Demasiado tiempo había pasado desde nuestra última incursión en la siempre brava Costa de la Muerte y el Camino de Santiago por allí. Así que fue inmediato acceder a la invitación de Mari Carmen para visitar su pequeño oasis al abrigo de aquellas tierras bañadas por el Atlántico: Casa Fontequeiroso.
No la conocíamos en persona pero nos recibió como en familia, esa gran familia que suele recalar en lugares apartados de las malas prisas, y agradece por contra los tranquilos paseos por lugares tan inhóspitos como bellos. En seguida le propusimos nuestros planes de llegar desde su alojamiento a Muxía a través del Camino de Santiago, y al Cabo de Touriñan en una jornada posterior. Dos rutas a pie para caminantes que gustan del sabor a océano y de senderos abiertos a un mar de montañas, costas, arena y polvo. Un camino muy completo para peregrinos que buscan algo más que una senda y un destino.
Muxía tiene mucha vida en estos veranos tan agradecidos con peregrinos de los más diversos confines. Una delicia cultural, y porqué no decirlo, gastronómica. Desde la primera noche en Casa Fontequeiroso, donde Mari Carmen nos sirvió vieiras al horno y arroz meloso con bogavante y berberechos, hasta el delicioso sargo frito en harina de maíz que comimos frente al puerto de Muxía. Es difícil elegir qué velada fue la más deliciosa, me quedo con todas y cada una de ellas.
Fue una escapada corta, fulgurante e intensa, el tiempo pasó muy deprisa aunque caminamos despacio para no perder los detalles. Prometimos volver a visitar a Mari Carmen, porque en lugares como éste quedan muchos buenos posos que rememorar y más caminos que recorrer, sin duda Fisterra será el próximo.
Fotografía de Woman To Santiago
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