La noche de los viernes suele ser tiempo de ocio, de relax después del trabajo, de quedada con los amigos, de cena romántica... las posibilidades son tantas como pródiga sea tu imaginación. Yo me fui a escuchar una conferencia sobre la filosofía de los Shiva Sutras que dio el prof. José Carlos Fernández en el centro cultural de Cascais (brillante y pedagógica exposición ya que el tema en sí no es fácil). Para quien no lo sepa, los Shiva Sutras son un tratado de filosofía hindú compuesto por setenta y nueve máximas filosóficas de profunda transcendencia cuyo significado varía según la clave con la que se les estudie. Más o menos igual que cuando un rayo de luz incide sobre un prisma, que dará más o menos colores según la posición del prisma; no es que los colores aparezcan o desaparezcan porque siempre están ahí, pero sólo se manifiestan o mejor, sólo los vemos, cuando las condiciones necesarias se producen, o sea, cuando la luz incide de forma correcta. Pues con estas máximas filosóficas ocurre algo semejante: todo el abanico de significados están contenidos en la máxima, pero sólo podremos "ver" aquellos que seamos capaces de discernir. Luego la llave está en nuestra propia limitación perceptiva, se trata por tanto de ir ensanchando esta percepción en base a dilatar progresiva y armónicamente estos límites o, si lo queremos llamar de otra forma, mejorar nuestra capacidad de profundizar y analizar en lo simbólico.
Reconozco que fui a la charla con la idea de que ibamos a ser cuatro gatos mal contados puesto que el tema se me antojaba difícil y, sobre todo, desconocido. Sin embargo, cuál no sería mi sorpresa cuando me encontré sentada en un salón (más bien una nave ya que el centro cultural se ubica en una antigua iglesia) con unas veinticinco personas a mi alrededor. Me alegré por supuesto del éxito de la convocatoria y me puse a pensar en lo fácil que es caer en el escepticismo al dejarnos llevar por los prejuicios; por supuesto que yo "manolita la primera"... y entono el mea culpa. Aunque nos pensamos libres y se nos llena la boca de liberalidad a la hora de emitir juicios, lo cierto es que vivimos en una sociedad que nos va modelando a su gusto y a conciencia. Las modas, los tópicos, lo políticamente correcto (que nunca sé muy bien a qué se refiere y quién lo valora), la endoculturación, el querer quedar bien o el querer destacar... nos van empujando a aceptar determinadas reglas o conductas sin pasar primero por el cedazo de nuestra conciencia. El resultado es lo que se viene llamando un "cacao existencial" que consiste, básicamente, en ser de una manera y mostrarte de otra. O sea personalidad a la carta...
Sobre lo que parece que es y lo que es en realidad, en muchas ocasiones, hay un abismo. No dejarnos engañar por los cantos de sirena de las apariencias debería ser nuestro propósito diario porque nos ahorraría mucho sufrimiento y nos ayudaría, además, a ser más justos y ecuánimes. No sé si en las setenta y nueve máximas de los Shiva Sutras estará incluida la necesidad de liberarnos de los prejuicios, pero es una realidad que no podemos ignorar.