Una vez finalizamos el trekking del Mont Blanc vimos que nos encontrábamos en buena forma. Así que con una ventana de tres días de buen tiempo y los ánimos por las nubes decidimos subir el monte más alto de los Alpes y de Europa occidental. Próximo objetivo, ¡cima del Mont Blanc (4.808m)!
Era nuestra primera gran montaña y la experiencia que teníamos en ese momento no era para subir el Mont Blanc. En mi caso, aún menos, ya que mi tope eran los 2.642m del Llambrión en los Picos de Europa. Algunos de mis compañeros sí habían subido algún cuatro mil pero no era mi caso y me preocupaba el mal de altura. Físicamente estaba bien. Además, mido 1,70m y a los bajitos la altura nos afecta menos, pero nunca se sabe. El Mont Blanc no es una montaña muy técnica desde el punto de vista alpino y, además, el itinerario del Goûter es el que menos dificultades presenta, pero siempre hay que tener cuidado. Esta ruta no es un paseo, la ascensión a la cumbre se hace por terreno glaciar y la altitud te puede pasar factura.
Día 1: Les Houches (980m) - Tête Rousse (3.167m)
Nos pusimos en marcha en Les Houches con una mochila más pesada que la que habíamos llevado durante el trekking y sin idea de coger ningún sistema mecánico. Nuestro reto era subir a pie desde abajo. Hay un tren cremallera que sube desde Le Fayet a El Nido del Aguila (2.372m), pero nosotros, que somos un poco cabezones, no quisimos y la paliza fue grande, con más de 2.100m de desnivel positivo el primer día y muchas horas de marcha.
De camino a Tête Rousse
A media tarde llegamos a Tête Rousse, un refugio no muy acogedor y además repleto de montañeros, pero suficiente para descansar y cenar bien. Aquí ya estábamos por encima de los 3.100m y los esfuerzos se notaban algo más.
Vistas desde el refugio de Tête Rousse
Día 2: Tête Rousse (3.167m) - Refugio Goûter (3.817m)
Pronto por la mañana y ya con el arnés y el casco puestos nos pusimos en macha hacia el refugio Goûter. Este día no hay mucho desnivel, de los 3.167 metros del Tête Rousse a los 3.817 metros del Goûter no parece demasiado, aunque es un día totalmente alpino y hay que subir con mucho cuidado. Al poco de salir y remontando la parte izquierda del glaciar Tête Rousse nos encontramos con un camino incómodo que va cogiendo altura en sucesivos giros. Al poco tiempo llegamos a una depresión bajo la arista que baja de la Aiguille du Goûter y que separa los glaciares de Tête Rousse y Bionnassay. Hay que tener cuidado con este corredor. Hay un cable que cruza de una parte a otra y hace de pasamanos. La caída de piedras que se desprenden puede provocar un accidente y por ese motivo recomiendan pasar en el menor tiempo posible y no pararse para no molestar a otros montañeros.
Subiendo al Goûter
Después de cruzar el corredor seguimos el sendero de la izquierda, bordeando una zona rocosa. Enseguida vimos unas marcas rojas que nos hicieron de guía. Más adelante, dos series de cables, uno sobre los 3.500m y el otro a 3.700m, nos ayudaron a asegurarnos y a avanzar sin peligro. En poco tiempo llegamos al refugio de Goûter donde pasamos la tarde descansando e hidratándonos muy bien, pues el mal de altura se hizo sentir. También nos organizamos el material del día siguiente, lo dejamos todo preparado y nos dimos un paseo por la parte alta del refugio para ver el comienzo de la ascensión del día siguiente.
Refugio de Goûter
Día 3: El gran día llego!!!
A las dos de la madrugada sonó el despertador y yo, entre los nervios y la altura, no había dormido casi nada. Parte de la tarde del día anterior estuvo nevando y temíamos no poder hacer cumbre. Todo tiene que estar organizado para perder poco tiempo, el material preparado el día antes, ropa de abrigo cerca de las literas y mientras unos nos vestíamos otros hacían cola para recoger el desayuno. A las dos y media estábamos listos, frontal encendida, y con una temperatura exterior de -9ºC iniciamos nuestra ascensión a la cima. Salimos por detrás del refugio hasta alcanzar la cresta de nieve y después nos dirigimos al sur hacia el Dôme Goûter. Eramos bastantes los que a esas horas intentábamos hacer cumbre. Nosotros fuimos sin GPS pero teníamos bien estudiado el camino. La verdad es que la huella estaba marcada y no tuvimos problemas, aunque lo recomendable es contratar un guía e ir encordado por las grietas y posibles caídas en las aristas.
Amanecer en las aristas de Bosses
Para atacar las aristas de las Bosses las bordeamos por la parte italiana extremando la precaución. Todavía conservo la imagen de la última arista antes de llegar a la cumbre, con el sol de frente y la sombra del imponente Mont Blanc proyectándose sobre Chamonix. Se me ponen los pelos de punta.
Momentos antes de llegar a la cumbre
Las vistas eran espectaculares y el frío en la cumbre casi insoportable. En total tardamos unas 6 horas desde el refugio. Tuvimos suerte y el día nos acompañó.
Últimos metros
Aquí estoy en la cima del Mont Blanc con la bandera de AECC
Recordad que la cumbre es la mitad del camino y que es en las bajadas cuando hay más accidentes. El camino de bajada es el mismo que el de subida, así que volvimos al refugio de Goûter para coger el resto del material, reponer fuerzas y saborear el triunfo de la victoria.
De retirada al valle. Objetivo conseguido.
Imagen del descenso con el Mont Blanc al fondo
Después de hacer cumbre bajamos directamente a Chamonix. Ese día fue una paliza. Salimos a las 2h30 de la mañana y llegamos a Chamonix alrededor de las 19hrs. Por supuesto, tampoco cogimos el tren cremallera de bajada y todo lo hicimos caminando. El día de la cumbre hicimos unos 1,000m de subida y cerca de 4.000m de desnivel de bajada. Lo dicho, una paliza pero que mereció la pena con creces. Hacer cumbre en una montaña como el Mont Blanc es una emoción difícil de explicar. Aunque a mí, otras montañas de mi valle me producen una sensación parecida.
Trekking Tour del Mont Blanc