Ross Geller es el romántico de Friends. En los primeros episodios él parece ser el miembro más maduro del grupo por algunas razones: su carrera está estable, no tiene un compañero de cuarto y es el único que está casado. Pero, en un análisis más detallado, es posible percibir que Ross es atormentado por un gran número de problemas que circulan por debajo de su fachada aparentemente estable.
Mirando de cerca, Ross parece medio neurótico y desequilibrado, características provocadas por su idealismo romántico que lo impulsa a establecerse y comenzar una familia feliz. Sin embargo, tal sueño sólo se concreta después del tratamiento de algunas cuestiones en su personalidad. Este proceso de aceptación y la comprensión de que el camino hacia una familia estable es más pedregoso de lo que se imagina será su arco narrativo a lo largo de la serie.
El problema de amor de Ross Geller, el idealista inseguro
Durante las temporadas, el chiste recurrente sobre Ross es su complicada historia romántica, con énfasis en los tres divorcios. A pesar de ser un monogamista serio, que pone la vida amorosa en primer lugar, ninguna de sus relaciones transcurre como él planeaba. El paleontólogo vive tan obsesionado por el deseo de ser feliz en el amor que, por mucho tiempo, no entiende que también es parte del problema. Su primer matrimonio es un hermoso ejemplo. La unión nunca podría haber durado por la homosexualidad de Carol. Sin embargo, el hecho de que él no pudiera ver que su esposa vivía en el armario nos hace reflexionar cuanto él realmente prestaba atención en ella.
Como veremos más adelante, Ross tiene una tendencia a idealizar a su pareja romántica. Con frecuencia, Geller se lanza de cabeza en nuevas relaciones con la certeza de que está viviendo un amor eterno. Esto sucede antes de que él conozca bien a la otra persona y, como resultado, acaba viviendo experiencias malsucedidas. Ross tiene varios problemas de confianza, en gran parte derivados de su matrimonio con Carol. Cuando finalmente se queda con Rachel, la mujer de sus sueños, tal inseguridad mina poco a poco el noviazgo de los dos. Durante el período en que Rachel comienza a construir su propia carrera, pasa por ataques de celos frecuentes.
En algunos momentos el paleontólogo se siente culpable por su comportamiento controlador, pero la necesidad de estar siempre seguro habla más alto. Es esta característica que le impide quedarse con Rachel tras una serie de discusiones, pues no admite que estaba equivocado en el famoso embate del “we were on a break“. Saber reconocer fallas es un factor esencial para una relación sana, pero Ross ve en ese gesto una afrenta a su dicha superioridad intelectual.
La masculinidad en crisis
A lo largo de la serie, Ross lucha por quedarse cómodo consigo mismo, ya que todavía está asombrado por los fantasmas de su secundaria. Básicamente, él es todavía una porción de ese tímido nerd, que jamás se atrevió a confesarle a Rachel lo que sentía.
En el presente, el paleontólogo parece atormentado por el sentimiento de no ser hombre suficiente. Él se enloquece cuando ve a Ben jugando con una Barbie hasta que Mónica revela que esta reacción deriva de la vergüenza que el propio Ross siente por haber jugado con “juguetes de niña” cuando era pequeño. Algunas temporadas después, Geller no acepta la idea de que un hombre sea el cuidador de Emma. En el mismo episodio descubrimos que esto se debe al hecho de que el padre había cuestionado su masculinidad cuando lo encontró solo jugando con dinosaurios. En ambas situaciones, los traumas de la infancia repercutieron en la vida adulta y lo convirtieron en el personaje más intolerante del grupo.
Ross, Rachel y la carga del amor no correspondido
A partir de la adolescencia, Ross tiene la vida entera marcada gracias a su pasión por Rachel, así como por el tiempo que ella no retribuyó el sentimiento. Tal vez todos los problemas que el muchacho desarrolló deriven de este amor no correspondido por tantos años.
En gran parte, vemos que las trampas en que se mete suceden justamente porque intenta ignorar sus sentimientos por Rachel en lugar de enfrentarlos. Durante toda la primera temporada él es consumido por esta pasión, pero no habla sobre ello. La solución que encuentra es lanzarse en una relación con Julie porque Joe y Chandler le aconsejaron a superar a Rachel. Algunos años después la escena se repite cuando él apresura su noviazgo con Emily ya que parece estar siguiendo adelante. Tal falacia cae por tierra cuando él pronuncia el nombre equivocado en el altar.
Lo que hace Ross tan interesante al final es el hecho de que, a pesar de tantos fracasos, no desiste del amor verdadero. Esta es su esencia: él es un amante, una persona dulce y con gran corazón, que alcanza la completitud cuando está comprometido con alguien.El amor de Rachel, su alma gemela, trae a la luz la mejor versión de Ross.
El final feliz de Ross, aceptando las imperfecciones
A pesar de no parecer, Ross es muy semejante a su hermana, Mónica. Sabemos que ambos son competitivos, pero el chico Geller también es perfeccionista y controlador, principalmente en lo que se refiere a la vida amorosa. Él no puede admitir imperfecciones en sus relaciones y, por eso, no puede ver cuando una pareja no es exactamente la persona que necesita en ese momento.
Como Mónica, el paleontólogo necesitó aprender que la vida no siempre sucede según lo planeado. Sin embargo, sólo alcanzó esa sabiduría y desistió de su fachada estable después de llevar una serie de baques personales.
Sólo cuando acepta el desorden que es la vida, el nerd consigue acercarse a su soñado final feliz. Él encuentra alegría en la paternidad dividida con Carol y Rachel, aunque tener hijos con mujeres diferentes sin estar casado con ninguna de ellas no fuera su plan inicial.