Nunca Fuímos Dos: Capítulo 25.

Valencia, Abril 2014.



             Amanda contemplaba a su hijo dormir. Era increíble pensar que estuviera a unos días de cumplir cuatro años. En apenas cuatro días sería su cumpleaños. El tiempo pasa muy rápido. Ya ni me acuerdo de cuando eras un bebé, pensaba Amanda mientras acariciaba la cabeza de su pequeño que se había quedado dormido acurrucado en el sofá viendo por décimo quinta vez Monsters S.A..Ya se sabía los diálogos de memoria, él y ella. Amanda se levantó del sofá con cuidado para no despertar a Diego tenía que preparar su cama antes de llevarlo.

_Uff, piratilla, ya casi no puedo contigo._comentó al coger a su hijo.

               Amanda acostó a Diego y no pudo evitar quedarse mirándolo una vez más. Es tan maravilloso ver a un niño dormir. Imposible no quedarse embelesados contemplando esa cara de paz y tranquilidad, que se les pone al entrar en el mundo de los sueños. 

_Te quiero, Diego._Susurró tras dejarle un par de besos en la frente. _Cada día te pareces más a tu padre.

 

           Amanda salió de la habitación y tras prepararse un té verde regresó al salón. Apagó la película de dibujos animados y buscó por los diferentes canales algo con lo que evadirse del estrés diario. Amanda necesitarías unas vacaciones. Unas vacaciones de verdad. Unas vacaciones para ti, pensaba mientras veía un reportaje de playas paradisiacas. Uhm, casi puedo notar el sol en la espalda.¿Seré egoísta por necesitar unas vacaciones sin niño, sin teléfono, sin ordenador? Hacía tanto tiempo que no tenía unas vacaciones así. ¿Cuándo había sido la última vez? 

        Imágenes de sus vacaciones comenzaron a venirle a la mente. París, Praga, Londres, Amsterdam eran algunos de los lugares visitados antes de Diego. Ciudades visitadas junto a Alejandro. Sí, habían hecho un buen recorrido por la geografía europea y española. Cada vez, que llegaba un puente, aprovechaban para conocer algún sitio nuevo. ¿Cómo demonios nos iban a durar las parejas si llegaba el verano y nos íbamos los dos solos de vacaciones? pensó sin poder evitar una cierta nostalgia.

****

           El murmullo de las olas casi la mecían. Amanda disfrutaba de la calidez de los rayos de sol sobre su piel. Definitivamente aquello debía ser el paraíso, el  paraíso terrenal. Alargó su brazo para bajar el espaldar de la hamaca y poder tumbarse boca abajo y sentir los rayos de sol en la espalda. 

_Uhm, debo estar en el cielo._Murmuró mientras se desabrochaba la tira del bikini para no tener marcas en la espalda.

           Ni un minuto tardó en sentir el frescor y la suavidad de la crema protectora recorriendo cada centímetro de la piel de su incipiente bronceada espalda. Sí, definitivamente aquello era un sueño hecho realidad, podría quedarse eternamente en aquella hamaca. El eterno dolor de espalda, consecuencia de las largas horas frente al ordenador, estaba olvidado. El sol, el mar y aquellas manos hacían maravillas. Sí, hacía tiempo que no se sentía tan bien.

_¿Te apetece un mojito?_Escuchó junto a su oído.

_Sí, por favor._contestó sin levantar la cabeza.

_Ahora vuelvo.

        No se quedó dormida pero casi. Estaba tan relajada, que no le extrañaría caer en brazos de Morfeo de un momento a otro.

_Perezosa, aquí tienes tu mojito o te has dormido.

_Estoy despierta aunque si hubieras tardado un par de minutos más te hubieses tenido que beber mi mojito también_comentó riendo mientras se abrochaba el bikini para sentarse.

_¿Cree la señora qué podremos hacer algo más que disfrutar del sol y la playa en estos días?_preguntó Alejandro dándole su copa.

_Uhm, ¿pero qué más quieres hacer? ¿No hemos venido para eso?_Rio.

_Mi querida Mandy, tú habrás venido para eso, yo no._dijo al tiempo que se sentaba junto a ella y la besaba apasionadamente.

_¡Estamos en la playa!

_¿Y qué? Sólo te he besado. ¿Algún problema? ¿Está prohibido besar en la playa?

_No, bueno, tú sí que tienes mucho peligro.

_¿A sí?_Preguntó con cierto tono irónico en la voz._La culpa es tuya.

_¿Mía?_Lo interrumpió Amanda.

_Sí, tuya..._contestó volviéndola a besar haciendo que el mojito de Amanda estuviera apunto de caerse de su mano.

****

                Amanda abrió los ojos. La taza de té estaba en peligro de terminar desparramada en el sofá. Amanda dejó la taza sobre la mesa. Tenía calor. Mucho calor.  Amanda miró a su alrededor. Estaba en el salón de casa. Todo había sido un sueño. ¿Cómo era posible? Parecía tan real. Calor. Tenía calor. Se levantó del sofá, estaba sofocada. Necesitaba que le diera el aire. Desconcertada salió a la terraza. La noche estaba agradable para disfrutar de ella. Sus ojos se clavaron en la infinidad del cielo. ¿Le parecía a ella o había más estrellas visibles de las habituales? Fuera como fuese el cielo estaba precioso. Se sentó para disfrutar de aquella ligera brisa.

               ¿A cuenta de qué viene este sueño?,pensó mientras contemplaba las estrellas. Hacía tanto tiempo que Alejandro no invadía sus sueños. Estaba completamente segura de haber superado aquella etapa de su vida en la que soñaba con él. Tras su último encuentro soñó con él durante meses. Primero eran sueños agradables en los que él venía y le decía que la quería. Luego, sólo lo veía alejarse cada vez más mientras escuchaba "Nunca te he dicho que te quiero".




                    Amanda se quedó mirando a las estrellas. Diego, las estrellas no pueden concederte ningún deseo, cariño. ¡Ojalá, no te hubiese contado historias sobre ellas y su magia! Si fuera posible no hubiésemos sido dos desde hace mucho tiempo, pensó Amanda frotándose los ojos porque le había parecido ver una estrella fugaz.

_Olvídalo, Amanda, tu hijo te está contagiando de sus fantasías._dijo levantándose y entrando en la casa.

Madrid, Abril 2013.

            Las risas de Alejandro y Gustavo resonaron en el salón. Eran los únicos, que quedaban ya, Jose y Carlos se habían marchado hacia un rato a sus casas respectivas. Gustavo dormiría en casa de Alejandro. Helena le había otorgado una noche libre. Sabía que la necesitaba. Helena tenía claro que Gustavo necesitaba una noche alejado de pañales, biberones y niños. Ella también la necesitaba. Ya haría lo mismo un día de estos con sus amigas, cuando Lena tuviera un par de meses más y pudiera distanciar más las tomas de leche. Dar de mamar tiene muchas cosas buenas pero también tiene sus consecuencias, aunque vale la pena. 

_Aquella tía iba a saco. ¿Me puedes explicar que coño ven las tías en ti? De verdad, Ale, siempre has sido mi héroe.

_Soy irresistible._Bromeó Alejandro._¡Y yo qué sé! ¡No tengo ni idea!

_Bueno, ¿y qué pega tenía ésta?

_¿Qué?

_Sí, dime, ¿cuál era el problema porque la tía era impresionante?

_Nada, no me apetece tener un lío ahora.

_¿Desde cuándo Alejandro Rodríguez no aprovecha una oportunidad?_Preguntó en tono sarcástico Gustavo porque sabía la respuesta._Ah, sí, desde que tiene un amor imposible porque reconoce que es por Amanda.

_Joder, ¿vamos a empezar otra vez con el tema Amanda? Esto no se va a acabar nunca, ¿verdad?

_Mientras tú no hagas borrón y cuenta nueva, no.

_¿Cómo coño quieres que lo haga si no dejáis de nombrármela cada dos por tres?

_No, no, no. Vale, que nosotros la nombremos de cuando en cuando, pero reconóceme que tú sigues pensando en ella.

_¿Por qué voy a reconocer algo que no es cierto?

_¡Y una mierda!

_¿Qué quieres que te diga, Gustavo? ¿Quieres oír que me jode haber dejado pasar la oportunidad de estar con la mujer de la que..._Alejandro se calló. _Joder, Gustavo, ¿por qué has tenido que sacar el temita éste? Te juro que lo he intentado por activa y por pasiva pero no logro quitármela de la cabeza y ahora menos.

_¿Por qué?

_Joder, con esto de trabajar en conjunto con los de Valencia. El próximo viernes estaré en Valencia. ¿Quién me iba a decir a mí que llegaría un día que iría a Valencia y no sería para estar con Mandy?

_Igual se cruza en tu camino.

_¡Gustavo, no digas gilipolleces!

_¡No son gilipolleces! Hablo en serio, recuerda que los niños y los borrachos no decimos mentiras y ahora mismo, yo estoy un poco achispado._dijo entre risas.

_Un poco no._Rio Alejandro.

_Pues, eso, más sabiduría tengo. Igual esto es sólo vuestro destino y os volvéis a reencontrar. ¿Por qué no? Ambos trabajáis en el mismo sector y, tú mismo, me has dicho que hay una tal Amanda en el equipo de Valencia. ¿Y si es ella?

_Sí, Gustavo, sí. Seguro que es ella._contestó irónico Alejandro.

_Vale, ya hablaremos el próximo viernes a esta hora. Cronometremos los relojes._Bromeó Gustavo haciendo ver que ponía a punto el suyo._Joder, siempre había querido decir esa frase "cronometremos los relojes"._dijo estallando en carcajadas acto seguido.
_Tú estás muy mal, la paternidad te está volviendo loco._Rio Alejandro._Anda será mejor que nos vayamos a dormir.
_Sí, será lo mejor. He de aprovechar hoy que puedo._dijo siguiendo a Alejandro y entrando en el despacho detrás de él. Nada más entrar en el despacho Gustavo observó lo ordenado que estaba todo._Tío, siempre has sido muy ordenadito. Es increíble cómo está esto si yo llego a vivir solo hubiese sido un caos. Gracias que tengo a Helenita, ella me controla._comentó entre risas._¡Cómo no fotos de doña Amanda! Amanda en la universidad contigo, otra con Amanda, otra más y eso, ¿qué es? ¿Un vale por un cappuccino en la piazza Navona? Amigo, tú estás mal._dijo dándole un par de palmadas en la espalda.
_Tú sí que estás mal. Quítate la ropa y acuéstate anda. Si necesitas algo ya sabes que estás en tu casa. Hala, me voy a dormir.
_¡Qué sueñes con los angelitos...digo con Amanda!
_Porque estás borracho porque si no te estabas ganando  una paliza. Anda, acuéstate ya. Buenas noches._dijo antes de cerrar la puerta.

                Alejandro sabía que era verdad, hasta un ciego se daría cuenta que seguía pensando en Amanda. A pesar de los años, casi cinco ya, no había dejado de pensar en ella ni un solo momento. Nada más enterarse que en el equipo de Letras había una Amanda el corazón le dio un vuelvo pero pensó que era una tontería. Estaba seguro que sólo era una coincidencia en el nombre. De hecho, ni siquiera tenía claro si finalmente Amanda estaba en Valencia o en otro sitio. Alejandro recogió los vasos, que quedaban sobre la mesa. En eso, también tenía razón Gustavo, sí siempre había sido ordenado y no soportaba dejar las cosas sin recoger. Fregó los vasos y tras dejarlos sobre el escurridor salió a la terraza.
            El buen tiempo estaba empezando a llegar. Cada vez hacía menos frío por las noches. Se está muy bien aquí ahora mismo,pensó apoyándose en el muro del balcón. Por unos momentos su mirada se quedó perdida. ¿Hay siempre tantas estrellas?,pensó.

_Mandy, si sólo pudiera explicarme y pedirte perdón por haber hecho el imbécil._dijo al tiempo que se sorprendía al ver el resplandor de una estrella._¡Uauh, una estrella fugaz! Hacía mucho que no veía una. Debo estar de suerte.

Valencia, Abril 2013.

_Esther, aún sigo sin entender para qué he de comprarme un vestido para el viernes. Tengo un montón de vestidos, que nadie de la oficina me ha visto, y aún he de terminar las compras para la fiesta de cumpleaños de Diego._dijo Amanda ante el escaparate mientras contemplaba el vestido, que su amiga le indicaba.
_Mamá, no nos podemos olvidar de la bandera pirata, de los vasos, los platos, ¿hay servilletas piratas?
_Ves lo que te digo_dijo mirando a su amiga en medio del centro comercial._No, cariño, no nos olvidaremos. Ahora iremos a por todo.
_Diego, cielo, ¿te importa que entremos un momento en esta tienda para que mamá se compre un vestido?_comentó Esther acariciándole la cabeza a Diego.
_No,claro que no_dijo comprensivo Diego.
_Ves, entramos y te lo pruebas. Ese vestido verde debe quedarte de impresión. Te lo digo yo.
_Vale, está bien, vamos a entrar porque no vas a parar hasta que me lo pruebe, te conozco.
_Así me gusta, chica obediente. Vamos Diego a que mamá se compre un vestido para estar muy guapa._comentó Esther tomando de la mano a Diego.
_¿Más aún?
_Ooh, si algún día tengo un hijo quiero que sea como tú._dijo Esther dándole un beso al pequeño, que la miraba con ojos pícaros.
_Si te digo yo que éste tiene mucho peligro. Anda, adulador,vamos a entrar.

            Amanda dio un par de vueltas delante del espejo. Sí, Esther tenía razón el vestido era una auténtica monada, parecía estar hecho para ella. Nunca hubiese elegido un vestido verde pero aquel vestido le quedaba realmente bien. Viéndose en el espejo pensaba qué zapatos ponerse. Sí, se lo llevaba. ¿Por qué no?, pensó mirándose una vez más. Esther y Diego le aplaudieron al escuchar que se llevaba el vestido.

_Mamá, si papá te viera con ese vestido se caería de culo._dijo dejando atónitas a Amanda y Esther.
_Sí, eso seguro._contestó Esther mientras le hacía un gesto con los hombros a Amanda

          Amanda le sonrió a su hijo. No le dijo nada. Ni siquiera fue capaz de preguntarle de dónde había sacado esa expresión. Pagó el vestido y salieron en busca de todo lo necesario para la fiesta pirata. Diego andaba como loco con su nueva bandera pirata y con los parches, que habían comprado para sus amigos. No paraba de hablar sobre lo que harían en la fiesta. Tras comprar platos, vasos, piñata, mantel y todo lo necesario para hacer la tarta regresaron a casa.

_Mami, ¿puedo ver una peli de dibujos?_preguntó Diego nada más entrar en casa.
_Primero toca ponerte el pijama. Esther, ¿lo ayudas mientras dejo todo esto?
_Ok, sin problemas. Vamos a su habitación, capitán pirata._dijo Esther cambiando la voz.
_Sigueme, grumete._contestó Diego entre risas._Tía Esther, ¿tú tienes pañuelo pirata?
_Por supuesto._contestó rápidamente. Le encantaba cuando la llamaba tía. Quería a aquel pequeñajo como si fuera un auténtico sobrino.
_Vale, porque sin pañuelo no podrás venir a mi fiesta.
_¡No lo olvidaré!

              Poco duró despierto Diego. Amanda no había terminado de preparar la cena cuando Esther entró en la cocina avisándola que Diego estaba dormido.

_Bueno, no pasa nada. Al fin y al cabo él ha merendado muy bien. Ahora podremos cenar tranquilas las dos.
_Es un verdadero encanto.
_Sí, lo sé. Bueno, que te voy a decir yo. No soy parcial.
_¡Cómo que eres su madre! Pero, la verdad es que es un encanto de niño y muy maduro para su edad.
_Sí, la verdad es que sí. Esthercita, controla esto y así lo meto en la cama. Por cierto, hay una botella de vino blanco en la nevera podrías ir abriéndola.
_Uhm, ¡qué rico!

            Esther estaba abriendo la botella de vino cuando Amanda regresó a la cocina. Tras echarle un vistazo al revuelto de gambas y setas apagó el fuego. Ya estaba en su punto.Amanda cogió un par de copas y sirvió el vino, dejando las copas en la mesa, que ya estaba preparada para cenar.

_Está bueno este vino.
_Sí, sí que lo está._contestó Amanda.
_Bueno, ¿qué es eso de que su padre se caería de culo si te viera con el vestido nuevo?
_Ni idea, son las cosas de Diego. Ya es que me da miedo a preguntarle nada, por eso, opté por hacer oídos sordos._contestó al tiempo que servía el revuelto.
_Ya, ya me di cuenta.
_A veces creo que Diego está haciendo castillos en el aire. ¿Te conté lo de su deseo, no?
_Sí, el de fin de año.
_Bien, pues, el otro día me preguntó si se podía formular dos veces el mismo deseo y, tras decirle yo que sí, me dijo que entonces pediría lo mismo para su cumpleaños.
_Pero, ¿te dijo su deseo?
_No, se supone que no lo sé. Tiene grabado a fuego que los deseos no se pueden saber para que se cumplan.
_¡Qué lindo es!
_Sí, pero ya me da pena. Joder, podría pedir deseos normales. Un juguete nuevo, un viaje a Disney, hasta un perro pero no quiere un imposible.
_¿Por qué imposible?
_¡Esther!
_No, Esther no. A ver en esta vida no hay nada imposible. Improbables muchas cosas, imposibles nada.
_Muy bien, ¿qué posibilidad existe que Ale y yo terminemos juntos? No, no me lo digas. Te lo digo yo. Ninguna. No existe ninguna porque él nunca ha estado enamorado de mí. Otra cosa distinta es que yo me arme de valor me plante en Madrid y le diga "Cariño, tienes un hijo. Se llama Diego y tiene cuatro años".
_¿Y lo vas a hacer?_preguntó Esther dándole un nuevo sorbo a su copa._Oye, el revuelto está muy bueno.
_Pues, supongo que en algún momento me tocará y, me temo que el momento está llegando.
_Y, ¿cómo lo harás?
_No lo sé.
_Y si Alejandro te dijera "Amanda, te quiero".
_Me despertaría porque seguro que estaría soñando.
_Ahí, ahí quería yo llegar. ¿Sigues estando enamorada de él?
_No, ¿por qué dices eso?
_¿Tal vez porque le has puesto pegas a todo tío, que ha intentado salir contigo?
_Eso no significa que esté enamorada de Alejandro. Y te recuerdo que la gran mayoría han salido por patas al enterarse que era madre.
_Sí, sí...

Elva Marmed

               







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