Malos augurios no faltan en una sociedad cada vez más polarizada, donde el sentido común es pisoteado sin sonrojo por la ideología de turno.
“Malos tiempos para la lírica” –dirían los Golpes Bajos– cuando la ideología diluye al conocimiento, mientras se buscan argumentos lejos de la historia pero sobre todo demasiados alejados de cualquier mínima biblioteca.
Por fortuna nada está más lejos de todo este ruido que la comunidad que establece el Camino de Santiago, siempre en su versión más genuina, como aclararé un poco más adelante.
¿El Camino se convierte entonces en un asidero frente a este agitado presente?
Me gustaría decir que sí: creo que es algo deseable y además añado que factible.
¿Es deseable un Camino de Santiago distinto?
Aparentemente –o casi– todas las personas que han entrado en el Camino de Santiago, estarían por la labor de volver algún día con renovadas ilusiones.Ese retorno casi mayoritario podría sugerir –como poco– un buen recuerdo de una aventura, en definitiva un potencial deseo de revivirlo.
Más aún, en estos días de obligado confinamiento, los peregrinos vagan entre recuerdos del Camino mientras salen a entrenar durante sus franjas horarias.
No sólo se echa de menos el polvo del camino sobre un paisaje sin confines, sino sobre todo esa vivencia en comunidad que tantos adeptos ha creado: el “buen rollo” del Camino.
La Comunidad del Camino
Así como la “Comunidad del Anillo” de Tolkien poseía un equilibrio entre los perfiles de sus miembros para lograr el común objetivo, la del Camino se me antoja, hoy por hoy, un desmesurado mosaico de rasgos pero también de intereses.¿Es deseable este tipo de comunidades dentro del Camino? En mi opinión no es deseable ni tampoco sustentable.
No podemos intentar reeducar a nadie, ni siquiera desprogramar la genética que se hereda al nacer; jugar a dioses o demonios suele acabar en tragedia según nos enseña la historia.
Aunar objetivos es la segunda vía para visualizar mi particular concepto de mi “Comunidad del Camino”.
Realmente parece lógico deducir que el objetivo del genuino Camino de Santiago, debería ser el ideal común a cualquier peregrino que se tenga como tal.
No podemos confundir llegados a este punto las consecuencias de hacer el Camino de Santiago tras el Covid-19 –encontrar la paz interior, el amor de tu vida o la persona que olvidaste ser, por citar sólo algunos de sus axiomas más populares– con su propósito.
El propósito del Camino de Santiago
Al menos seamos respetuosos con la historia. El Camino consistió en viajar durante semanas, meses –incluso años– en un fabuloso esfuerzo por llegar y venerar las reliquias del Apóstol custodiadas en la catedral de Santiago de Compostela.Tal era su origen, así de conciso. Y si sobrevivías, lo cual no estaba ni mucho menos garantizado, ¡vuelta a casa por el mismo camino y medio!
Si queremos traducir a nuestros días este propósito, no podemos desenfocar el Camino en función de nuestros intereses y privilegiar ciertos sesgos personales.
Para condimentar esta receta os voy a presentar tres ingredientes esenciales que ligan el genuino propósito del Camino con el viaje actual del peregrino:
La soledad, como punto de inicio de un viaje personal donde eliges tu propia compañía –o la ausencia de ella– en cada momento del trayecto.
El esfuerzo, como moneda de cambio para lograr alcanzar el gran propósito de tu viaje. Para ganar algo que valga la pena casi siempre se requerirá de cierto esfuerzo.
El conocimiento, como vehículo para transportarte a los mismos escenarios y contextos del Camino que en su día dieron fe de su esplendor en Europa.Tres elementos –que bajo mi criterio– conforman este viaje, y sin los cuales, yo no entendería el deseo de hacer el genuino Camino de Santiago.
¿Es factible un Camino de Santiago distinto?
Confirmado mi deseo de hacer el Camino de Santiago tras el Covid-19, pasaríamos a analizar la parte de viabilidad del mismo.Un retorno a los principios del Camino que sustentaron las peregrinaciones jacobeas, requiere cambios respecto a la situación heredada de 2019.
No se trata de volver al bordón de avellano, al sombrero de ala ancha, los pies desnudos, la esclavina al hombro, el zurrón o la calabaza rezumante de vino para acabar durmiendo bajo el manto de la Vía Láctea.
Hoy en día ya existen comodidades que modulan ese esfuerzo tan necesario, a las que por otra parte no tenemos porqué renunciar.
Creo que existen algunas acciones más contemporáneas que pueden ayudar a revivir el Camino de Santiago. Por mi parte voy a centrarme en las tres siguientes:
Comunicación del Camino
Los “comunicadores” del Camino de Santiago según sus principios fundacionales, tenemos una responsabilidad a la hora de trasmitir Camino.No todo vale, sobre todo cuando los objetivos del Camino de Santiago se miden por cifras de visitantes o ingresos acumulados.
Se trataría de trabajar las historias del Camino, saber de dónde venimos para orientar nuestro viaje. Cultivar los contextos de los múltiples lugares y destinos por donde el trazado de las rutas jacobeas pasan.
El peregrino debe convertirse en un viajero ávido de conocimiento desde el mismo día que comienza su Camino, es decir, desde el momento en que tomas la decisión de hacerlo.
Surgirán lugares desconocidos por visitar que equilibren los tramos menos concurridos, no todo se debe comprimir en los últimos 100 kilómetros del Camino de Santiago. Hay vida –y mucha– más allá de tramo.
Todo peregrino debería tener al menos una ideología basada en una mínima biblioteca, donde poder rebatir el ruido que bombardea actualmente al Camino de Santiago.
El Camino sustentable
Sí, he escrito sustentable. Un lugar sustentable haría del Camino un “ser vivo” autosuficiente, capaz de nutrir a sus pobladores y mantener su entorno.Este tipo de desarrollo no requiere de una intervención exterior, si bien puede verse amenazado ante un turismo de masas.
Me diréis que es un buen intento de idealizar el Camino, y sin embargo este concepto puede ser ungido de cierto pragmatismo.
Unos numerus clausus que mitiguen la masificación, y por supuesto, la anhelada Compostela para aquellos peregrinos que al menos recorran a pie los últimos 300 kilómetros de cualquier ruta jacobea.
Un Camino sustentable así descrito, encarnaría una oferta de viaje de calidad lejos de los modelos low cost de consumo rápido y desarraigado.
Todos lo agentes económicos que hoy se relacionan con los viajes al Camino de Santiago, tienen una nueva oportunidad de dimensionarse para intercambiar calidad por volumen.
El peregrino responsable
Nada de lo expuesto en los dos bloques anteriores serviría de mucho sin la implicación de los renovados peregrinos Poscovid-19.La responsabilidad de un peregrino con el Camino debería ser un activo común e innegociable una vez dentro de la ruta:
Respeto a la cultura, entorno y pobladores del Camino de Santiago. Ese respeto precisamente comienza como ya hemos visto por su conocimiento.
Sensibilización con su impacto medioambiental –por pequeños que creamos que sean, todos suman– que nuestro viaje va a acarrear desde su inicio en nuestras propias casas.Un peregrino respetuoso y concienciado representa un primer paso hacia un viaje a la vuelta de los principios de la ruta jacobea.
Éste es mi concepto de peregrino, y éstos son los pasos que yo daría hacia mi nueva peregrinación más allá de los temores de la Covid-19.
Siendo más gráfico, me gustaría compartiros esta infografía a modo de epílogo ilustrado que recoge los fundamentos de esta entrada:
No dejes que el miedo te detenga, no dejes de planear tu próximo viaje al Camino de Santiago, sólo construye una aventura más respetuosa con los principios que lo originaron.
¡Buen Camino!