País: Japón
Año: 1963
Duración: 143 min.
Director/a: Akira Kurosawa
Productora: Kurosawa Production Co.
Puntuación pandástica:
Me gusta mucho el cine de Akira Kurosawa. Más allá de sus (grandes) películas protagonizadas por samuráis, el director también manejó otros géneros como el drama más cotidiano en Vivir o el cine policiaco en El infierno del odio, película a tratar en esta review.
Akira Kurosawa tenía fama de ser un director perfeccionista. Estudió pintura y reflejo de ello son sus storyboards, que pueden considerarse casi cuadros y también el uso del color en sus películas (por ejemplo en Ran). También definió el cine como una “concentración de artes”. Para el director el cine era “un trabajo complejo que reúne elementos de la pintura y la literatura. Uno no puede hablar de cine sin hablar de literatura, de teatro, de pintura y de música. Muchas artes se convierten en una sola. Pese a todo, una película es una película”.
El infierno del odio me ha parecido un thriller fascinante, por lo mucho que enseña y de formas tan diferentes. Gondo (Toshirô Mifune, con el que trabajó en 16 ocasiones) es uno de los protagonistas de la película. Un empresario que tiene que tomar una importante decisión empresarial, no está conforme con la forma en la que sus socios quieren dirigir la empresa (reducir costes ofreciendo peor calidad). Por ese motivo, Gondo decide hacer la inversión de su vida para hacerse con la mayor parte de la empresa. Todo su plan se tambalea cuando le anuncian que su hijo ha sido secuestrado.
Como voy a analizar un poco la forma de la historia A partir de este punto ¡¡Spoilers!! (Intentaré que sean pocos)
La película tiene dos partes bien diferenciadas: la primera parte es muy teatral, todo sucede en el interior de la casa de Gondo, se centra en la negociación con el secuestrador y en el dilema moral que le supone la decisión que tiene que tomar. Puede que penséis ¿y qué dilema va a tener Gondo si han secuestrado a su hijo? Pues porque el secuestrador se ha equivocado y ha secuestrado al hijo del chófer de la familia. Pero eso al secuestrador le da lo mismo. Exige un rescate millonario, o matará al niño. ¿Estará dispuesto Gondo a arruinar su carrera empresarial por salvar al hijo de otra persona?
Todo el dilema que vive Gondo, acompañado de el padre del niño, su mujer y los agentes de policía Kurosawa lo refleja mediante el manejo del espacio. De la posición que ocupan los personajes y cómo se mueven estos dentro de la escena. Cuando la policía no comparte la decisión de Gondo, Gondo queda apartado del grupo, le dan la espalda (imagen de arriba). Cuando al fin aceptan la situación y la decisión que acaba de tomar, pasa a ser “aceptado” por el grupo y más aún, a ser el centro de atención (imagen de abajo, le miran). Una vez que la decisión está tomada, empieza la segunda parte de la película. El conflicto interno de Gondo se desarrolla en el interior de su hogar. Una vez “superado” ese conflicto, la investigación sale a las calles.
Y como “punto medio” entre los dos bloques, Kurosawa realiza la tremenda escena del tren. Tensión pura, de esa que se cuece poco a poco. Es una secuencia genial.
Ahora es el momento de cazar al secuestrador. La segunda parte se centra en la investigación policial. Kurosawa nos muestra absolutamente todos los pasos, incluso nos llega a sentir partícipe de todo el proceso, de las reuniones, de como se lleva a cabo las decisiones que han tomado Y le da un toque de color a la película en un momento muy concreto además. Aparte, añade nuevos conflictos a la historia. Muestra la diferencia entre clases y aparecen nuevas dicotomías: el rico y el pobre, la esperanza y el odio, los de arriba y los de abajo (solo con ver las ubicaciones de las casas queda claro)… ¿Cuál es el motivo que lleva al secuestrador a tal extremo? Aquello que se nos ha ocultado durante la primera hora se convierte en el centro de la película en su parte final. El secuestrador, el pobre movido por el odio. La atmósfera que se crea entorno al secuestrador es por momentos agobiante, el infierno en el que vive, cada vez resulta más sofocante.
Creo que se nota que es una película que me ha encantado, pero muchísimo. Una historia que me ha atrapado desde el principio gracias a sus personajes, al ritmo de la historia, a la mezcla de géneros y estilo en la forma de grabar. Unos personajes que Kurosawa llega a “igualar” en una escena al final de la película, ya que no hay arribas y abajos, es una conversación de tú a tú. Un thriller soberbio que se pasa volando.