A primera vista, la foto de la semana que hemos elegido en el blog de Gretur Viajes no parece tener mucho que ver con este verano 2015 que vamos apurando, ¿verdad? Quizá la imagen que esperaba tendría como protagonista a ese sol ardiente que, afortunadamente, sigue alzándose día sí, día también como en esa maravillosa película de José Luis Cuerda “Amanece que no es poco“. Tal vez su imagen perfecta de finales de verano se captaría en una playa al atardecer, una de esas postales maravillosas en las que decenas de turistas con la piel de langosta se toman de la mano mientras hacen un brindis por el día de vacaciones que termina y la noche de fiesta que van a estrenar. O, quizá, su foto ideal para retratar el final del mes de agosto se tomaría en el campo, en esa meseta castellana donde la vista no encuentra escollos y viaja por el horizonte buscando ese mar que sí, tendría que estar por alguna parte. ¿Y qué me dice de la típica foto de lluvia mojando playas, tumbonas, sombrillas y esas bicicletas que sí, quizá solo son para el verano? Pero en Gretur Viajes nos gusta sorprender y nos gustan los detalles como los del retrato de hielo y fuego de este glaciar de Groenlandia que queremos presentarle hoy. Si nos fijamos en los detalles, veremos que esta postal nevada tiene mucho, muchísimo que ver, con estos días extraños de finales de agosto y principios de septiembre, esas fechas que son tristes por tradición para los colegiales españoles.
Si miramos la fotografía con los ojos de un niño triste, quizá veamos más allá de la simple apariencia del hielo. Quizá veamos un largo camino tatuado por cientos de ruedas que, curiosamente, desemboca en un punto sin retorno, un lago helado en el que se flotan y se funden lentamente grandes cubitos de hielo ardientes por la lava que les lame. Fuego frío al que van a parar esas rodadas una y otra vez, captadas en un momento eterno en el que todo es igual y todo cambia cuando se funde.
Y es que así es para ese niño triste los últimos días del verano. Un camino, un tiempo que le parece eterno cuando suena el timbre del final de las clases de junio. Campamentos y paseos en bici, helados de colores fantásticos y muchos libros para leer, amigos reales y virtuales… Como diría el poeta, “Largos días y placenteras noches” que ahora se terminan, pero con la esperanza infantil, con la certeza cierta, de que ese camino de vacaciones volverá a surgir en el horizonte cuando se fundan los hielos del próximo curso escolar.
“Franz Josef Fjord, glacier” by Jerzy Strzelecki - Own work. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons.