Cola para entrar por la Puerta del Perdón de la Catedral de Santiago de Compostela
Sin embargo, si escudriñamos al detalle cada una de esas experiencias jacobeas, seguramente una buena parte de ellas versarían acerca de las personas con las que coincidimos, quizá otras tantas sobre esa variadísima gastronomía rica y sanadora, y por supuesto también no pocas sobre los paisajes urbanos, rurales o naturales que descubrimos con mayor o menor atención.
Todo lo anterior, bien encapsulado, mezclado en las dosis adecuadas y madurado durante un buen lapso de tiempo, cristaliza con toda certeza en recuerdos reconvertidos ya en experiencias inolvidables para siempre.
Quizá todo esto sea suficiente, y podríamos concluir con rotundidad que hemos hecho el Camino de Santiago experimentando sus numerosas bondades sobre nuestras propias carnes.
Peregrinos en el Camino de Santiago Francés
¿Y si no fuera suficiente?
Si este sugerente cóctel no es eso que todos conocemos popularmente como “hacer el Camino de Santiago”, sino más bien otra grata experiencia sobre una nueva forma de viajar con la mochila al hombro.
¿Vosotros qué pensáis?
Yo tengo mi opinión personal, como casi todo lo que aparece en este blog, e intransferible, como toda experiencia que se interioriza a través de mi particular percepción de la realidad.
Desmontando el Camino
Voy a tratar de deconstruir este cóctel viajado, aparentemente imbatible, compuesto a priori de entrañables compañeros de viaje, no pocas sabrosas viandas y un sinfín de variados paisajes bajo el paraguas de una leyenda medieval.Sólo tres materias para definir un Camino tan complejo, compañía, gastronomía y geografía podrían parecer pocas, pero si lo piensas detenidamente, casan con la mayoría de las experiencias que un peregrino guarda en su memoria tras su visita al Apóstol.
La compañía no hace al peregrino
Uno de los tópicos de las rutas jacobeas más manido es el de viaja al Camino para conocer gente en el mejor de los ambientes; sí, ese buen rollo que se palpa en los albergues entre los peregrinos venidos desde uno y otro confín del orbe.Fachada de albergue público de peregrinos
También está esa nueva ruta conocida como el “Camino del Amor”, otro nivel más de la pirámide social en la que se ha convertido la peregrinación a Santiago.
Nadie duda del importante valor emocional que tienen las relaciones humanas dentro de la senda del Camino, sin embargo en mi opinión, el peregrino que desea “hacer el Camino” buscaría más bien los lazos perdidos con su propia persona, sin que ello resulte en una renuncia a conocer personas interesantes que sumen, aunque sólo fuera por contrastar argumentos.
Cada uno de nosotros tenemos un ritmo al caminar que nos hace acercarnos a algunos peregrinos, y a la vez, alejarnos de otros, como de igual manera tenemos distintos ritmos para disfrutar de un viaje tan especial como éste.
Rectas largas y solitarias del Camino de Santiago Francés
No podemos siempre acomodar nuestros pasos al peregrino más cercano, como tampoco cambiar el ritmo de experimentar todo un Camino de Santiago.
Encontrar tu propio ritmo interior –y exterior– te hace disfrutar de una deliciosa soledad, pero sobre todo de un atronador silencio, tan necesario por otra parte en estos tiempos de tanto ruido.
Y creo además que no hay mejores etapas para ello que las que cruzan Palencia y Burgos; sí, ese tipo de tramos aparentemente monótonos que muchos peregrinos dicen saltarse por una desidia o prisa incomprensible.
La gastronomía tampoco hace al peregrino
No hará al peregrino, pero oiga: ¡cómo la disfruta!Bajo este epígrafe voy a pasar del “Camino del Amor” –o de la amistad sempiterna– al tour gastronómico en el Camino de Santiago.
Nadie duda a estas alturas que probar un cocido maragato en León o unas pochas con chistorra en Navarra –por poner sólo dos ejemplos entre miles dentro de la exquisita gastronomía española– es revivir parte de la historia y cultura del Camino de Santiago.
De vez en cuando un homenaje para degustar los productos de la tierra es un enorme deber en la lista de cosas por hacer del peregrino fetén.
Ración de vieiras a la plancha
Sin embargo el día a día manda, y los peregrinos son nómadas de muy largo recorrido que acaban siendo tan cocinillas como andarines. Otra cosa es que de vez en cuando te salga alguna ampolla en el pie o un garbanzo negro en el puchero, por muy experimentado que uno sea.
Incluso el ayuno obligado llega en más de una jornada, porque aún existen Caminos en España donde la imprevisión se paga con irte sin cenar a la litera; el bendito exceso de aventura tiene estas cosas. ¡Y ahora levántate a la mañana siguiente y ponte a andar con el estómago vacío!
Por cierto, son muchos los sabios y eruditos que eligieron el ayuno para dar luz a sus legados, sin ir más lejos el mandamás de todo este invento del Camino de Santiago, Jesús de Nazaret con sus 40 días y sus 40 noches de ayuno en el desierto.
Mucho ánimo entonces que el Camino Francés “sólo” tiene 33 días de recorrido si todo te va rodado, y aunque los peregrinos no somos dioses como Jesús, estamos muy cerca del Olimpo de los viajeros terrenales.
Peregrinos en Roncesvalles, punto de partida del Camino Francés en España
Por último, el paisaje no hace al peregrino
Recuerdo a una mujer –tampoco fue la primera– no hace mucho tiempo, buscando mi consejo, me hizo la siguiente pregunta:–¿Cuál es el Camino más bonito para llegar a Santiago? –preguntó.
–¿Qué buscas en tu Camino de Santiago? –respondí.
–No me apetece andar por asfalto, prefiero sendas de poca pendiente, mucha naturaleza salvaje y por supuesto también un poco de costa –añadió.
Senda por bosque en el Camino Primitivo
–¿Y de cuántos días dispones para hacerlo? –volví a preguntar.
–Pues 5 días claro, los 100 últimos kilómetros a ser posible porque quiero llegar andando a Santiago de Compostela –concluyó.
Evidentemente lo que estaba buscando esta señora era la piedra filosofal del Camino de Santiago, aún más difícil de encontrar que el Santo Grial de los Templarios.
El peregrino de antaño en pos de la tumba del Apóstol buscaba, como el agua en su ruta hacia el mar, la ruta más fácil y segura para llegar a Compostela a ser posible vivo.
Iglesia de Santiago de Roncesvalles, siglo XIV
No estaba entre sus planes visitar bellos parajes remotos donde ser sorprendido por ladrones o alimañas, ni dormir bajo el manto de la Vía Láctea sobre la arena de una playa de un Cantábrico embrabecido, como tampoco elegía los tramos por donde circulaban las caravanas comerciales que les servían de protección por la bondad de sus pendientes.
Tocaba simplemente sobrevivir durante su viaje de ida y vuelta del Camino, algo tan sencillo y tan vital que nos debería hacer reflexionar sobre qué es experimentar el auténtico Camino de Santiago.
Senda solitaria del Camino Francés
Resueltos hoy por hoy los problemas de seguridad, hospedaje y restauración en casi todas las rutas jacobeas, retornar a la sencillez y vitalidad de aquellos tiempos es recuperar la esencia de un viaje de aventuras único.
¿Te animas? ¡Disfruta de tu propia experiencia en el Camino de Santiago!
Catedral de Santiago de Compostela en la Plaza del Obradoiro