U na de las cosas que más nos gustan en la vuelta a la tortilla es la comida, y a la hora de viajar también viajamos con la pancita.
Siempre intentamos descubrir la gastronomía porque creemos que es importante conocer a través del paladar las costumbres de otros lugares.
Hoy os voy a hablar de un sitio aquí en Madrid al que tenéis que obligatoriamente, si como yo disfrutáis de la buena comida. Os cuento porque:
Desde pequeño me he acostumbrado a comer croquetas caseras, ya que mi abuela las hacía siempre en casa y desde que las probé se convirtieron en mi plato preferido para siempre.
Recuerdo que ella hacía todo, desde la bechamel hasta el empanado de las croquetas, y me gustaban incluso cuando no estaban montadas todavía. Siempre que se ponía a hacer croquetas estaba rondando yo por allí para robarle un poquito de esa masa tan deliciosa.
No sé si sabéis que la parte más importante de una buena croqueta es la masa o bechamel o como lo quieras llamar que tiene dentro.
Si la masa no está bien hecha ya puedes tener un empanado exquisito que en la boca notarás la sensación de que algo falla. Mi abuela tenía las medidas justas para que le saliese una masa suave y que se deshacía en la boca. Aunque la mezclara con bonito (el pescado no es mi punto fuerte en la comida) me encantaban y podía comerme mil para cenar y quedarme tan “pancho”.
Con el paso del tiempo mi abuela se hizo mayor para dedicarle tantas horas a la cocina (no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos). Yo también me fui de casa y empecé a vivir solo y ya saben que cuando uno se va a vivir solo los primeros meses, bueno y también después, solo come comida “chatarra”. No pierdes el tiempo en dedicárselo a cocinar y no prestas mucha atención a lo que comes.
Pero nunca te olvidas de las croquetas de tu abuela, eso es algo que se te queda, como a otros el cocido de su madre o la tortilla de patatas de… (Introduzca aquí el familiar que tengas en la mente).
En mi recién iniciada independencia tontee con los productos congelados por supuesto, con los sitios más reconocidos donde decían tenían las mejores croquetas de Madrid pero nunca encontraba ese sabor ni ese tacto que tenían las croquetas de mi abuela.
nunca te olvidas de las croquetas de tu abuela
Click To Tweet
En esas estaba yo, cuando un día mi amigo Carlos, con el que compartía piso en Madrid, me dijo de ir a un sitio donde decía que hacían las “mejores croquetas del mundo”. Creeréis mi suspicacia ante esa osada afirmación cuando le contesté con esa rotundidad que da la ignorancia, “estas flipando chaval”.
En su intento de convencerme me dijo que había un pequeño bar en la zona de Malasaña, cuando todavía no estaba tomado por las hordas de hipster sedientos de gin tonics, al que iba gente como el grupo U2 cuando venía a España de concierto a comer las “famosas” croquetas.
Tenéis que saber que mi amigo Carlos es un poco “farandulero”, en ciertas ocasiones, y aunque normalmente tiene razón, a veces le da a sus historias un contexto que parece demasiado bueno para que sea verdad.
Bueno pues acepte el acompañarle y comprobar si la búsqueda “croquetistica” había llegado a su fin.
Os desvelo el nombre del sitio que parece que lo he estado guardando con celo como si me costase desprenderme de él. Se llama Casa Julio y está situado en la calle de la Madera 37.
Ya lo he dicho.
Al llegar me sentí un tanto decepcionado, porque el aspecto que tiene es de taberna antigua de las de toda la vida, y la verdad no parecía que fuese el sitio en el que por fin encontrase el sustituto a las croquetas de mi abuela.
Al entrar, como pudimos porque estaba llenísimo de gente, la impresión que me había dado por fuera se confirmó, un sitio pequeño con cuatro mesas una barra bastante pequeña y la sensación de que no habían cambiado ni un ápice el bar en 50 años.
Miré a Carlos con cara de ¿dónde me has metido rufián?, pero me devolvió la mirada como alguien que sabe un secreto que va a ser desvelado en breve para sorpresa de los asistentes.
Pedimos como pudimos unas cañas y media razón de croquetas variadas, que como me fijé en una pizarra que tienen en la entrada comprendían sabores como: espinacas, pasas y queso gorgonzola, queso azul, picadillo, morcilla con membrillo, jamón y alguna que me dejo en el tintero. Viendo estos sabores y con la tontería que tenía con la comida desde que era pequeño, pensé, uff esto va a ser difícil.
Llego el momento clave de la noche, nos dieron nuestra media ración de croquetas, y al verlas se me cayó un poco más si cabe el ánimo, eran redondas en vez del tradicional formato alargado y curvado tan típico. Mientras Carlos dejaba asomar una sonrisa por su cara mientras veía mis reacciones ante todo esto, yo no podía dejar de pensar que me había dado gato por liebre, y que esto no me iba a gustar nada.
Me dijo prueba primero la de espinacas, y luego pruebas las demás.
Y bueno así lo hice.
Todavía cuando pienso en esto se me hace la boca agua, que sabor y que tacto tan increíble, que masa tan perfecta y suave. Era un placer y un gusto comer esos deliciosos bocados.
Probamos el resto de sabores, y todos estaban exquisitos, pero los mejores para mí y os reto a que me digáis lo contrario, en caso de no estar de acuerdo con esto, son las de espinacas y las de morcilla con membrillo.
No tengo palabras suficientes para describiros lo buenas y ricas que están y lo bien que entran acompañadas de una buena cervecita. Tienen un sabor tan delicioso, ni muy fuerte ni muy suave, y la masa es tan perfecta, que es algo pecaminoso que puedan hacer algo así y venderlo (estoy exagerando lo sé pero no lo puedo evitar).
Bueno y esta es la historia de cómo conocí el sitio que se convirtió en indispensable cada vez que tengo ganas de croquetas y donde suelo llevar a la gente a comer las “mejores croquetas de Madrid”.
Ahora os lo digo a vosotros para que también podáis ir allí y probarlas y que me deis vuestro veredicto. Puede ser que no os gusten, no pasa nada solo os diré que no tenéis ni idea de comer y os dejaré de hablar (jajajajaja).
En Casa Julio tienen raciones que están bastante buenas, y donde podréis elegir entre un amplio surtido de tapas típicas, desde huevos rotos a chorizo frito, y una amplia carta de Vinos para aquellos que no os guste la cerveza.
Os preguntareis por los precios, pues deciros que son bastante asequible para la zona en la que esta, y que si vais un grupito de unas 4 personas, por 10€ podéis beber y cenar bastante bien y con productos de calidad.
Deciros por último que las croquetas de Casa Julio no sustituyen a las de mí abuela, ya que lo que tengo en mi mente de esas croquetas supera el mero hecho de su sabor, y comprenden tantas cosas que nada las podría superar, pero he encontrado el segundo mejor sitio de croquetas para mí que hay en el mundo.
P.D: Lo de Bono y U2 es completamente cierto, por todo el local tienen fotos de todos los famosos que han ido a comer las famosas croquetas. Si podéis daros una vuelta por el bar, si no esta muy lleno, y mirad todas las fotos que hay, descubriréis muchas sorpresas.
La entrada Posiblemente las mejores croquetas de Madrid aparece primero en La vuelta a la tortilla.