Hace no tantos veranos, pasar el mes de agosto en Madrid era un castigo para los gatos y un privilegio para esos pocos turistas extranjeros que comenzaban a tomar por asalto calles, museos, esquinas y, por supuesto, parques madrileños como el protagonista de la foto de la semana de Gretur Viajes: El Retiro. Y es que el antiguo y un tanto desvaído Retiro era el destino turístico ideal, realmente el único, al que podían acceder miles de familias de esa España de no hace tanto. Los privilegiados de entonces, subían sus petates a las vacas de sus lujosos seiscientos, ochocientos cincuenta y similar y tomaban rumbo conocido a ese Benidorm tan lejano y tan soñado durante el largo y frío invierno. Esas familias de cinco, seis, siete miembros quizás tardaran horas y horas en llegar surcando las carreteras de aquellas épocas, cargados de niños, con la banda sonora de las coplas de antaño… el camino era largo y duro, sudoroso y lleno de gritos de “¡niño coge al perro!“, pero llegaban. Y, así, todo el barrio “bien” se reunía a cientos de kilómetros de su hogar para hacer todos juntitos lo mismo de siempre: colas en el chiringuito de las gambas, colas en la panadería de los churros, colas en el ambigú del cine para comprar las inevitables palomitas de la sesión de tarde… Pero una parte importante de los madrileños de entonces no sufrían esas largas horas de camino, no guardaban colas interminables para tomar un vermú aguado con aceitunas ni se dejaban engañar por la “paella especial” llenita de arroz marca “la bellota” y cuatro o cinco camarones despistados. No. Esas familias humildes tenían un plan muchísimo mejor: los mayores trabajaban 12 y 14 horas en esos empleos eternos donde crecían, maduraban y morían. Los pequeños daban patadas a las latas en los descampados soleados que ahora albergan los mejores garitos de copas madrileños y las sufridas madres y abuelas amas de su casa desahogaban sus penas en el mercado de toda la vida, un estupendo sustituto casero de las carísimas sesiones de Pilates de ahora.
Pero el domingo… el domingo era otra cosa, el domingo era el día de El Retiro, ese parque frondoso, con bancos y sombras gratis, con un maravilloso estanque donde remojar los pies cansados y prados donde extender la manta a cuadros que se llenaba, por arte de magia de las féminas del hogar, de rica tortilla, chorreantes filetes rusos, ensaladilla de la buena y, cómo no, la sempiterna bota bien gordita con vino y gaseosa, el verdadero y añejo tinto de verano.
Y ese era El Retiro de entonces y ese es el que hoy queremos recordar en Gretur Viajes: un paraíso en medio del asfalto, un soplo de aire fresco para cientos, miles de familias de entonces que querían, como ahora, disfrutar aunque fuera un solo día de unas ansiadas y bien merecidas vacaciones de verano.
“Estanque del Retiro (Madrid) 07” by losmininos - Flickr. Licensed under CC BY-SA 2.0 via Wikimedia Commons.