Esta semana me llamó la atención una imagen sobre la cumbre de una montaña publicada en el diario El País, donde una larga hilera de personas bien pertrechadas ascendía sobre la nieve ya pisada.
Justo encima de la instantánea se desvelaban algunos de los titulares del artículo:
“Romería de montañeros en el pico Everest. Pedir turno en el Everest.”
¿Una peregrinación a 8.848 metros de altura hacia la mismísima cumbre del mundo conocido?
Enseguida fijé mis pupilas entrenadas por años de sesiones ante un revelador digital de fotografías: sin duda se trataba de un buen fotomontaje realizado por algún virtuoso del Photoshop.
Esta vez mi sentido común me engañó, frente a la realidad que mis pupilas delataban abiertas como platos.
Esa fotografía formaba parte de una realidad tan sorprendente como exasperante. O al menos así parece que se sintieron los alpinistas Habeler y Messner, dos insensatos que en 1978 encumbraron por primera vez el Everest sin una triste botella de oxígeno.
“Son turistas”, musitaba entre sus dientes uno de aquellos dos héroes que se jugaron el bigote hace 40 años.
No hace mucho tiempo me encontraba en una encrucijada de caminos cerca de Sarria, cuando un nutrido grupo de personas acababa de apearse de un autobús para acometer, supongo, los últimos kilómetros de etapa hasta Portomarín.
Todos con la misma camiseta amarilla junto con una micro-mochila de plástico y cuerdas a juego sobre la espalda. Una homogénea romería de sombras amarillas que zigzagueaban por las corredoiras gallegas.
“Son turistas”, musité entre mis dientes
Sherpas en el Camino de Santiago
Todo autobús congrega un considerable número de caminantes sobre una senda, que a veces es tan estrecha como el último tramo del Everest, salvando las alturas claro está.
Un grupo bien nutrido necesita de un líder que amalgame las diferentes expectativas de cada individuo.
Resuelto esto, nace el guía, el sherpa del Camino, un experto que nos va a solventar todos los problemas que a buen seguro van a surgir por docenas.
¿Para qué vas a afrontar una dificultad si ya has pagado a alguien que te la resuelva? Sería de tontos, o mucho peor, sería tirar el dinero.
¿Realmente necesitas de un guía para hacer el Camino de Santiago?
Mira que es complicado perderse en el Camino con la profusión de señales de todo tipo, tamaño e incluso color que jalonan la ruta jacobea.
Aún así a veces ocurre. ¿Y qué? No hay nada mejor que perderse para reencontrarse después, sobre todo con uno mismo. Sí, para abandonar a ese perfecto desconocido en que nos hemos convertido durante demasiado tiempo.
Ligeros de equipaje
Messner y Habeler subieron al Everest muy ligeros de equipaje, cada kilogramo de peso a esa altitud se convierte en una losa que te arrastra pendiente abajo.
Su fe y perseverancia les condujeron hacia una cima que en múltiples ocasiones bien pudo ser su última tumba.
Alguna de las personas que aparecen en la fotografía de El País, contrataron a varios guías a la vez y decenas de litros de oxígeno embotellados para coronar la cumbre sin añadir más riesgos indeseables.
Nuestros protagonistas de amarillo apenas llevaban peso, pues su grueso de equipaje viajaba a buen recaudo seguramente en las bodegas del viejo autobús.
Realmente un peregrino no necesita portar tanto en su mochila. Encontrar un equilibrio entre ligereza y necesidad es un buen ejercicio para todo mochilero.
Creo que recordar que tengo un post escrito a este respecto. Quizá te sea de ayuda en este punto del artículo.
Te recomendamos: qué llevar al Camino.
El problema de los residuos
Parece ser, sigo leyendo en el artículo, que coexisten dos vías principales para llevar al viajero hasta la cima del mundo: la nepalí y la china.
Pues bien, hasta tal punto han visto los chinos cómo está de basura el patio de atrás del Himalaya, que han cerrado su chiringuito de las expediciones temporalmente para limpiar toneladas de desperdicios.
El Camino de Santiago tampoco es ajeno a la masificación en algunos de sus puntos, y lógicamente esto tiene una clara repercusión en su ecosistema.
La generación y el tratamiento de basuras en ecosistemas que no están preparados para recibir a cientos de miles de caminantes al año, es todo un reto del que no siempre se sale airoso.
Pero no todo recae en recoger y tratar basuras, sino también en no generar y reciclar por parte de todos y cada uno de nosotros, los peregrinos.
Hacer el “Camino Sostenible” es una asignatura que no existía en la edad media, pero hoy en día es un imprescindible de la que todos y cada uno de nosotros somos responsables.
Cumbre llamando a campo base
Si ya has visualizado la cumbre del Everest con cientos de personas haciendo cola para la foto de la cima, imagina cómo están los diferentes campos base desde los que se accede ordenadamente a la cumbre.
No me extraña que China cierre los campamentos, por abuso y degradación de los recursos naturales de una zona que hasta hace sólo 40 años era prácticamente virgen.
Se ha puesto de moda subir al Everest como también hacer el Camino de Santiago. De esto ya nadie duda visto lo visto.
Y la moda es un jugoso negocio que trastoca la sana relación entre el viajero, su viaje y el entorno natural por donde transitará.
Difícilmente volverá a ser lo mismo, aunque quién sabe, las modas pasan, cambian pero también vuelven.
En no pocos casos, la atención al peregrino en función del precio hoy se perfila como tanto pago, tanto valgo. ¿Dónde quedaron el socorro de los antiguos hospitales de peregrinos?
La actitud del peregrino se simplifica a menudo con esta expresión: exijo porque pago. ¿Dónde quedaron los peregrinos que aceptaban lo que el Camino proveía?
Esta mañana mismo, la dueña de un albergue privado olvidó de un plumazo mi reserva, su compromiso conmigo y la amabilidad con la que se recibía al peregrino. ¿La razón? Le sobran clientes, ni más ni menos.
Prometo hacer una lista de albergues en el Camino de Santiago donde aún sobreviva la hospitalidad hacia el viajero. Próximamente en este blog.
Respeto por el Everest y el Camino de Santiago
Messner afirmó:
La mayoría de los que pisan el Everest jamás deberían hacerlo.
Y yo me pregunto:
¿La mayoría de los que pisan el Camino de Santiago jamás deberían hacerlo?
No se trata tanto del riesgo a morir despeñado o congelado, como del respeto a una escalada única, a un camino único.
Hay un síntoma muy claro: cada vez más peregrinos de largo recorrido huyen de los últimos 100 kilómetros del Camino Francés, para “encumbrar” Santiago de Compostela saltando a otros caminos.
¿Qué están viendo estos peregrinos para dar semejante rodeo?
El renacer del Camino de Santiago durante el siglo pasado formaba parte de un viaje interior, una gran aventura exterior y una tenaz determinación.
Hacer el Camino no es poner sellos sobre una credencial, es una forma de viajar y entender tu viaje. En su origen, la Ruta Jacobea era una peregrinación a la tumba del apóstol como vía de aprendizaje y purificación.
No hay peor viajero que el que desconoce su viaje y cree que es libre para hacer lo que estime oportuno, pero realmente sólo es un esclavo de su propia ignorancia.
¡Buen Camino!
Fuente: este post proviene de WomanToSantiago, donde puedes consultar el contenido original.
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