Si le hubiéramos presentado la fotografía de la semana de Gretur Viajes sin su correspondiente título, seguro que podría pensar que el protagonista es cualquier pueblecito típico del interior de España. Pero no, la foto de Gretur retrata esta semana una calle de un pueblo, de una ciudad con una arquitectura que muestra la América más colonial: Cuzco, la capital histórica del Perú. Cuzco o Cusco como se la conoce actualmente en los principales circuitos turísticos es visitada cada año por miles de turistas procedentes de todos los rincones del globo. Galardonada como Patrimonio de la Humanidad, esta ciudad del sureste peruano y principal destino turístico de esa parte de América, deslumbra al visitante con dos de las nuevas siete maravillas del mundo: la Ciudadela de Machu Picchu y El Santuario Natural. Menos conocido que las dos maravillas anteriores, pero igualmente espectacular es un atractivo por el que, de momento, no hay que pagar entrada: disfrutar del amanecer más impresionante del mundo desde un enclave de la ciudad conocido como “la altura de las tres cruces“, precisamente el punto elegido por Gretur para compartir con los lectores de su blog la fotografía de la semana. ¿Cómo explicar en negro sobre blanco a qué huele un amanecer? Porque sí es sencillo describir esa lenta explosión de color en la que el sol abre el sobre del horizonte para elevarse despacito, todo él naranja y blanco, emergiendo poco a poco para, en un parpadeo, dejar de ser una media luna invertida para nacer en forma de sol rotundo, enorme, poderoso, radiante. También es sencillo narrar con palabras la suntuosidad de las sombras de la madrugada, esos fantasmas líquidos que simulan auras y que dibujan en rotulador los perfiles y las aristas de las casas dormidas. Esa luz que no es luz, sino una ligera ausencia de color, esas motas en blanco y negro que surgen de la extraña combinación de rayos de luna y candelas de la ciudad, esa luz que, día tras días, se empeña en alumbrar un puñado de calles y plazas a esas horas vacías.
Pero el aroma? ¿Cómo explicar un aroma que se ve, se palpa y se siente? ¿A qué huele el aire limpio del amanecer en Cuzco? A libertad y pereza, a tranquilidad y fascinación, a murmullos y sonrisas y también, y cómo no, a esos aromas de la infancia que no abandonan nuestro corazón: suavidad, talco, crema, pan recién hecho, ropa recién estrenada, largos días para disfrutar, horas interminables de aventura, sorpresa, encanto? El aroma del amanecer en Cuzco nos recuerda, en definitiva, esa juventud por estrenar.