Tenías que ser tú. Capítulo 14.



_¿Y has quedado con Fran?
_Sí, ¿por qué me miras así? No estoy cometiendo ningún crimen.
_No, no. Por supuesto que no_corroboró Valerie_, pero tú sabes que Fran se siente atraído por ti. Eso lo tienes claro, ¿verdad?
_Sí, sí lo tengo claro pero también sabe él que yo no tengo la luz verde encendida. Yo no creo que exista nada de malo en aceptar su invitación. No creo que vaya a ver posibilidades donde no las hay. Jo, ¿por qué me miras así? Mierda, Valerie, ahora me estás haciendo dudar. ¿Debo decirle que no voy? ¿Debo inventarme una excusa?
_No, no lo hagas. Eso sería muy feo. En realidad, no hay nada de malo en una cena. Dos amigos pueden cenar juntos. Tienes toda la razón del mundo en decir que él conoce tu situación sentimental.


_Ahora dejemos de hablar de mí, ¿cuándo os vais?
_Pues, viene David a recogerme con el coche y salimos de aquí directamente. Me apetecía mucho un fin de semana diferente.
_Ya me contarás el lunes qué tal. Disfruta de tu fin de semana romántico, ¡qué envidia me das!
_Eh, tendrás queja que el fin de semana pasado te dieron una estupenda sorpresa. Ese chico es encantador_dijo Valerie bajo la atenta mirada de Raquel, quien se llenaba de orgullo al escuchar hablar de Roberto._, la verdad es que Roberto es estupendo. Me gusta mucho. Hacéis muy buena pareja. Espero que podáis sobrellevar esta distancia física. Sé que es un rollo.
_Sí, es un auténtico horror. Te dejo, tengo ahora mi última clase. Gracias por el café. Pásatelo muy bien.
_Y tú, ya me cuentas el lunes cómo fue esa cena.
                                               ****
Una hora de reloj llevaban encerrados en el ascensor. A pesar de la situación Claudia y Hugo se reían del que debía ser su destino. Sí, en algún lado debía estar escrito que ellos estaban destinados a permanecer encerrados en aquel ascensor. Sí, era demasiada coincidencia para no ser cosa del destino. Ya no era una ni dos veces, con ésta ya eran tres sus encierros conjuntos. Claudia seguía sentada sobre su bolsa de deporte. Estiró las piernas tropezando con las largas piernas de Hugo.

_Perdona.
_No pasa nada. Creo que esto va para largo. ¿Tenías planes para esta noche? Igual tu novio está esperándote para cenar.
_No, no tenía planes y no hay un novio esperando por mí. Una pena porque entonces alguien se mosquearía al no verme aparecer.
_Sí_contestó clavándole sus negros ojos. Había conseguido su objetivo. Ya sabía que Claudia no tenía pareja. Sonrió sin apartarle la mirada.
_¿Y tú, tenías planes?
_Nada de nada. Así que somos dos a los que nadie echa de menos.
_Ja ja ja, dicho así dan ganas de echarse a llorar. Nadie los echaba de menos. Nadie los extrañó. Meses pasaron hasta darse cuenta que aquel ascensor seguía sin funcionar y ellos seguían allí encerrados. Ya no les quedaba nada en las bolsas del carrefour...
Hugo y ella misma rieron de su ocurrencia. Se sentían bien allí juntos a pesar de estar encerrados, colgados entre el tercer y cuarto piso. Claudia se levantó. Necesitaba estirar las piernas. Volvió a darle a la campanita.
_¿No se supone que debería haber un teléfono de emergencias?
_Me temo que en este edificio todo esta a medio terminar. Te invito a cenar._dijo sacando un paquete de lays de una de las bolsas del  carrefour. Una bandeja de langostinos cocidos y una botella de vino. 
Claudia lo observaba divertida. Hugo colocó una de las bolsas a modo de mantel para poner el despliegue de comida sobre ella. De otra bolsa sacó una botella de vino. Y pensar que esta misma mañana pensaba una excusa para ir a su casa y ahora estoy aquí a punto de cenar con él, pensó mientras volvía a sentarse. Hugo rebuscaba en su bandolera. Sacó unas carpetas. Claudia no pudo evitar leer lo que ponía en ellas. Era profesor de lengua. Ahora entendía aquella explicación sobre la musicalidad de su nombre, del juego vocálico. Exámenes. Sacó un taco de exámenes de la bandolera. Bolis, lápices, libro electrónico, una revista de literatura... ¡dios, para que digan de los bolsos de las mujeres!, pensaba mirando atónita todo lo que sacaba de allí dentro. ¿Qué demonios estará buscando? Duda resuelta. Hugo sacó una navaja multiusos de la bandolera, la desplegó y voilè un pequeño sacacorchos salió de ella. 
_Siento no tener vasos.
_Me has dejado impresionada. ¿Llevas algo más en tu bandolera? Creo que guarda más tesoros que mi bolso.
_Ja ja ja, alguna cosa más pero poco útil para esta ocasión. Debería meter unas copas para estas ocasiones._bromeó.
_Ja ja ja, no esperaba yo salir a cenar esta noche.
_Bueno, pues, ya ves no es un restaurante pero algo es algo. Es una primera cita bastante original.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar la palabra cita de boca de Hugo. Sus miradas se cruzaron y entonces fue Hugo quien notó aquella descarga de energía, de sensaciones. ¿Es posible sentirse atraído por alguien a quien apenas conoces? Como tardemos mucho en salir de este trasto no voy a poder contener mis impulsos de besarte, Claudia, pensaba sin apartarle la mirada. Claudia no pudo evitar ruborizarse pero era incapaz de dejar de mirar aquellos ojos tan negros.
_Sí, original un rato pero no sabía que habíamos quedado.
_Bueno, bueno, ¿nos vamos a poner ahora tiquismiquis? Botella abierta. Espero que no te importe beber de ella.
_No es algo que haga habitualmente. De hecho, diría que es la primera vez.
_Siempre hay una primera vez para todo, ja ja ja, como para cenar en un ascensor. Claro que a este paso mejor ponemos un frigorífico por si las moscas, porque lo nuestro ya es un vicio.
_Desde luego, vamos a pedir unos cojines, mantel, el frigo, copas...
Las risas resonaban en el ascensor pero nadie los oía. Los únicos vecinos estaban en el décimo quinto piso y estaban ajenos a todo lo que estaba pasando.
_Por nosotros_Hugo levantó la botella de Albariño a modo de brindis. Dio un par de sorbos y se lo pasó a Claudia._. Debería estar más fría pero algo es algo. Prometo invitarte a una cena como es debido pero hoy nos debemos conformar con ésta.
_Creo que nadie me va a creer cuando cuente que he cenado en un ascensor.
_Bueno, Claudia. Uhm, entre más digo tu nombre más me gusta.
_Gracias_dijo atragantándose con la patata que acababa de meterse en la boca. ¿Por qué suena tan codenádamente sexy mi nombre en tu boca, Hugo? Como no nos saquen pronto me va a dar algo,pensó.
_Cuidado, sólo faltaba que te atragantaras. Bebe un poco de vino.
_Ya está, ya está... se me fue por el camino equivocado.
_Bien, ¿estás bien entonces?
_Sí, dime ¿qué querías saber?
_Todo. Ya que estamos aquí y, estamos destinados a pasar el tiempo juntos, quiero conocerte mejor.
_¿Por dónde empiezo? A ver... soy diseñadora de interiores. Tengo un pequeño estudio con un socio y acabamos de abrir una tienda de decoración. Soy la más pequeña de tres hermanos y la única chica. Sí, soy la niña mimada de la casa pero también a la que sus hermanos vigilaban y espantaban a los novios.
_Ja ja ja, pues, me alegro que no nos estén vigilando ahora._interrumpió Hugo al tiempo que le pasaba la botella.
_¿Qué más? Hace un mes que me mudé.
_Como yo.
_Y ésta es la tercera vez que me quedo encerrada en un ascensor. Nunca antes me había pasado y doy gracias de no estar sola porque las alturas me dan un poco de cosilla y pensar que estamos colgados en el vacío no me gusta nada.
_Me alegro que te alegres de estar conmigo. A mí también me gusta que estés conmigo y tampoco había estado antes encerrado en un ascensor. Nuestra primera vez ha sido juntos.
¿Estás intentando ligar conmigo, Hugo? ¿Son cosas mías o hablas con dobles sentidos? se decía así mismo mientras el  rubor volvía a asomar en sus mejillas.
_Háblame de ti. Sé que eres profe de lengua, ¿me equivoco?
_No, no se equivoca, señorita. Soy profe de lengua en la universidad. Veo que es una buena observadora.
_La clase sobre el juego vocálico de mi nombre me dio la primera pista. Tus carpetas y los exámenes lo han corroborado.
_Ya, lo dicho, observadora. Claro, cierto es que por tu profesión te fijarás en los detalles.
_Sí.
_Bueno, ¿qué más quieres saber?
_Lo que quieras contarme.
_Soy el segundo de tres hermanos. Nunca fui hermano pequeño porque mi madre se quedó embarazada cuando yo tenía cinco meses.
_Oh, pobre. No disfrutastes de las bondades de ser el peque._rió Claudia.
_Exacto, pero soy el único chico. Eso me ha dado ventajas. De mi nombre tiene la culpa Víctor Hugo, uno de los escritores favoritos de mi padre, profesor de literatura. Me gusta el deporte. Corro habitualmente y ahora mismo tengo unas ganas irrefrenables de besarte...
                                                               ****
Roberto: ¿Estás ahí, preciosa?
Raquel: Hola, sí. Aquí estoy.
Roberto: ¿Cómo estás?
Raquel: Bien, aquí estaba escribiendo un rato pero ya he de ir acabando.
Roberto: Sí, esta noche tienes cena.
Raquel: Sí. ¿Vas a salir?
Roberto: Sí, con David y Jose.
Raquel: Roberto, ¿te molesta que vaya a cenar con Fran?
Roberto: No, de verdad. A ver me da envidia porque vas a cenar con él y no conmigo pero nada más. ¿Cómo va esa novela? ¿Puedo saber algo?
Raquel: No, no, no. Ya te he dicho que te pasaré el manuscrito cuando la termine.
Roberto: Eh, eso me recuerda que no me pasaste tus cuentos. ¡Quiero leerlos!
Raquel: Vale, te los envío ahora.
Raquel rebuscó en sus carpetas. Pinchó sobre los dos relatos suyos publicados, los adjuntó en un archivo y enseguida le llegaron a Roberto. 
_Ostras, ya no me acordaba de la copia para Fran.
Abrió el cajón de su mesa. Tenía un par de pendrives. Cogió uno y descargó los archivos en él.
Roberto: Esta misma noche los leo. Preciosa, me está llamado mi hermana al teléfono. Dame un minuto.
Raquel: Y dos.
Raquel miró la hora. Aun tenía tiempo de sobra para ducharse y vestirse. Abrió la pantalla donde estaba escribiendo...
                                                    ****
(...)Corro habitualmente y ahora mismo tengo unas ganas irrefrenables de besarte. Claudia no volvió a escuchar nada más. Tenía los ojos clavados en los de Hugo. Cada vez estaban más cerca. El ascensor parecía haber encogido. No había espacio entre ellos. No sabía cómo lo había hecho pero los langostinos ya no estaban en medio. ¿Cómo era posible que hubiese sido tan rápido recogiendo todo? No podía pensar. Todo su cuerpo se había quedado paralizado. No, no es cierto. Su cuerpo se movía. Sí, sus labios respondían a los besos de Hugo mientras notaba que sus brazos se permitían el lujo de rodear el cuerpo de su compañero de encierro. ¿Aquello estaba pasando? ¿De verdad que estaba recostada sobre su bolsa de deportes mientras sentía los cada vez más pasionales besos de Hugo? Uff, el vino se me ha debido subir a la cabeza. No respondo de mis actos. No soy yo. Una mierda, Claudia, estabas deseando besarlo. Claudia hablaba consigo mismo mientras sentía las manos de Hugo acariciar su cuerpo.
                                                                           ****
Roberto: Preciosa, ya estoy aquí. Eo eo eo...
Raquel: Perdona, había aprovechado para seguir escribiendo.
Roberto: Estoy muy intrigado con esa historia. ¿De qué trata?
Raquel: Una historia.
Roberto: ja ja ja... vale, vale, no vuelvo a preguntar.
Raquel: Así me gusta.
Roberto: ¿Una pequeña pista? Una breve sinopsis me podrás dar.
Raquel: A ver te puedo decir que es una historia de corte chicklit, romance, humor y unos toques de erotismo.
Roberto: Uauh, ahora quiero saber más. ¿Erotismo? Esto se pone interesante.
Raquel: Suave erotismo. No hay nada implícito, al menos, por el momento...
Roberto: ¿Supongo que la protagonista no usará braguitas color caca de ese?
Raquel: Ja ja ja, ¡mira que estás obsesionado! No, no usa braguitas color MAQUILLAJE.
Roberto: Menos mal porque el erotismo se iría a tomar viento fresco, je je je.
Roberto se quedó mirando la pantalla un momento. No podía borrar la sonrisa de su cara. Se imaginaba a Raquel al otro lado de la pantalla. Sentada en su mesa.
_Seguro que lleva mi camiseta.
Roberto: Me encanta hablar contigo. Me hace sentirte cerca.
Raquel: Y a mí.
Roberto: ¿Llevas mi camiseta"
Raquel: ¿Qué? ja ja ja ja, no. No me he cambiado de ropa al llegar del trabajo. Me he sentado directamente a escribir. ¿Por qué?
Roberto: No, por nada. Te estaba imaginando. Podríamos poner la cámara.
Raquel: La cámara. Vale.
Roberto le invita a una vídeo conferencia
Raquel le dio a aceptar. Nunca usaba la cámara. No sabía por qué pero le daba vergüenza hacer uso de ella. Allí estaba el rostro de Roberto sonriéndole. No sabía si podía soportar hablar así. Era extraño. Verlo no la hacía sentirlo más cerca sino echarlo más de menos.
Roberto: Hola, preciosa. Estás tan guapa como siempre.
Raquel: Gracias. Es raro verte y no poder tocarte.
Roberto: Eh, pensé que te gustaría.
Raquel: Sí, pero es una sensación extraña.
Roberto le enseñó la lengua. Raquel sonrió  e hizo lo mismo.
Roberto: Nuestro saxofonista ha vuelto a tocar para ti.
Raquel: Sí, esta misma tarde pero sólo unos acordes. No me paré. Me recuerda demasiado a ti.
Roberto: No seas tontita.
Raquel: Sabes que el tontido eres tú.
Roberto: No sabes que no lo soy sino lo estoy por tu culpa.
Raquel le mandó un beso a través de la pantalla y Roberto gesticuló como si lo atrapara al otro lado arrancándole una sonrisa. Durante unos segundos se quedaron en silencio. Mirándose. Raquel, como me gustaría tenerte aquí. Esto es una mierda, ¿cómo se nos ha ocurrido meternos en este lío?, pensaba Roberto sin dejar de sonreírle a Raquel.
Raquel: Te tengo que dejar si sigo aquí hablando contigo no iré a ningún lado.
Roberto: Sí, será lo mejor. Yo también he de prepararme. Te mando un mensaje cuando regrese a casa.
Raquel: Besitos.
Roberto: Besitos.
Raquel volvió a enviarle un beso através de la pantalla. Roberto volvió a hacer que lo capturaba.
Roberto: Hasta luego. Pásatelo bien. Saludos a Fran.
Raquel: Lo mismo te digo y saluda de mi parte a David y Jose.
Raquel se quedó mirando un momento la pantalla. Se despidió con un gesto de Roberto y apagó la cámara.
_Uff, Roberto, la cámara nos acerca pero es un horror.
Mejor no pensar en todo lo que nos separa o esto no tendrá futuro. ¿Lo tiene? ¿De verdad que tenemos futuro como pareja?, pensaba Roberto mientras apagaba el ordenador. Ver a Raquel le había creado una dualidad de sentimientos. Le había encantado verla pero también le hacía extrañarla más. Roberto, deja de pensar en Raquel o acabarás mal. Disfruta de esta relación mientras puedas. Tú mismo le has dicho que debíamos disfrutar el momento, carpe diem, le dijiste. Aplícate el cuento. En quince días estará aquí y volverás a disfrutar de ella. Además, ¿cuántas parejas hablan tanto como nosotros? Pocas. Hablamos todos los días. No tenemos secretos para el otro. Bueno, salvo su novela. Roberto se rió. Uhm, eso me recuerda que esta noche tengo lectura. Me pica mucho la curiosidad de ver cómo escribe.
_Hora de ponerse en marcha.
Raquel, piensa bien la ropa que te pones. No debes arreglarte mucho. No vaya a ser que Fran se haga una idea errónea. Uhm, creo que lo mejor es optar por unos vaqueros y una camiseta. Sí, cómoda y sencilla. Ya me pondré unos tacones para estar un pelín más arreglada. Raquel dejó la ropa sobre la cama y se metió en la ducha. Tenía el tiempo justo para llegar puntual a su cita. ¿Cita? No, esto no es una cita, pensaba mientras se duchaba. Menos mal que pasé por la pastelería de camino a casa si no se me hubiese hecho tarde. Roberto...Roberto...haces que el tiempo se pare cuando estoy contigo. Incluso através de las redes cibernéticas. ¿Qué poder tienes sobre mí?
 
Fran, relájate. Esto no es una cita. Es solo una cena con una amiga. Sólo eso. No estés de los nervios porque esto no significa nada, al menos para ella. Mierda, no debería haberla invitado a cenar. No debería verme con ella más que en las cenas de los viernes o cuando salimos con el resto del grupo. No debería acercarme a ella. Me estoy jodiendo la vida yo mismo. Fran, Fran, Fran... ¿recuerdas lo mal que lo has pasado? ¿Recuerdas por todo lo que pasaste hace un año y medio? Uff... un año y medio ya. No debes enamorarte de alguien que no te corresponde si no quieres herirte a ti mismo. Pero ¿cómo impides los sentimientos? ¿Cómo hacer para protegerte dentro de una burbuja? Eso no es vida. No, prefiero vivir y equivocarme.
_Mierda, Fran, céntrate o se te quemará la tortilla.
Fran le dio la vuelta a la tortilla. Tenía todo preparado. Todo estaba dispuesto para la cena. Aprovechando que el tiempo acompañaba había preparado la mesa en el jardín trasero. Aquel era su rincón favorito de la casa. Poco lo podía usar durante el invierno pero el buen tiempo, que les estaba regalando la primavera, lo permitía. Si refrescaba siempre podían entrar y terminar de cenar en la cocina. Revisó la nevera. El vino blanco ya tenía la temperatura perfecta. Las fresas decían "cómeme, cómeme" dentro de las copas. La verdura (espárragos, varios tipos de setas y berenjena) ya estaba lista para entrar en la plancha. Sacó la tortilla de la sartén. Estaba perfecta. Su aspecto no podía ser mejor. El timbre. Era la hora. El corazón le dio un vuelco y la tortilla estuvo apunto de aterrizar en el suelo.
_Relájate, Fran, sólo es una cena. Sólo es y será una amiga...
Elva Marmed

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