Con el aluvión de noticias de las últimas semanas, una nota de prensa pasó “casualmente” desapercibida por los editores de los principales medios de comunicación: el segundo fin de semana de enero el famoso y polémico cantante Justin Bieber fue expulsado de las turísticas ruinas mexicanas de Tulum. El motivo de que tanto el cantante como su grupo de privilegiados amigos Vip fueran invitados a abandonar esta antigua zona arqueológica de la Rivera del Maya no sorprenderá a los que sigan un poco la trayectoria de escándalos que acompañan la estela de este ídolo de quinceañeras: hacer el salvaje y atentar contra un sitio arqueológico de incalculable valor histórico.
Al parecer, Justin Bieber llegó a esa zona turística de México con muchas ganas de divertirse y, como suele acostumbrar, sin mostrar respeto alguno ni por las personas ni por los bienes. Bieber estaba de vacaciones disfrutando del sol, la playa, la gastronomía y, por supuesto, la rica cerveza típica del país cuando tuvo la brillante idea de celebrar una especie de fiesta privada en las instalaciones de uno de los museos que gestiona en la zona el Instituto Nacional de Antropología.
Según la nota de prensa, el joven ídolo de masas habló con el director del centro para intentar convencerlo de que cerrara al público las instalaciones y permitiera que su grupo de ricos y famosos se divirtiera un poco admirando el arte mexicano acompañado de música y cerveza. Lógicamente, el museo se negó en redondo a conceder permiso alguno por lo que Bieber, molesto, salió del museo dispuesto a dar la nota. Y la dio con creces ya que, según la prensa mexicana, el joven de 21 años armado con una cerveza y mucho descaro intentó escalar unas ruinas mayas jaleado por sus amigos y ante el pasmo del resto de turistas y visitantes del recinto.
El gobierno mexicano no ha querido aportar información sobre los supuestos daños que el cantante e ídolo de veinteañeras Justin Bieber causó en este enclave turístico importantísimo para la economía local. Tampoco las autoridades hicieron nada más al respecto que mandar al cantante y a su comitiva de VIP de vuelta a su lujoso hotel con magnífica playa privada. Un buen escarmiento que seguro que Bieber apreciará comportándose exactamente igual de “bien” en su próximo recorrido turístico por el mundo.
Redacción: Marta Barrero. MARAVEGA Comunicación.