Sin embargo, no todo el mundo tiene la oportunidad de agregar semejante cantidad de tiempo. ¿Debo por tanto renunciar al Camino de Santiago?
No. Todo Camino comienza siempre con un primer paso, así que hemos pensado en una ruta por el Camino de 3 días para abrirte el apetito peregrino, y quizá, aunque sólo quizá, sea el aliciente apropiado para el gran esfuerzo que requiere lanzarte al Camino de largo recorrido.
Poco tiempo, muy poco para saborear las mieles jacobeas, es cierto, pero quizá suficiente para ese primer bocado de realidad que abra el apetito por buscar el resto de las esencias.
Y es que existen alternativas igualmente gratificantes que te dejarán entrever ciertos sabores del Camino.
Mi tiempo de calidad es finito, incluso a veces la rutina lo hace más pequeño aún, pero no intentarlo por falta de tiempo no es una opción para un futuro peregrino. Si agrupar días es un problema para ti, reserva al menos 3 o 4 días para abrir tu apetito viajero.
Uno de esos fines de semanas largos, o quizá no tanto si Galicia te queda más a mano.
Planazo: ruta por el #CaminodeSantiago en 3 días ¡Anímate! #WTSBlog
Clic para tuitear
Conozco a un buen puñado de viajeros y peregrinos que realizan el Camino de Santiago por tramos, empleando años en recorrerlo en su totalidad.
Cada año eligen un conjunto de etapas acorde a sus días disponibles, y al año siguiente empalman justamente donde lo dejaron. Así de fácil, así de sencillo, retomarlo justo donde lo dejaste. Yo también he probado de esta manera cuando el tiempo libre no acompañaba, porque renunciar durante un año entero al Camino de Santiago no era una opción.
Y así sucesivamente, año tras año, con el paso del tiempo acabamos culminando una de las grandes rutas del Camino.
Obtienen igualmente su Compostela, y la satisfacción que otorga el esfuerzo y la determinación de un peregrino por alcanzar la tumba del Apóstol caminando.
Son algo más que ideas, son situaciones reales que se dan en el Camino de hoy en día, nada que ver con aquellos peregrinos medievales donde se jugaban la vida en un recorrido que podía durar años.
La imaginación es tu mejor aliada cuando la decisión ya está tomada. El tiempo no importa, la voluntad manda.
Y puestos a tomarla en firme, ¿porqué no comenzar con una escapada de 3 o 4 días?
Como ejemplo concreto, vamos a presentarte, paso a paso, día tras día, esta ruta diseñada sólo para el caso de tener poco tiempo para hacer un Camino.
Nos ponemos en marcha: una ruta de tres días
Vamos a poner pie a tierra y llamar a las cosas por su nombre.Estamos de viernes, pero desde el mismo principio de semana, probablemente mucho más tiempo, llevamos arrastrando las mariposas de la aventura revoloteando en el estómago. Con lo cual, prácticamente, gracias a los preparativos y expectativas llevamos de viernes toda la semana.
Derrochando buen ánimo y falta de sueño nos vamos de viaje a la población lucense de Sarria, nuestro punto de partida.
Allí estamos a poco más de 100 kilómetros de Santiago de Compostela: la popular cifra de la Compostela, tu diploma de peregrino válida también para corto recorrido.
Primer día. Sarria, una ciudad por y para el peregrino
Cuando llega la primavera y el verano, Sarria hierve por todos sus rincones de un efervescente ambiente peregrino. En cada taberna, bar o café popular hay corrillos por doquier de peregrinos contando sus vivencias pasadas y futuros.Allí se mezclan los peregrinos que acaban de comenzar con los experimentados que vienen de los Pirineos, o incluso más allá. Sólo agudiza el oído y aprende porque pronto serás uno de ellos.
En definitiva, Sarria es un buen comienzo para introducirte en el ambiente peregrino sin haber pasado por las etapas previas. Tiempo habrá para ello, como también lo habrá para que poco a poco cojas tanto cariño a tu viaje, como para que estos 3 días te parezcan un largo y contenido aliento.
El primer día, Sarria una ciudad por y para el peregrino #CaminodeSantiago #WTSBlog
Clic para tuitear
Como acabamos de aterrizar en Sarria, vamos a intentar reservar la tarde para andar y tomar contacto con la esencia del Camino.
Mochila al hombro, buscamos la primera flecha amarilla (en su casco antiguo abundan –demasiado diría– más que escasean). Nos mandarán hacia arriba, toca subir, tomaremos altura hasta el mirador. Nos despediremos de Sarria observando sus tejados.
Un puente romano en el Camino
Desde allí al Monasterio de la Magdalena, que además es de obligada visita. Tenemos tiempo, hoy apenas haremos 5 kilómetros, suficientes para estirar las piernas tras el traslado a Galicia.Después de una interesante parada monástica, buscamos el valle y su río que cruzamos sobre el puente romano de Áspera. Para mí una de las pequeñas joyas arquitectónicas del Camino de Santiago.
Pequeño pero precioso fue, sin duda, el paso de miles de peregrinos durante también miles de años.
Una subida a la sombra de robles centenarios
Nos espera un paso refrescante a la orilla del río hasta llegar a la carballeira de la colina.El “carballo” es la vocablo gallego que designa al roble, y una carballeira por lo tanto sería un robledal.
En Galicia, los montes, pastos y tierras tienen dueño. Las “carbelleiras” también, se cuidan, se podan y se aprovechan en perfecto equilibrio entre naturaleza y la actividad agrícola del hombre.
Por lo tanto, no es de extrañar que muchas de ellas se encuentren mimadas cual jardín de una casa se tratara. Esto ayuda a conservar los bosques, prevenir incendios y a que crezcan altos y fuertes como robles, valga la redundancia.
En verano cuando el calor aprieta este rincón del Camino es especialmente agradecido. Descansar e hidratarte bajo sus ramas milenarias es un acto sumamente refrescante. Pruébalo, no pases por alto este pequeño placer sobre todo si aprieta el calor, más que un aliciente será una imperiosa necesidad.
La campiña lucense
Pronto la penumbra del bosque se torna en luz a la que poco a poco te acostumbras.De nuevo retorna el verde de los prados y nuestra senda se abre paso entre ellos. La pendiente se hace más suave en el corto tramo que ya queda para llegar a la aldea de Barbadelo.
Casi desde un kilómetro antes puedes oír el rumor de aquellos peregrinos que han tomado como fin de etapa esta aldea. Pero nuestro lugar para pernoctar no es éste. Al menos no es lo que espero como peregrina para disfrutar de una noche.
Esa parte de Barbadelo se ha convertido es una especie de hotel de recreo para turistas y mochileros donde la masificación esconde los verdaderos detalles.
El Barbadelo histórico del Camino de Francés
Sólo el olfato y la experiencia del peregrino de antaño hace mover las piernas apenas un kilómetro más adelante.Merece la pena exprimir la energías que te quedan para después recuperarlas con creces en cuerpo y alma.
Dejas a tu izquierda la bellísima iglesia de Barbadelo –no dejes la oportunidad de pasar a visitarla– y en seguida te das de bruces con las antiguas escuelas de Barbadelo, hoy albergue muncipal de peregrinos de la Xunta.
Y es desde aquí donde sale una senda asfaltada que antaño fue el Camino Francés histórico, y que en apenas 100 metros, te deja en la Capilla de San Silvestre junto al Albergue de Carmen.
Capilla de San Silvestre en el Albergue A Casa de Carmen
El Albergue de Carmen, un alto y un hito en el Camino Francés
La perfección no existe, pero los perfeccionistas parece ser que sí. Y aquí, en este lugar voy a pecar de esto último.No existe una sola temporada de Camino donde no busque pasar al menos una noche en casa de Carmen.
Más que albergue es un hogar, más que un restaurante es una casa de comidas caseras, y más que nada, es un lugar donde se respira la esencia del Camino de Santiago sin ambages.
¡Y eso es lo que somos en Woman to Santiago!
Más abajo, el rumor de la masificación apenas enturbia la calma de las auténticas tertulias de peregrinos.
Muchos son ya viejos conocidos del albergue, otros en cambio experimentan por primera vez sus bondades. Pero, tanto unos como otros, disfrutan como niños con zapatos nuevos.
Segundo día. Despertar en plena naturaleza
Tenemos aún todo el sábado por delante para llegar con suma tranquilidad a Mercadoiro.Aún la luz apenas traspasa la neblina, y apenas se intuyen los grandes y verdes pastos para el ganado.
Tomemos un buen desayuno y despidámonos de Carmen y Pedro como se merecen. “Nos volveremos a ver” es el leitmotiv que más se escucha cada mañana a primera hora.
Despierta en plena naturaleza #CaminodeSantiago #WTSBlog
Clic para tuitear
Por algo será, que el peregrino de antaño suele ser sabio, agradecido y por ende acepta de buen grado lo que se le ofrece.
Bajando al valle del río Miño
Desde la casa de Carmen a la aldea de Mercadoiro existen multitud de paisajes que definen a la perfección el paso del Camino Francés por tierras gallegas.Las sendas confluyen en corredoiras, esos estrechos pasos entre muretes de piedra que definen los prados, que te envuelven formando túneles que refrescan ideas y reverdecen tu espíritu de aventura.
Galicia es verde, un acertado tópico que justifica sin duda esta etapa. Y es verde porque llueve, incluso en verano, id bien preparados para el refresco por si acaso.
Galicia es agua que sale a tu encuentro en forma de arroyos, riachuelos, canales, fuentes y manantiales.
Caminar junto al constante murmullo del agua es comparable a quedarte dormido con el sonido de las olas rompiendo en la arena.
El oasis de Mercadoriro
Tras un sinfín de veredas y parajes de la Galicia más rural, la carga de kilómetros empieza a pasar factura.Es el momento de hacer un alto definitivo que bien podría ser también el del fin de etapa por hoy.
Mercadoiro una vez pasadas las horas más transitadas del Camino Francés, es un buen lugar para disfrutar la puesta de sol en plena naturaleza…
Simplemente déjate llevar por el pausado ritmo de la noche.
Tercer día. Portomarín, la ciudad salvada de las aguas
El bullicio de los primeros peregrinos de la mañana te despierta.Apenas 6 kilómetros restan para culminar este domingo. Un pequeño paseo matutino para salvar el valle del río Miño y terminar justo en la otra orilla.
No hay prisas en un desayuno a cielo abierto si el tiempo acompaña. Después nos unimos a los peregrinos más madrugadores que también buscan Portomarín como fin de etapa.
Pronto divisamos sobre la otra orilla del río, el nuevo asentamiento de Portomarín. El viejo quedó sumergido bajo las aguas del pantano.
Si hay suerte y las lluvias no fueron muy copiosas, emergerá del agua el antiguo puente de piedra de peregrinos. Será una delicia si tienes la oportunidad de usarlo.
Puentes sobre el Miño en Portomarín
Como único testigo de lo que fue, la iglesia fortaleza de San Juan fue trasladada piedra a piedra para perdurar en el tiempo, literalmente salvada de las aguas por sus propios vecinos. Cada piedra está numerada para su reconstrucción, como un puzzle. Aún esas marcas se mezclan con las de los canteros que la construyeron en otros tiempos muy lejanos.
Aún hoy impresiona desde tan lejos, y prácticamente actúa como faro para peregrinos despistados de última hora.
Encontrar un buen mirador con vistas al río para comer, conversar con el resto de peregrinos, y en definitiva pasar una relajada mirada no es complicado, y a la vez muy reconfortante.
Posiblemente, llegados a este punto del viaje, el tiempo habrá volado, la película de tu viaje habrá sido un corto a todo color, y tu instinto te dirá que tienes que montar de nuevo la mochila y partir hasta Palas de Rei, siguiente etapa oficial del Camino de Santiago Francés.
De esto precisamente se trata, de engancharnos a una aventura donde el destino no es el final, sino la mejor de las excusas para descubrir un recorrido memorable.
Fotografía de Woman To Santiago