Valencia, Mayo de 2009
Las voces cada vez las escuchaba más lejanas. Sabía que su madre y la matrona le estaban hablando pero Amanda sólo tenía oídos para aquel llanto de bebé. De su bebé. Diego lloraba. Sí, estaba escuchando a su hijo llorar mientras la matrona se lo entregaba. El universo parecía haberse parado. No había nada más. Sólo estaban su hijo y ella. Allí uno junto al otro. Acarició a Diego sin poder evitar que las lágrimas lo inundaran todo. _Vas a pensar que tu madre es una llorona_dijo mientras olía la perfecta cabecita de su hijo. Luz no pudo reprimir las lágrimas por la emoción. Emoción de haber asistido al parto de su hija, al nacimiento de su segundo nieto y emoción por ver a su hija llorando. La matrona volvió a coger a Diego un momento para hacerle las pruebas pertinentes.Nada más alejarlo de su madre Diego volvió a llorar y Amanda seguía con sus lágrimas.
_Enhorabuena, cariño, es un niño precioso y tú lo has hecho muy bien_dijo Luz besando a su hija en la sudorosa frente.
_Mamá,¿y si me he equivocado?
_La vida es una suma de errores y aciertos. Somos lo que somos por ambas cosas.
_Espero que Diego y Alejandro me sepan perdonar cuando llegue el momento.
_Aquí tienes a tu pequeño, no tan pequeño porque ha medido cincuenta y seis centímetros_dijo la matrona mientras volvía a dejar en los brazos de Amanda a Diego.
Por arte de magia Diego volvió a callarse al sentir el contacto de la piel de su madre. Pocos minutos más tarde Amanda, Diego y Luz pasaban junto a Fernando, que esperaba impaciente en el pasillo. Fernando acarició la cabecita de su ya segundo nieto y le dio un par de besos a su hija. Nada más entrar en la habitación Amanda dio de mamar a Diego. Estaba sorprendida con ella misma y con su hijo. Había leído libros y artículos sobre la lactancia materna. Algunos le habían parecido verdaderas tesis doctorales. No había manera de entender explicaciones y gráficos, al menos para ella había sido así. Llegando a creer que no iba a ser capaz de amamantar a su hijo. Sin embargo, Diego lo había hecho todo él solo. A él no le hacía falta ni gráficos, ni explicaciones, ni nada de nada, su instinto era mejor que cualquier explicación. Amanda no podía borrar la sonrisa de su rostro. Estaba absorta mirándolo buscar con su naricita y su boca el pezón para poder saciar su hambre. Era tan perfecto, tan bonito a pesar de llevar todavía la capa de suciedad de recién nacido. No podía apartar sus ojos de él.
Aquel sin duda alguna era el mejor momento de su vida. Sí, de sus casi treinta años de vida aquel era el momento más feliz. Nunca antes había sentido esa sensación de paz y tranquilidad, de dulzura, amor incondicional que todo su ser derrochaba por aquel pequeño, por su hijo. Suyo y de Alejandro, al cual quedaba completamente unida de por vida gracias a aquel niño. Quisieran o no, aquel niño marcaba un antes y un después en su vida. Más tarde o más temprano aquel niño los volvería a unir, igual no como pareja sentimental pero sí como padres. Algún día aquel niño haría preguntas, necesitaría saber quién es su padre y ella tendría que abrir su particular caja de Pandora.
_Oooh, pero ¡que cosita más linda!_exclamó Cris nada más entrar en la habitación y ver a su hermana dando de mamar a su nuevo sobrino.
_Pero si aún no le has visto la cara_dijo entre risas Amanda.
_Si se parece a sus padres bien guapo que será_comentó Cris acercándose a su hermana para darle un par de besos._Joder, mira que es largo mi sobrino.
_¡Cristina, esa boca!_dijo su madre.
_¿Y mi sobrino?_preguntó Amanda.
_Abajo con Vicente. Ahora mismo bajaré yo porque empezará a reclamar teta. Ha sido todo muy rápido, ¿no? Porque papá me llamó hace nada y cuando veníamos de camino me llama para decirme que ya estabais en la habitación.
_Sí, la verdad es que ha sido todo rápido_dijo Luz.
_¿Epidural?
_Nada de nada pero si pensaba que nacía en medio de la manifestación_bromeó Amanda mientras cambiaba de lado a su hijo.
_¿Te han dado puntos
_Uno, sólo uno. La verdad es que no esperaba yo que esto fuera así.
_¡Ya te lo dije yo! Hermanita, si puedo me paso luego. ¿Te han dicho si mañana te vas para casa?
_No te preocupes, Cris, sé perfectamente que estás liada con mi sobrino. No me han dicho nada. Supongo que ahora pasará mi médico y me dirá.
_Seguro que sí te irás. Estando todo bien es lo más normal. Hala, cariñet, si no te veo nos vemos en casa de mami_dijo antes de darle un par de besos a su hermana y padres._.Eh, ya tenéis dos nietos por los que babear_bromeó Cris.
_Sí, no esperaba ser yo abuelo por partida doble tan pronto_dijo Fernando tras besar a su hija._.Bajo contigo para ver a Javier. Ahora vuelvo.
_Mamá, baja tú también si quieres. Yo estoy bien_comentó Amanda.
_No, no te preocupes. Ya veré a mi nieto en otro momento.
****
El llanto de Diego llegaba al salón. Amanda subió las escaleras lo más rápido que pudo. Sí, era obvio que su hijo reclamaba volver a comer. Las horas se pasaban volando entre toma y toma. No tenía tiempo de nada. Afortunadamente, se estaba quedando en casa de sus padres y no tenía que preocuparse de hacer su comida o de estar limpiando, comprando ni de nada. Su única preocupación era Diego. Su madre le insistía en que echara alguna cabezadita mientras el niño dormía placidamente en su minicuna pero Amanda no podía. No estaba acostumbrada a dormir de día y, por el momento, su cuerpo resistía bien.Cierto que nada más sentarse los ojos se le cerraban pero estaba tan emocionada en su nuevo rol de madre que poco le importaba.
Amanda no podía quejarse se había recuperado muy bien del parto. Nadie que la viera diría que estaba recién parida. Sólo hacía dos semanas del nacimiento de Diego y ella estaba como si nada. Su cuerpo no denotaba signo alguno de embarazo, bueno, nada salvo sus pechos. Mientras estuviera dando de mamar a su hijo debía olvidarse de intentar meterse en sus blusas, al menos, si pretendía abrochar los botones a la altura del pecho. Sí, sin duda alguna dar de mamar era mejor que cualquier prótesis de silicona o sujetador milagroso. De pronto, allí dando de mamar a su hijo se le vinieron a la mente las imágenes de la teletienda Oferta, ofertosa, le proponemos aumentar una o dos tallas de pecho, sin cirugías dolorosas, sin caros sujetadores...no, compré estos preservativos agujereados y comprobará que sus pechos aumentan de talla. Por el módico precio de...Sus risas hicieron que Diego abriera los ojos y se quedara mirándola. Parecía absorto con la risa de su madre.
_Bichito, ya te acostumbraras a las cosas de tu madre. Lo siento por ti pero la mamá que te ha tocado no está muy buena de la cabeza pero te quiere con locura_dijo besándole la cabecita mientras Diego volvía a mamar.
Amanda levantó la vista dándose cuenta que en la puerta su madre la contemplaba sonriente. Luz no sabía a qué se debía la risa de tu hija pero le alegraba en el alma volver a verla sonreír. Hacía meses que Amanda no era su Amanda, su eterna sonrisa había estado ausente de su rostro desde su vuelta a Valencia. Luz tenía bien claro el motivo de esa tristeza, de ese no poder disfrutar por completo de su embarazo, había intentado poner remedio pero su hija se había negado en redondo. No compartía aquella actitud pero respetaba a su hija. Comprendía la situación. Entendía perfectamente que Amanda no quisiera atar a Alejandro a su vida no estando enamorado de ella. Eso no sería bueno para ninguno de los tres. Ahora sólo esperaba que pudiera olvidar ese amor. No, eso iba a ser imposible. Nunca había visto a su hija sufrir por alguien como por aquel chico al que ella apenas conocía. Desde que Amanda puso un pie en Madrid el nombre de Alejandro aparecía en todas las conversaciones telefónicas. De hecho, durante mucho tiempo pensó que verdaderamente eran novios.
Luz esperaba con toda su alma que algún día pudieran reunirse los tres. No quería que su nieto creciera sin padre. Tampoco le parecía justo que Alejandro no conociera a su hijo y Amanda, su hija, necesitaba recuperar a su amigo del alma. Sí, no podían ser pareja pero con el tiempo igual recuperarían aquella amistad que tanto los había unido. Sí, quizás con el tiempo su hija lograra olvidar sus sentimientos y así recuperar a su amigo y padre de su hijo.
_¿Diego,le has contado un chiste a tu madre?_dijo Luz entrando en la habitación y acercándose a su hija y nieto.
_Mamá, si te contara la tontería que se me ha pasado por la cabeza. Seguro que terminarías de pensar que me he vuelto loca y me ingresas en un psiquiátrico_bromeó Amanda.
_Cariño, lo tuyo y lo de tu hermana ya no hay psiquiatra que lo cure_contestó sonriente Luz._.Hace ya muchos años que me he resignado a ello.
_Eh, ¡tendrás queja de nosotras!_rió Amanda.
_Ninguna. Imposible. Espero que mis nietos se parezcan a sus mamás, lo digo de corazón.
_Mamá, estoy pensando que en un par de días me voy a mi casa_comentó Amanda.
_¿Por qué? ¿No estás bien aquí?
_Demasiado bien, mami. Tengo que acostumbrarme a valerme por mí misma con el niño. Necesito empezar a acostumbrarme a estar sola con él.
_La casa se va a quedar muy vacía.
_Mamá, apenas vivimos a veinte minutos. Nos veremos todos los días. He de aprovechar el buen tiempo para salir a pasear con Diego, cuando me incorpore al trabajo ya no podré disfrutar de él como sería deseable.
_Sí, la conciliación familiar-laboral en este país es cero.
_La próxima semana quiero ir a ver la guardería a la que va a ir Javier. Uff, me parece tan fuerte estar eligiendo guardería_dijo dejando a su hijo sobre la cama para cambiarle el pañal._.Claro que por lo menos yo me puedo permitir el lujo de trabajar y dejar a mi hijo en una guardería y te tengo a ti para una urgencia pero ¿cómo lo hacen las que su sueldo no les da para pagar una guardería? ¿Cómo demonios hablan de igualdades y derechos de las mujeres cuando seguimos viviendo esta situación? ¿Cómo es posible que en pleno siglo veintiuno sigamos estando en las cavernas en temas como la conciliación?
_Déjame cambiarle el pañal a mi nieto anda. Diego, igual tu madre debería dedicarse a la política_bromeó su madre mientras cogía un pañal limpio.
_¡Qué graciosa!Pero sabes que tengo razón.
_Claro que lo sé, cariño, pero veo muy lejos yo una posible solución a la conciliación. Los horarios laborales por no ser compatibles no lo son ni con los escolares. Nunca lo han sido pero antes las madres estaban en casa. Pocos padres de la generación de tu padre han disfrutado de la niñez de sus hijos, pocos padres han considerado como tema suyo la educación de sus hijos, ayudarlos con los deberes, bañarlos, llevarlos al médico. Tú y tu hermana habéis tenido mucha suerte con vuestro padre, claro que también era porque yo trabajaba y tampoco era lo habitual.
_Mami, la verdad es que no. No nos podemos quejar. Hemos tenido a los mejores padres del mundo_dijo Amanda abrazando a su madre._.Ahora es cuando me pregunto cómo lo hacías y cómo tenías siempre una sonrisa en la cara para nosotras, ¿de dónde sacabas las fuerzas?
_De vuestras sonrisas, cielo, verlas a vosotras era mi mejor motor. Eso ya lo irás comprobando según vaya creciendo Diego. Ya verás cuando te dedique su primera sonrisa.Verdad,pequeñín ¿a que con tu sonrisa conseguirás iluminarle el día a tu madre?_dijo Luz cogiendo a su nieto que tenía sus impresionantes ojos negros abiertos de par en par.
_Ya lo hace y sólo tiene dos semanas.
_Hala, a tu cuna_dijo la encantada abuela dejando a Diego en su cuna.
****
Había llegado el momento. El momento de comprobar lo que significaba ser madre soltera. Ser madre y estar sola con su pequeño. Su padre acababa de instalar la minicuna en la habitación de su hija. Por el momento, Diego seguiría durmiendo en su habitación cuando ya no cupiese en la minicuna,cosa que no tardaría mucho en ocurrir viendo la velocidad a la que crecía, pasaría a su habitación propia. Casi tres semanas había estado en casa de sus padres. Ellos habían insistido para que se quedara un par de semanas más pero Amanda necesita comenzar a habituarse al día a día sola con Diego lo antes posible.
_Amanda, cualquier cosa nos llamas.
_Sí, mamá, no te preocupes. Además, nos vamos a ver todos los días. Pasaré todos los días por casa en el paseo con Diego.
_Amanda, si necesitas que venga a ayudarte a limpiar o a la compra.
_Mamá, no te preocupes. De verdad, estaremos bien y sí cualquier cosa que necesite te llamaré. No te preocupes. Además, ya has visto que no me puedo quejar. Diría que tu nieto no sabe ni llorar. Se pasa el día dormidito tranquilamente en su cuna, sólo advierte de su existencia cuando quiere comer.
Nada más irse sus padres Amanda aprovechó que, Diego dormía plácidamente, para colocar su ropa en su vestidor. Sí, en eso había tenido suerte. Hasta el momento su hijo no había tenido un solo cólico. No sabía si era como consecuencia directa de la lactancia materna o suerte, quizás ambas aportaban su granito de arena. Si ella dormía poco era por tener que darle de mamar cada tres horas. En alguna otra ocasión se había quedado dormida con Diego en brazos dándole de mamar pero imaginaba que eso era de lo más habitual en cualquier madre. Al menos su hermana le había comentado que a ella le pasaba lo mismo.
Terminó de colocar la ropa y pasó a ver a su hijo. Dormía plácidamente. Daba gusto verlo dormir. Amanda le sacó la foto un millón y salió de la habitación. Aún tenía una hora antes de escuchar a Diego reclamar teta. Salía de la habitación cuando vio su portátil sobre el pequeño escritorio que tenía en su habitación. Escritorio que había sido un auténtico capricho. Se había enamorado de él nada más verlo. No era muy grande, lo suficiente para su portátil, una lamparita y poco más.Le encantaba sus blancas y torneadas patas, que le daban ese aire romántico y decadente que la habían enamorado.En el centro dos cajones poseedores de sus tesoros, de sus recuerdos. En ellos ahora mismo Amanda guardaba algunas fotos suyas con Alejandro y una pequeña cajita en la que guardaba la pequeña fresa de plata. Los recuerdos del padre de su hijo cabían en dos pequeños cajones. Amanda cogió el portátil y se sentó en el salón. Hacía un par de semanas que no veía su correo.
Llena. Su cuenta de corre estaba repleta. Propaganda, propaganda, más propaganda, emails de compañeros de trabajo dándole la enhorabuena. Más propaganda. Un correo de Sergio.
Hola, Amanda
¿Qué tal estás? No he querido llamarte porque imagino que debes estar muy liada con la llegada del peque. ¿Qué tal se te da lo de ser madre? Seguro que bien. Me gustaría pasar a conocer a Diego y darle un par de besos a la madre. Ya me dirás cuando te viene bien.
Un abrazo
Sergio
Hola, Sergio
Recién acabo de aterrizar en mi casa. Hasta ahora estaba en casa de mis padres. Así que ahora me toca aprender a arreglármelas sola. Será un placer tenerte por aquí. Así que cuando quieras sabes dónde encontrarnos.
Besitos
Amanda
Elva Marmed