos.

   Miró el ordenador. Se imaginó a Hugo y Claudia llamándola desde el otro lado de la pantalla. Necesitaban su ayuda para seguir con su historia. Sin ella no eran nada de nada.

?Raquel, a este paso terminas con camisa de fuerza.

Elva Marmed

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