El calor cada vez comenzaba a ser más insoportable. El aire olía diferente. El ambiente era diferente. En el trabajo se notaba que todos trabajaban más alegres porque las vacaciones llamaban a la puerta. Los más adelantados ya las habían disfrutado, otros estaban de lleno metidas en ellas y luego estaban los que como Amanda aún no las habían empezado, pero las esperaban como agua de mayo. Amanda las había dejado para Agosto. En menos de diez días comenzaría las vacaciones y se mudaría definitivamente de ciudad. Ya estaba decidido. En Septiembre se incorporaba a su nuevo trabajo. Ya tenía medio buscado un pequeño piso de alquiler en Valencia. Parte de sus cosas ya las había enviado a casa de sus padres. Sólo lo imprescindible había dejado en su apartamento. Afortunadamente, los muebles no eran suyos, así que la mudanza no era tan grande.El primer fin de semana de Agosto dejaría Madrid y volvería a orillas del Mediterráneo.
Amanda ya no estaba tan segura de su decisión. En las últimas semanas las dudas la habían asaltado. El comportamiento de Alejandro le generaba dudas. Era tan ambiguo en sus comentarios, que ya dudaba si él sentía lo mismo que ella. Alejandro no sabía nada de su traslado. Amanda prefería decírselo cara a cara. ¿Y si Alejandro ha comenzado a sentir algo por mí justo ahora que me voy? pensaba Amanda mientras terminaba de vestirse para ir a tomar una copa con sus amigos.Ellos tampoco sabían nada de su marcha, no quería decírselos antes de hablarlo con Alejandro. Su familia, su jefe y Sergio eran los únicos que lo sabían. Sí, si Sergio hubiese estado dispuesto a mantener una relación a distancia y a viajar a Valencia para verme, Alejandro puede hacer lo mismo si me quiere pensó Amanda.
La semana que viene se despediría de sus compañeros. Amanda lo había querido así. Había preferido mantener su marcha en secreto y comunicarlo a último momento aunque sabía que más de un compañero se olía algo. Si nada hubiese pasado entre ellas Analia hubiera estado al corriente de la situación pero Amanda no era capaz de olvidar su traición. Le había dolido en el alma que su amiga, conociendo sus sentimientos, se hubiese liado con Alejandro y no podía perdonarla. Igual más adelante pero ahora no.
Amanda terminó de arreglarse y tras devolver a Perséfone, la cual acababa de colarse por el balcón, a sus vecinos salió rumbo al bar en el que había quedado con sus amigos. Nada más verlos sentados en la mesa de siempre lo echó de menos. Era tan raro salir con Gustavo, Helena, Jose, Carlos y sus respectivas y que no estuviera Alejandro. No los había visto en las últimas semanas. Había estado liada pero el motivo principal no era ese, en su presencia la ausencia de Alejandro era más evidente.
_¡Hombre la desaparecida se deja ver!_gritó Gustavo al verla entrar.
_¿Desaparecida?_rió Amanda mientras besaba a todo el grupo.
_¡Ya me dirás! Alejandro está excusado pero tú no, guapita_comentó Gustavo.
_Bueno, no voy a negar que un poco sí pero he estado muy liada en el trabajo_comentó sentándose junto a Helena.
_¿Y del inglés sabes algo?_preguntó Carlos.
_Sí, que todo le va bien, que estará aquí en un par de semanas. El día siete, justo un día antes de nuestra reserva en el spa. De mi regalo de cumple.
_Mucho lío os tenéis vosotros_dijo Gustavo con cierto tono irónico.
_¿Qué quieres decir?_preguntó Amanda.
_¿Qué quiero decir? ¿Me puedes dar un solo motivo por el que vosotros no sois pareja oficial? Os vais de spa, pasáis la noche juntos, sois tal para cual, pero nada no os decidís_dijo ante los sorprendidos ojos de Amanda._¿No dices nada?_preguntó insistente Gustavo mientras Amanda notaba los ojos de todos sus amigos clavados en ella.
_¿Qué quieres que te diga?
_¡Qué me expliques por qué no sois pareja!
_No hay nada que explicar_comentó Amanda intentando ser convincente._.Somos amigos y nada más.
_Amanda,eso no te lo crees ni tú ni el cabezota de Ale_contestó Carlos.
_Bueno, ¿vais a seguir con esto?
_Venga, chicos, dejad tranquila a Amanda. ¿Cuándo comienzas las vacaciones?
_El día uno.
_¿Te vas a Valencia?
_Sí, el mismo día uno me voy para casita.
_Pero, si Ale regresa el siete_comentó Jose.
_El ocho estaré aquí. Vengo para disfrutar de mi regalo de cumple.
_Ya sólo por eso. No porque tengas ganas de ver a Ale_dijo burlón Gustavo.
_¡Cómo estamos! Claro que tengo ganas de verlo, ¿no las tienes tú?
_¿Sólo vas a estar el fin de semana o te quedarás más días? Por montar alguna cenita todos juntos_preguntó Gustavo.
_Pues, no sé. No lo he pensado. Como estaré de vacas no hay problema.
La noche pasó rápida. Pronto las preguntas dieron paso a las risas. Amanda sabía que los iba a echar mucho de menos a todos. Aquel grupo había sido casi su familia desde su llegada a Madrid. Gustavo y el resto la habían sorprendido. Nunca se le había pasado por la mente que sus amigos creyeran que Alejandro y ella debían ser dos. Dos. Sí, pero no uno y uno sino dos, la unión de esos dos unos. Se sentía culpable por no decirles la verdad. Por no decirles abiertamente ESTOY ENAMORADA DE ALE. Por no decirles que al ser un amor no correspondido se iba de la ciudad. Regresaba a Valencia.
***
Larga cola de coches. Buen atasco en el que estaba metida. Viernes uno de agosto, medio Madrid saliendo rumbo a la costa y ella con las pocas cosas que le quedaban en su apartamento apelotonadas en el coche camino a casa de sus padres. A casa. Sí, Valencia era su ciudad, su tierra pero hacía tiempo que sentía a Madrid como su casa. Ahora debía volver a acostumbrarse a la ciudad de su infancia y adolescencia, a su clima, sus costumbres. Lo mejor era tener a la familia al lado. No necesitar conducir cuatro horas para disfrutar de ellos. Sí, ahora podría disfrutar del sobrino que venía en camino. El día anterior había tenido una cena con los compañeros de trabajo, todos estaban alucinados con la noticia. Nadie imaginaba que se iba de la revista, que cambiaba de ciudad. Sergio se había unido al grupo. Precisamente, había sido el único que no trató de convencerla para que se quedara. Él era el único que conocía su verdadero motivo. Motivo que lo separaba irremediablemente de ella.
Amanda no pudo evitar que una sonrisa iluminara su rostro al escuchar el I"ve got you under my skin sonando en su móvil. Alejandro la llamaba pero no podía contestar. Ya le devolvería la llamada cuando parase a tomar algo. Una hora más tarde paraba para tomar algo fresco y estirar las piernas. El viaje estaba siendo más largo de lo habitual con tanto coche rumbo a la playa.
_Hombre, ¡mira que cuesta hablar contigo! Ah, vale, bueno, entonces tienes excusa. Pero, ¿dónde estás ahora? ¿Mucha cola? ¿Recuerdas que el sábado tenemos una reserva? Bueno, la tienes tú. No sé si quieres ir conmigo.
_No se me ocurre nadie mejor. Además es lo mínimo que puedo hacer teniendo en cuenta que dentro de nueve años y diez meses me vas a llevar a Canadá_bromeó Amanda.
_¿Te quedarás unos días en Madrid o volverás el domingo? No, por saberlo. Vale, vale, ya vemos. Hala, te dejo que yo sigo currando. No te quemes al sol. Nos vemos el viernes. ¿Nos encontramos en el hotel?Un beso.¿De fresa? Cuidado en la carretera. Envíame un mensaje cuando llegues.
Realmente estaba confundida. La actitud de Alejandro hacia ella era diferente. ¿Era diferente o ella se hacía ilusiones? Con Alejandro nunca se sabía. No quería hacerse ilusiones. Esperaría a verlo. Justo en una semana se verían. Las mariposas revolotearon por su estómago al pensar en aquel encuentro.
***
VALENCIA, AGOSTO 2008
Sí, definitivamente, sentir los rayos del sol tumbada en la playa era una auténtica maravilla. Sólo le faltaba una cosa para la perfección del momento. No, no era una cosa. Le faltaba alguien. Alguien a quien vería en menos de veinticuatro horas. El simple pensamiento de la cercanía de su encuentro con Alejandro la hacía sonreír. Casi estaba tentada en coger el coche y plantarse en el aeropuerto y gritarle ¡SORPRESA! Pero no su yo sensato le decía espera a mañana y eso haría. No, no iba a ir corriendo a su encuentro. Se haría desear. Igual así conseguía lo que tanto deseaba. Sabía que aquel fin de semana no iba a ser cualquier fin de semana. Nunca antes ella y Alejandro habían estado tanto tiempo separado eso era lo primero, luego ella tenía muchas novedades que contarle y tercero estaba ese atisbo de luz al otro lado del túnel, que le había parecido ver en sus últimas charlas telefónicas con Alejandro.
Elva Marmed