Valencia, 2008
Amanda se sintió perdida al abrir los ojos. No recordaba donde estaba. Aquella habitación no le era familiar. El olor sí. Olía a buñuelos. Buñuelos caseros. Buñuelos de calabaza hechos por su madre. El familiar y dulce aroma de los buñuelos le hizo recordar que estaba en Valencia, en casa de sus padres. Aquella casa no le era familiar. Sus padres se habían mudado apenas unos meses atrás. La antigua casa de su infancia se les hacía grande para ellos dos solos. Hacía tiempo que su hermana y ella habían volado del nido paterno. Ella antes, a pesar de ser la pequeña, sus estudios fuera de Valencia así lo requirieron.Había salido de allí con dieciocho años y desde entonces sólo regresaba de vacaciones y a pasar algún fin de semana. Nunca imaginó que terminaría quedándose en Madrid, al igual que tampoco pensó en la posibilidad de regresar ahora.Y, sin embargo, lo estaba barajando.
Miró a su alrededor. Sí, le gustaba aquella habitación. No era su habitación. No estaban sus recuerdos de infancia y adolescencia pero le gustaba aquella habitación de invitados, especialmente, pensada y diseñada para ella. Aquella sería su habitación cada vez que volviera a la ciudad de la pólvora, las naranjas, la horchata, los buñuelos. Claro, a no ser que lo hiciera de manera definitiva, entonces le tocaría volver a empezar. Volver a afincarse y echar raices en la ciudad que la había visto crecer.
_Buñuelos, uhm, ¡qué bien huele!_dijo en voz alta mientras se levantaba.
Al abrir la puerta el dulce aroma se hizo más intenso. Llegaba desde la primera planta y se colaba por las habitaciones. Tras una rápida y obligada visita al baño bajó corriendo las escaleras. El olor a buñuelos le estaba abriendo el apetito.
_Bon dia, ¡esto si que es un dulce despertar!_dijo Amanda entrando en la cocina y dándole un par de besos a su madre, que estaba sacando los últimos buñuelos del fuego._.Si llego a saber que me ibas a preparar este desayuno vengo antes.
_Sí, sí, viene la niña y enseguida le hace los caprichitos y a mí nada de nada_ comentó el padre mientras entraba en la cocina periódico en mano.
_¿No estarás celoso de la nena, no?
_No,no, sólo era un comentario.
_¡Tendrás queja!
_Ja ja ja, ¡echaba esto de menos!_rió Amanda sentándose en la cocina._.Mami, es realmente grande esta cocina, me gusta, está muy chula.
_Sí, sí que es grande, es una de las cosas que más me gustó de la casa.
_Está chula la urbanización , estáis muy cerca del centro y de la casa de Cris.
_Sí, estamos cerca de todo menos de ti.
_Por el momento_dijo Amanda sin darse cuenta.
_¿Cómo que por el momento?_preguntó Luz dejando la cafetera sobre la mesa.
_¿Qué quieres decir con eso? ¿Hay algo que no sepamos?_Esta vez preguntaba Fernando, dejando a un lado la lectura del periódico.
_Sí y no_ comentó Amanda probando uno de los deliciosos buñuelos._.Uhm, tal y como los recordaba.
_Amanda, ¿pasa algo?_preguntó su madre sentándose a la mesa.
_Nada mamá, ¿qué va a pasar?_comentó Amanda sirviéndose el café._.A ver, aún no lo he decidido pero me han ofrecido un puesto de trabajo aquí en una nueva revista literaria. Es una muy buena oferta, sería jefa de una sección, volvería a casa...
_¿Pero?_preguntó su padre._.Porque imagino que hay algún "pero" para que no hayas decidido aún.
_No lo sé. Por un lado me atrae y mucho, por otro es un volver a empezar. Tengo un par de meses para pensarlo.
_Amanda, sabes que has de pensar en lo mejor para ti aunque signifique quedarte en Madrid_dijo su madre.
_Lo sé, ,mamá, pero no sé si lo mejor para mí es quedarme en Madrid.
_¿Pasa algo más?_preguntó su madre mientras su padre la miraba atentamente preocupado porque a su pequeña le sucediera algo que no supieran.
_No, nada, pero aquí están tus buñuelos_bromeó Amanda obviando la verdadera razón, Alejandro.
Valencia la había recibido con un cielo espectácular. El verano parecía tener prisa por llegar a orillas del Turia. Amanda aprovechó la mañana para tomar el sol en la terraza. Sí, verdaderamente, había acertado en venirse a casa de sus padres. El mundo se veía de otro color estando bajo el brazo de papá y mamá. Cerca de las dos la voz de su hermana comenzó a oirse desde el otro lado de los setos. Dejó la novela sobre la tumbona y tras desconectarse los auriculares del Ipod se levantó para saludarla.
_Hola, Amanda, ¿no crees que te estás quedando en los huesos?_preguntó su hermana recriminándola mientras tenía claro que algo pasaba. Amanda siempre bajaba de peso en momentos de nerviosismo.
_Igual he bajado un par de kilos, el trabajo que no he parado estas últimas semanas_dijo abrazándola._.Tú estás muy guapa, tienes una luz especial en los ojos_comentó mientras veía la sonrisa de su hermana.
_¿Tú crees?
_Sí, lo creo. ¿Qué pasa?_preguntó al ver la sonrisa de Cris._.Uhm, estás tú muy misteriosa, ¿y Vicente?
_Vendrá luego. Tenía partido con los amigos, cualquier día se jode una pierna. Estos se piensan que siguen teniendo quince años. ¡Qué bien huele en esta casa! _dijo entrando._¿Has hecho buñuelos, mami? ¡Cómo se nota que la hija pródiga ha vuelto a casa!_bromeó.
Amanda miraba a su hemana detenidamente. Había algo diferente en Cris. No sabía el qué pero irradiaba felicidad por todos lados. Sí, su hermana siempre había sido muy risueña pero no era eso. Sus ojos brillaban de manera especial. De pronto se quedó mirando el volumen de sus pechos.
_Cris, ¿te has puesto silicona o es algún tipo de wonderbra?
_¿Qué? Noooooo_dijo sin poder evitar la risa mientras Luz no podía evitar mirar a su hija mayor._.Muy bien, iba a esperar a que llegara Vicente pero nada, visto lo visto me adelando, mamá, papá_dijo al ver que su padre entraba en la cocina._,¡ vais a ser abuelos!
_¡Voy a ser tía!_ gritó Amanda saltando de alegría y dándole un abrazo a su hermana mientras a su madre le saltaban las lágrimas de emoción. Aquel iba a ser su primer nieto.
_¡Qué callado te lo tenías! ¿Cuándo te has enterado?_preguntó su madre.
_Ayer fui al ginecólogo, tengo ocho semanas. No quería decir nada hasta no estar del todo segura.¡Vaya ojo que tienes Amandita!_ bromeó.
* * *
_Sabía yo que tu historia con Alejandro no iba a terminar bien. Pero ¿le has comentado tus sentimientos?_preguntó su hermana.
_No, ¿estás loca? Si le digo algo ya está, todo se habrá acabado entre nosotros.
_¿Y piensas vivir así toda la vida? Siendo nada, siendo su amiga especial. ¡No jodas, Amanda!_dijo Cris subiendo la voz sin darse cuenta.
Amanda y Cris se habían sentado en la terraza. Cris sabía que a su hermana le pasaba algo. La notaba apagada, no era la sonriente Amanda de siempre. Sí sus labios mostraban su eterna sonrisa pero sus ojo no.
_No, precisamente, por eso estoy pensando seriamente en decir que sí a la oferta de trabajo. Alejarme de él me vendrá bien.
_Estoy de acuerdo pero no sólo eso, es eso y ser sincera contigo misma. Tú no quieres ese tipo de relación y te estás haciendo daño.
_Lo sé.
_¿Se los has dicho a papá y mamá?
_Lo del trabajo sí,lo de Ale no.
_Ya imagino.
_La verdad es que ahora sabiendo que voy a ser tía más ganas me dan de venirme.
_Ah, claro a tu hermana que le den_bromeó Cris.
_¿Qué secretitos tienen mis pequeñas?_preguntó su padre sentándose en medio de sus hijas mientras dejaba la bandeja con las tazas de café en la mesa.
_Nada, papi, convenciendo a tu hija para que diga que sí a trabajar en Valencia.
_Déjala, no la obligues Cris, eso es algo que ha de decidir ella.
_Sabes papá, yo creo que cada vez lo tengo más claro_comentó Amanda con una sincera sonrisa.
_Nos alegraría mucho cariño pero antes de decidir has de estar segura del todo.
La balanza cada vez se inclinaba más por su regreso al mediterráneo. Amanda sabía que era lo mejor para ella. Necesitaba alejarse de Alejandro. Alejarse de aquella relación que iba a terminar por asfixiándola a ella y a su amigo. La decisión no estaba tomada pero cada vez tenía menos dudas sobre qué responderle a su jefe. La voz de Bublé invadía el coche. Aquella canción inevitablemente le traía la imagen de Alejandro a sus pensamientos. Sí, ella también lo tenía metido en su piel. A veces se preguntaba cómo no se había dado cuenta antes de lo que le estaba pasando. Sus sentimientos no habían surgido así sin más, de alguna u otra manera, siempre había estado enamorada de él. ¿Cómo se puede estar tan ciega de no ver sus propios sentimientos?
Aún le quedaban casi dos horas de camino para llegar a casa. El móvil sonaba en su bolso. Alejandro. No podía contestar. Suponía que él se daría cuenta que iba conduciendo al no contestarle. En un par de días Alejandro se iría, ese viaje también la ayudaría a alejarse de él. Sí, aquella separación les vendría bien. Ella sentía la imperiosa necesidad de poner distancia entre ellos así podría pensar mejor. El teléfono volvió a sonar. No, no era Alejandro. No era su canción. Estaba cerca de la estación de servicio. Pararía a tomar un café. Estirar las piernas y ver quién la llamaba. Nada más bajarse del coche el teléfono volvió a sonar. Alejandro otra vez.
_Hola, Ale, estoy a dos horas de casa. No, no estoy condiciendo. Acabo de parar a tomar un café. Odio viajar sola es la mar de aburrido. ¿Cenar? Bueno, vale. ¿Traes tú la cena? Bien, de acuerdo. Calcula el tiempo. Cuando esté entrando en Madrid te hago una perdida. Vale. Hasta ahora.
Nada más terminar de hablar con Alejandro miró las llamadas perdidas. Quería saber quién la había llamado. Sergio había sido Sergio. Entró en la cafetería y tras pedir un café lo llamó.
_Hola, Sergio, perdona que no contestara me pillaste conduciendo. No aún estoy de vuelta. No, no, acabo de parar a tomarme un café. Vaya, no, no puedo. He quedado. ¿Nos vemos mañana? Si quieres comemos juntos. Otro para ti.
Era tan encantador. Sergio era perfecto pero ella no estaba enamorada de él, ese era el gran problema.No quería jugar con él y menos si decidía marcharse a Valencia. Tenía que hablar con él. No podía dejar que él se hiciera falsas esperanzas con ella. Terminó el café, el cual no estaba mal para ser de una estación de servicio, pasó por el cuarto de baño y de nuevo en marcha. Se notaba la cercanía del verano, las tardes eran cada vez más largas. Daba alegría poder disfrutar hasta más tarde de la luz del sol. Hora de llamar a Alejandro. Estiró su mano y pulsó el número de marcación rápida, por supuesto, su número estaba entre sus elegidos. Dejó sonar el teléfono un par de veces hasta que su amigo colgó al otro lado de la línea.
_Amanda, sabes que no deberías haber quedado con él, al menos no en tu casa_dijo en voz alta mientras se acercaba a su casa.
Madrid, 2008
Tuvo suerte. Nada más entrar en su calle encontró aparcamiento, algo poco habitual. Nada más bajarse del coche vio a Alejandro esperándola ante el portal. Lo saludó con la mano mientras abría el maletero para coger su trolley. Según se acercaba su corazón latía con más fuerza, tenías unas ganas enormes de besarlo pero no, no lo haría. No sería un saludo normal. Amanda contrólate pensaba mientras se acercaba.
_Muy buenas, ¿qué tal el finde en casita de papá y mamá?_dijo Alejandro dejándole un par de sonoros besos.
_De maravilla, sin ganas de volver.
_¿Querías dejarme abandonado?
_Te recuerdo que el miércoles te marchas a Londres por un par de meses así que no soy yo la abandonadora_dijo abriendo la puerta.
_Touché.
_Sabes, ¡voy a ser tía! Mi hermana está embarazada.
_Enhorabuena, ¿qué pasa con la gente y los niños?
_¿Por?
_Gustavo me ha dicho que él y Helena van a ponerse manos a la obra, que quieren ser padres. Ganas de perder libertad.
_Bueno, supongo que entra dentro de la normalidad. Vamos cumpliendo años y todo cambia. Además, Helena y Gustavo llevan juntos una eternidad, es normal que quieran evolucionar como pareja.
_Si tú lo dices. Yo sólo pensarlo se me ponen los pelos de punta.
_Eso es porque no has encontrado a la persona adecuada_dijo abriendo la puerta de su casa.
_Bueno, pero dentro de diez años tenemos una cita, ¿no?
_¿Qué?
_¿Ya lo has olvidado?
_No, no lo he olvidado. Igual dentro de diez años todo ha cambiado entre nosotros.
_¿Y por qué va a cambiar?
_¿Y si conoces a una inglesa y te enamoras?_comentó Amanda dejando la maleta en su habitación mientras Alejandro la observaba desde la puerta con la bolsa de la comida china en la mano.
_¿Una inglesa? No, no, no. Déjame tal y como estoy. ¿Cenamos?
_Sí, esa comida huele muy bien y yo tengo hambre. Anda vamos a poner la mesa_dijo cogiendo un par de platos de cerámica roja._.Sabes, también hay otra posibilidad.
_¿Qué? ¿De platos?_rió Alejandro.
_No, hablo de esa supuesta cita. Hay muchas posiblidades que dentro de diez años sea yo la que haya encontrado al hombre de mi vida, incluso igual, teniendo en cuenta que para entonces estaré en los treinta y nueve, podría ser que fuera madre.
_Bueno, me gusta los riesgos.
_No, sabes lo que dices Ale. La vida da muchas vueltas.
_Vale, pero si en una de éstas tú y yo seguimos sin compromisos ni vainas de esas tenemos una cita en Canadá para lo del niño_bromeó.
_Bueno, visto asi me lo pensaré_dijo ente risas._.Un viaje pagado a Canadá más un concierto de Bublé bien vale un hijo_bromeó.
_¡No jodas que he de pagarte el viaje!
_¡Faltaría más! Anda siéntate a comer. Ya está bien de tonterías por hoy.
* * *
_¿Te veo antes de irme?_preguntó Alejandro en la puerta.
_Eso espero o ¿te vas a marchar sin más?
_No, claro que no. ¿Nos vemos mañana? ¿Comemos juntos?
_Vale. No, no puedo he quedado ya. ¿Te vas el miércoles, no?
_Sí, ¿con quién has quedado? ¿Sergio?
_Sí. ¿Ya has preparado la maleta?
_Casi.
_Bueno, igual cambio lo de la comida. Mañana te digo. Buenas noches.
_No, no lo hagas por mí. Nos podemos ver el martes.
_Vale.
_Buenas noches_dijo dándole un suave beso en los labios._.Siempre dulces.
_¿Qué?
_Tus labios, debe ser esa cosa que te pones, siempre saben dulces, como tú.
¿Por qué tenía que decirle aquellas cosas? Siempre conseguía romperla. Sí, lo mejor que les podía pasar, especialmente, a ella era aquella separación. Aquella sustitución bajo la sombra del Big Ben les vendría bien. Luego sería ella la que se encargría de alejarse. Sí, lo tenía decidido. Necesita irse de Madrid y nada mejor que volver a casa.
_¿Entonces estás segura?_preguntó Javier.
_Sí, me apetece un cambio de aires y me hace ilusión estar en el nacimiento de la revista.
_Bien, creíamos que eras la mejor candidata pero también he de decir que a mi lado egoísta no le gusta tu marcha. Me hubiese gustado que siguieras con nosotros.
_Me va a dar mucha pena irme, la verdad, es esa. Aquí dejo buenos amigos, Madrid es mi segunda casa y, la verdad, es que no me puedo quejar de lo bien que me han tratado en el trabajo.
_Bueno, sabes que aquí siempre tendrás las puertas abiertas.
_Gracias, Javier.
_Entonces tras el verano.
_Sí, Javier, me gustaría que estoe fuera un secreto aún no quiero que se sepa.
_Vale, no pasa nada. Tus compañeros no sabrán nada hasta que tú lo quieras_dijo Javier._Amanda, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Una pregunta un tanto personal?
_Sí_contestó extrañada Amanda porque sabía que su jefe era la mar de discreto y no se metía en los asuntos personales de los trabajadores.
_¿Ha pasado algo entre Analia y tú?
_Uff, Javier, prefiero no hablar de eso. Es demasiado largo de contar y me gustaría no hablar sobre ello.
_Vale, de acuerdo. Sólo me había extrañado el cambio de mesa en la última semana, mientras no afecte al trabajo sabes que no me meteré.
_Gracias, Javier.
Ya era hora de comer. Amanda dejó la chaqueta en el respaldo de su silla. No le haría falta, el sol lucía con ganas y apenas se alejarían de las oficinas. Cogió el bolsó y salió de la oficina bajo los atentos ojos de Analia, quien sabía que había perdido a su amiga. No sabía si Amanda podría perdonarla algún día por su desliz. Tenía claro que había metido la pata hasta el fondo y, ni ella misma, se lo perdonaba. Amanda entró en el ascensor, Sergio ya estaba en él.
_Esto es casualidad_dijo Amanda.
_Tenemos cronometrados nuestros relojes_bromeó Sergio._¡Estás muy guapa! Menos mal que no trabajamos juntos, contigo cerca sería imposible concentrarse.
_¡Adulador!_exclamó Amanda._Gracias por la parte que me toca.
_¿Desde cuándo decir la verdad es adular?_preguntó con una amplia sonrisa en la cara Sergio mientras la invitaba a salir del ascensor.
_Anda,anda, vamos a comer que se nos echa la hora encima.
Sí, Amanda lo tenía claro. Tenía pendiente una conversación con Sergio. Necesitaba decirle la verdad. La verdad de sus sentimientos, de su próximo traslado. Él no se merecía que ella le dejara coger ilusiones. Sí, cualquier chica se podría enamorar de él pero, por el momento, para ella era imposible.
Elva Marmed