Valencia, Febrero 2009
_No entiendo por qué vas a cambiar de número_dijo Esther mientras caminaban rumbo a la tienda de telefonía.
_Quiero dejar de esperar su llamada. Quiero dejar de estar esperando inútilmente un "te quiero, Mandy" así que cambio el número y se acabó. Ya no podré esperar esa llamada porque ya no tendrá mi número.
_Amanda, ¿sabes que nunca vas a poder olvidarte de él, verdad? Esperas un hijo suyo.
_Lo sé, Esther y llegado el momento no me quedará más remedio que buscarlo. En algún momento tendré que contarle la verdad, pero eso ocurrirá cuando a mí me dejen de temblar las piernas con su simple recuerdo.
_Muy bien, tú sabrás lo que haces pero ¿sabes la locura de tener que dar tu nuevo número?
_Bueno, tampoco tengo tanta gente en mi lista de contactos, ja ja ja.
_Tú ríete pero a mí me parece una soberana estupidez.
_No mayor que vivir esperando algo que no va a ocurrir_dijo entrando en The Phone House.
Error o no, lo cierto es que aquella era su decisión. Decisión tomada tras seis meses infructuosos de espera. Amanda sabía que ella misma le había dicho a Alejandro, que no la llamara, que necesitaba alejarse de él y olvidar sus sentimientos. Sin embargo, en el fondo, albergaba la ilusión de que no le hiciera caso y la llamara. Sí, sin duda alguna, ella esperaba su llamada. Su llamada de desesperación tras darse cuenta de lo mucho que la echaba de menos y la quería. Esperaba esa llamada de película, en la que Alejandro estuviese desesperado recorriendo las calles de Valencia buscándola. Pero no, seis meses después de su último encuentro no se había producido esa llamada y ella seguía esperándola. No, no estaba dispuesta a seguir esperando escuchar el I"ve got you under my skin sonar en su móvil. No, tampoco pensaba llamarlo. ¿Para qué? Ella no podía ser su amiga. No, sus sentimientos no habían cambiado y tampoco estaba dispuesta a que él decidiera estar con ella por Diego. Diego, la idea de que Diego naciera sin conocer a su padre le dolía. También le dolía el hecho de ocultarle su existencia a Alejandro. No, no iba a cambiar de opinión.
En unos días tendría su nuevo número así que Alejandro aún tenía una posibilidad de redimirse. ¿Redimirse? se preguntó. _No ha de redimirse por nada_dijo en voz alta mientras se quitaba las botas sentada en la cama. Horas les quedaban para realizar una posible comunicación, al menos por parte de él. Cada vez estaban más lejos. Justo ahora que debían estar más cerca cada vez se alejaban más. Estando únicamente a trescientos cincuenta y cinco kilómetros de distancia, a menos de cuatro horas de camino. Pero,a veces lo que matemáticamente está cerca la realidad nos lo aleja, como era el caso. Sí, a veces la distancia no se mide en kilómetros ni en horas de camino, se puede estar solo en compañía y acompañado en soledad.No, no estaré sola. Tengo a Diego y a mi familia pensó.
_Lo siento, Diego. Nunca, nunca imaginé esta situación. Nunca pensé que iba a estar lejos de tu padre. Nunca creí...
Amanda acariciaba su cada vez más evidente barriga mientras las lágrimas inundaban su rostro.
_Lo siento, cariño, de verdad. Prometo que algún día lo conocerás. Tú mereces conocerlo y él a ti pero ahora no va a poder ser. No sé qué te contaré de tu padre pero nada malo te puedo decir de él. ¿Sabes que es un patoso bailando?Lo bien que se le da dar patadas a un balón y lo mal que coordina sus piernas para bailar pero lo intenta_dijo sonriendo_,de vez en cuando me ha regalado algún bailecito. Sí,como en mi pasado cumpleaños. Uff, parece que ha pasado un millón de años y aún no hace ni uno. Vaya, Diego, acabo de darme cuenta que los últimos años lo he celebrado siempre con él y éste no estará él pero si tú. Diego_dijo volviéndose a acariciar la barriga mientras no apartaba sus ojos de ella._,prometo que tú sabrás bailar. Ya me encargaré yo de ello. Si tienes el encanto de tu padre y encima sabes bailar, uff, serás ¡la leche de mayor!_comentó sin poder evitar la risa._Uff, ¡qué diferente podría ser todo!
Amanda se levantó de la cama. Hacía rato que se había liberado de las botas. Se quitó la ropa y tras pasar por la calidez de la ducha, hidratarse cuidadosamente la piel, apenas había engordado cinco kilos pero se cuidaba de no terminar con estrías en su barriga, y ponerse el pijama se dirigió a la futura habitación de Diego. Sí, su madre había hecho un trabajo estupendo. Aquellos barcos piratas con velas rojas y blancas uno y ,azules y blancas el otro,eran una verdadera maravilla. Aquellos barbudos piratas con pañuelos de alegres colores en su cabeza serían protagonistas de miles de sueños y aventuras de su hijo. Sí, cada vez le gustaba más aquella habitación. Aquellas paredes azul clarito y aquel mar simulado con dos navíos piratas mientras parte de la tripulación abordaba a la otra era digno de ver. Desde la cuna se divisaba a la perfección aquel colorido abordaje si no te distraías con los muñecos del carrusel ,que colgaba de ella. Amanda lo puso en marcha y enseguida comenzó a sonar la dulce melodía. La emoción recorrió su cuerpo. En breve, en apenas trece semanas ya tendría a su piratilla acostado en su cuna. Tenía tantas ganas de verle por fin la cara. Diego, como si pudiera leer los pensamientos de su madre, comenzó a moverse. Una patada por aquí, un codo por allá, haciendo su presencia más que notable.
Amanda se sentó en el cómodo sillón orejero instalado en la habitación. Allí le daría de mamar a su pequeño. ¿Y si no sé hacerlo? No, no, eso es imposible.pensaba mientras disfrutaba de la comodidad de aquel sillón._ Uhmm, sí, ha sido una buena elección. Creo que aquí nos daremos más de una siesta_dijo al tiempo que se levantaba._.Diego, no sé tú pero mamá tiene hambre.
Mamá, aquellas dos sílabas retumbaron en su cerebro. Era una palabra tan simple y bonita. Albergaba tanto. _Mamá, ¡voy a ser mamá!_dijo en alto como si acabara de darse cuenta de aquel detalle.¿Y si no sé ser madre? ¿Y si soy mala madre?¿Cómo aprende uno a ser mamá?.De pronto, un millón de dudas y preguntas la asaltaban. Abrió la nevera y contempló su contenido. No tenía claro que le apetecía. Sí, ya lo tenía claro. Se haría un revuelto de espárragos y champiñones.
Madrid, Febrero 2009
No. No la había llamado. No estaba seguro de qué decirle. No tenía claro qué sentía por ella. Sí, las canciones de la noche anterior le habían revuelto por dentro. Sí, era verdad que no podía dejar de pensar en ella pero, sencillamente, porque la echaba de menos y eso era algo normal. La suya era una amistad de once años, y no decía doce porque los últimos seis meses habían estado distanciados. No, no quería perderla pero no podía llamarla y decirle que necesitaba a su amiga cuando ella esperaba otra cosa. Nunca había sido indeciso, por eso, no entendía que le estuviera costando tanto tomar aquella decisión. ¿Por qué te tuviste que enamorar, Amanda? ¿Por qué cruzaste la frontera si estábamos muy bien? se preguntaba mientras se daba cuenta que sólo uno de los dos había estado bien en aquella relación, él. Amanda no lo había pasado bien. ¿Cómo no se había dado cuenta él de los sentimientos de ella? No lo sabía. Amanda era un libro abierto. No podía disimular si le gustaba alguien o no porque su cara la delataba y, sin embargo, misteriosamente, él no se había dado cuenta de aquellos sentimientos. ¿Alejandro, no te diste cuenta o no quisiste verlo? se preguntaba mientras sacaba la pizza del horno.
Encendió la televisión. Dejó la pizza sobre la mesa mientras descorchaba una botella de vino. Una noche de viernes en casa. En casa y solo. Penoso, le resultaba penoso. Se sentó a la mesa mientras pensaba lo mucho que había cambiado su situación desde su viaje a Londres. No, desde aquella estancia en Navacerrada. ¿Cómo iba a imaginar él que su regalo de cumpleaños se iba a convertir en el fin de su amistad?¿Cómo iba a imaginar que un fin de semana de relax iba terminar de aquella manera?Cientos de preguntas le venían a la mente mientras hacía triángulos, los cuales parecían milimétricamente iguales, en la pizza. Dio un sorbo a su copa de vino. ¿Cuántas noches de viernes había cenado con Amanda? Muchísimas. Había pasado más tiempo con ella que con cualquiera de sus novias. Sí, cierto, Amanda era la chica con la que más tiempo había pasado. Sí, ella era la única chica con la que había tenido una relación estable. ¿Relación estable? se preguntó mientras disfrutaba de una porción de pizza.
No estaba seguro que aquella fuera la mejor manera de definir su relación. ¿Estabilidad? ¿Podía utilizarse aquel sustantivo para hablar de una relación entre amigos? ¿Qué clase de amigos eran ellos? ¿Era tan de locos pensar que dos amigos podían disfrutar del sexo entro ellos? ¿Tenía razón Gustavo cuando decía que todo lo sucedido era previsible? Dio un sorbo a su copa de vino y cogió otro de aquellos perfectos triángulos isósceles.¿Cuánto tiempo llevaría Amanda enamorada de él?¿Cuánto tiempo había estado él viviendo en la inopia? Y sobre todo la pregunta del millón le venía mientras volvía a tomar otro sorbo de vino.¿Qué coño sentía él? ¿Cuáles eran sus sentimientos? ¿Era como le había dicho Gustavo inmaduro sentimentalmente hablando?
_Joder, Alejandro, descubre lo que coño sientes para que puedas llamarla y plantearle lo que sea, recuperarla como amiga, sólo amiga, o como novia_dijo cogiendo otro triángulo._.Novia, creo que sería la primera vez que mi padre estaría contento con una novia mía.
****
Sí, lo tenía claro. Ya lo había decidido. Le había costado tomar una decisión pero ahora sí sabía cuáles eran sus sentimientos hacia Amanda. No, Amanda no era una amiga, ni siquiera una amiga especial. No, él sentía por ella algo más. De hecho, en los últimos días mientras veía fotos de antiguas novias se dio cuenta de sus verdaderos sentimientos. Había habido una Helena, una Silvia, una María y la dulce Margarita, tan dulce que empalagaba, y ninguna era como su Mandy. No, ¿cómo había podido ser tan necio?¿Cómo había salido con aquellas chicas teniendo a Mandy a su lado? Bueno, sí, porque Mandy había tenido un par de novios en el camino. Y sobre todo, ¿cómo se había liado con Analia? Ahora entendía el enfado de Amanda al entararse, su cara al escuchar el nombre de la que era su amiga.Sí, Amanda, su Mandy era la chica de la que siempre había estado enamorado. Ahora sí que podía llamarla. Ahora ya conocía sus sentimientos. Ya sabía qué decirle. ¿Seguiría ella esperándolo?
Nada más salir de la redacción sacó el móvil del bolsillo. ¿Para qué esperar un minuto más?¡Demasiados meses había dejado pasar!¡Demasiado tiempo le había llevado darse cuenta de sus propios sentimientos!Marcó el número y esperó. Amanda tenía el teléfono apagado o fuera de cobertura. Era miércoles, igual estaba aprovechando el día del espectador en el cine aunque pensándolo bien era temprano para eso. Estaría en una reunión. Sí, eso le pegaba a Amanda, a su Mandy, estar liada hasta tarde en el trabajo. Llamó a Gustavo de camino al coche.
_¿Cómo estáis? ¿Cómo está Helenita? Me alegro que esté mejor, este fin de semana deberíamos hacer algo. Sí, pero el sábado pasado era normal, todo estaba demasiado reciente. ¿Tiene molestias físicas? Ya, psicológicas pero ¿ha dicho algo el médico? Pues, si ha dicho que es algo de lo más habitual él es quien sabe. Gus, he decidido llamarla. ¿A quién va a ser? ¡A Mandy! Sí, tío, no sé cómo he podido estar tan ciego. Estoy enamorado de ella. Es más nunca he sentido esto por nadie.¿ Y si lo sabías por qué no dijiste nada? Vale, vale, está bien. No, no, la he llamado pero tiene el teléfono apago o fuera de cobertura, la volveré a llamar luego.Te dejo que ya he llegado al coche. Un beso para Helena. Sí, maruja, te llamo y te cuento.
Nada más llegar a casa volvió a llamarla. Nada. Ningún cambio. El teléfono seguía apagado o fuera de cobertura. Miró la hora. Las ocho. Igual seguía reunida. Este número está apagado o fuera de cobertura. Volvió a escuchar el mismo mensaje al volver a llamar media hora más tarde. A las nueve el mensaje seguía siendo el mismo. Mismo mensaje a las nueve y diez. Nueve y veinte. Nueve y media. Este número está apagado o fuera de cobertura.volvió a escuchar a las diez y a las diez y media. A las once. No, aquello no era normal.Igual Amanda había apagado el teléfono por algo y había olvidado encenderlo. Volvería a llamarla al día siguiente.
****
Nada más levantarse la llamó. Sí, es temprano pero Mandy estará levantada pensó mientras marcaba el número. Nada. Seguía escuchando la voz de la telefonista. Igual había dejado olvidado el teléfono en la oficina. No era algo tan descabellado. A él mismo alguna vez le había pasado. Repitió la llamada a las ocho. A las nueve. A las diez. A las once. A las doce. No, aquello no era normal.
_No he dejado de llamarla. La he llamado ya no sé cuántas veces,¿y si le ha pasado algo, Gustavo?_dijo a su amigo por teléfono. Los nervios lo estaban matando. Ahora que se había decidido pasaba esto, ¿por qué?¿Estaban los astros poniéndose en su contra?
_No desesperes. ¿Qué le va a pasar? ¿Por qué no te vas a Valencia este fin de semana?
_¿Y a dónde voy? El año pasado se mudaron sus padres así que no tengo ni idea de dónde buscarla.Joder, Gus, ¿y si he esperado demasiado?
_¿Tú, estás del todo seguro que está en Valencia, no?
_En realidad no. No lo sé, ¿cómo voy a saberlo? ¡He estado seis meses sin hablar con ella! ¡Seis meses sin verla, sin oírla, sin hablarle, sin olerla, sin besar...sus labios de fresa.
_Sí, lo sabía. Tú estás muy pillado.
_Sí, pillado y jodido por gilipollas.
_No desesperes. Vuelve a intentarlo más tarde.
_¿Y si ha cambiado de número?
_¿Y por qué iba a hacerlo?
_Para no saber nada de mí.
_¡No digas tonterías! Y vuelve a intentarlo.Te dejo que tengo clase en un rato. Luego hablamos.
****
Entre llamada y llamada. Entre un este teléfono está apagado o fuera de cobertura y otro este teléfono está apagado o fuera de cobertura llegó marzo. La primavera estaba cada vez más cerca, siete meses había estado lejos de ella y ahora empezaba a plantearse que aquel día de agosto iba a ser definitivamente su último encuentro. No, no iba a dejar de llamarla.¿Y si en algún momento volvía a escuchar su voz? Hoy, hoy es el día pensó mientras volvía a marcar aquel número. ¿Oía bien? No se lo podía creer el teléfono daba señal. Ya no salía la odiosa y enlatada voz de la telefonista.
_¿Sí?
_¿Amanda? ¿Eres tú?
_¿Perdón?
_Mandy, soy Ale.
_Disculpa, creo que te has equivocado. No me llamo Mandy.
_No, no me he equivocado. En la pantalla de mi móvil sale el nombre, Mandy.
_Pues, lo siento. No soy yo.
_¿Tienes este número desde hace mucho?
_No,un par de días.
_Vaya, así que definitivamente tenía razón y Mandy cambió de número. Perdona las molestias.
_Nada. No pasa nada_dijo antes de colgar.
_¿Y ahora?¿Qué hago ahora?¿Es esto el fin, Mandy?¿Te he perdido para siempre?
Valencia, Marzo 2009
_Cariño, yo creo que debías plantearte quedarte en casa. El embarazo está muy avanzado y ni a tu padre ni a mí nos hace ilusión que estés sola.
_Mamá, no me va a pasar nada. No soy la primera madre soltera de la historia.
_Sí, eso ya lo sé, pero piénsalo. Nosotros estaríamos más tranquilos si te quedaras en casa. ¿Y si te pones de parto?
_Hermanita, mamá, tiene razón. No seas cabezota y vente a casa de mamá. Aquí estarás mejor.
_¿Esto es un complot?
_No, un complot no. Es actuar con lógica. No tienes ninguna necesidad de estar sola porque no lo estás_comentó Luz.
_Vale, está bien. Prepararé algo de ropa mañana y me vendré a casa_dijo resignada pero sabiendo que su madre y hermana tenían razón.
_Es más, al nacer Diego te vienes a casa. No, no, Amanda, no me mires así. Al menos un par de semanas te vienes a casa y está todo dicho.
_¡Mamá!
_Ni mamá, ni nada. Sabes perfectamente que no me meto en vuestras vidas, que os he dejado siempre hacer las cosas a vuestra manera, aunque pensara que os estabais equivocando.
_Eso lo dices porque no estás de acuerdo con mi decisión de no decírselo a Alejandro. Pensaba que ya estaba todo dicho sobre este tema, que ya estaba zanjado.
_Sí, lo está. Tú lo has decidido y yo he aceptado. Te entiendo aunque no te comprendo pero no voy a dejarte a ti y a mi nieto solos nada más salir del hospital. Tu hermana tenía a Vicente en casa. Tú no vas a tener a nadie así que al principio te quedas aquí y no hay nada más que decir.
Amanda no dijo nada. Sabía que aquello era lo mejor. Ahora que cada día estaba más cerca el momento de ver la cara de Diego estaba más asustada. ¿Sería ella capaz de afrontar la maternidad sola?¿Sabría ser madre? ¿Y si no era capaz de cuidar a su hijo?Luz enseguida notó en la cara de Amanda su preocupación.
_No te preocupes. Todo va a ir bien. Vas a ser una madre estupenda, ya lo verás, pero prefiero que estés unas semanas con nosotros_comentó abrazando a su hija.
_Mamá,¿y si no soy capaz?
_No digas tonterías Amanda, ya verás que sí puedes. Además, aquí estamos todos para ayudar en lo que haga falta.
_¿Cómo iba a imaginar yo que el día que volviera a casa vendría con todos estos líos?
_Sí, cariñet, pero ya verás que lío más precioso vas a tener. Tengo unas ganas de ver ya la carita de mi nieto.
Madrid, Marzo 2009
_¿Qué te pasa, cariño?_preguntó su madre al ver a Alejandro jugando con la comida.
_Nada.
_No me creo ese nada_contestó Almudena.
_¿Pasa algo en el trabajo?_preguntó su padre.
_No,no. No tengo quejas del trabajo.
_¿Entonces? ¿Qué ocurre?_insistió Almudena.
_Mandy_contestó._,Amanda, mamá, eso ocurre. He sido un imbécil.
_¡Hombre, ya te has dado cuenta!_Saltó su padre.
_Sí, ya me he dado cuenta pero tarde.
_¿Tarde, por qué?_intervino su madre._.Nunca es tarde si la dicha es buena, como se suele decir.
_Tarde porque ella no quiere saber nada de mí. Me he dado cuenta que estaba enamorado de ella demasiado tarde.
_Entonces, iba por ahí la cosa. El motivo por el que ella se fue_dijo su madre.
_Sí, ella me dijo abiertamente que me quería y yo le dije que no estaba enamorado de ella. Bueno, eso fue lo que nos separó, la decisión ya la había tomado antes por mi gilipollez.
_Si ya sabía yo que esto más tarde o más temprano ocurriría_comentó Joaquín.
_¿La has llamado?¿Has hablado con ella?_continuó su madre.
_Sí y yo_dijo removiendo con el tenedor el estofado a un lado y al otro del plato._La he llamado pero ha cambiado de número. Está claro que no quiere saber nada de mí.
_¿No tienes ninguna otra manera de contactar con ella?
_No, mamá. Sus padres se mudaron antes del verano pasado y no conozco su nueva dirección.
_Pero, Amanda está...
_Déjalo estar Joaquín_dijo rápidamente Almudena interrumpiendo a su marido._.Déjala, todo necesita su tiempo. Igual, ella misma, cuando menos te lo esperes te llama. Si vuestro destino es estar juntos lo estaréis, más tarde o más temprano. Ya lo verás y ahora come que te estás quedando en los huesos.
Elva Marmed