En agosto de 2018 hicimos una escapada de varios días a Madeira. La isla es un escenario fantástico para hacer senderismo y disfutar unos días de sol y playa.
Nosotros alquilamos un coche en el aeropuerto a nuestra llegada, como hemos hecho en otras ocasiones, pero en este caso no nos salió muy bien. No solo es más caro sino que se pagan muchos suplementos y el coste final es elevadísimo. Más del doble de lo que luego vimos en Machico, que fue donde nos quedamos. En este sentido, recomendamos coger un taxi a la llegada al aeropuerto, ya que no son muy caros, y alquilar el coche donde te alojes (Funchal, Machico...).
Aunque nuestra idea inicial era quedarnos en Funchal, el hecho de planear el viaje en el último momento y que fuera en agosto, hizo que no tuviésemos muchas opciones entre las que elegir y, por ese motivo, acabamos alojándonos en el hotel Dom Pedro de Machico. Al final fue un acierto. La ciudad es pequeña pero bonita y acogedora y su playa es la única de la isla con arena. Además, el hotel tiene unas zonas comunes muy amplias y cómodas. La piscina era muy bonita y las vistas desde la terraza y el bar eran fantásticas. Desde el hotel, se accede directamente a la playa y a los restaurantes que hay en ella. Un par de noches cenamos atún en uno de estos restaurantes y nos encantó.
Piscina del hotel Dom Pedro en Machico
Playa de arena a 200 m del hotel
Durante nuestra estancia en la isla hicimos tres rutas de senderismo muy bonitas y sencillas. La primera de ellas fue recorrer la Punta de San Lorenzo. La ruta discurre por la costa y las vistas son increíbles en todo momento. Esta península destaca por su paisaje seco y árido si lo comparamos con la mayor parte de la isla donde predomina una vegetación densa y verde.
Punta de San Lorenzo y final de ruta
Paisaje de la ruta de senderismo por la Punta de San Lorenzo
Otra de las rutas que elegimos para este viaje fue la conocida como Levada Queimadas - Caldeirão Verde. Esta ruta ofrece unas espectaculares vistas del interior de la isla. Durante el recorrido pasamos por varios túneles excavados en la roca donde no entra la luz y es necesario llevar un frontal o, a falta de éste, también se puede utilizar la linterna del móvil. Una de las características de estas rutas con el nombre de "levadas" es que durante todo el recorrido caminas junto a canales de agua. Estos canales han sido construidos por el hombre con una ligera pendiente y su objetivo es recoger el agua de la zona norte de la isla que es más húmeda, y de la lluvia, y llevarla hacia el sur donde el clima es más seco, hay más población y más plantaciones.
Cuando fuimos nosotros, la carretera de subida que nos llevó al punto de inicio de esta ruta estaba llena de hortensias y era realmente bonita.
Casa típica de Santana al inicio de la ruta
Levada Queimadas
Parte del recorrido de la ruta Levada Queimadas
Llegada a Caldeirão verde y fin de ruta
Cuando finalizamos la ruta buscamos un sitio para comer por la zona y, aunque no había muchas opciones, encontramos un restaurante donde Felipe pudo comerse uno de los platos típicos de Madeira, la espetada o brocheta de carne de vaca asada.
Espetada, plato típico de Madeira
La última ruta de senderismo que elegimos fue la Levada das 25 Fontes y la Levada do Risco. Se trata de dos rutas distintas que comienzan en el mismo punto, el refugio de Rabaçal, y comparten parte del recorrido inicial. El camino enseguida se separa y estas rutas discurren en paralelo. Nosotros hicimos primero la ruta Levada das 25 Fontes y, ya de vuelta, terminamos con la Levada do Risco. Esta ruta tiene algo más de pendiente que se salva con unas escaleras pero también es una ruta sencilla.
Ruta Levada das 25 Fontes
El camino discurre junto a la levada
Ruta Levada do Risco
Fin de la ruta Levada do Risco
El refugio es perfecto para tomar algo después de hacer la ruta. Está muy bien decorado y tiene unas tartas caseras riquísimas.
Una pausa para reponer fuerzas
Todas las rutas que hicimos son lineales, es decir, ida y vuelta por el mismo sendero.
Una vez finalizadas la rutas, aprovechamos para visitar algunos puntos de la isla como Cabo Girão, un mirador en un acantilado de 500 metros de altura con suelo de vidrio y con unas vistas espectaculares, si no está cubierto por la niebla como nos pasó a nosotros cuando llegamos.
Vistas cubiertas por la niebla en Cabo Girão
Muy cerca del mirador está el bonito pueblo de pescadores Cámara de Lobos. Sus calles estrechas están llenas de vida. Perfecto para tomar algo y dar una vuelta.
Panorámica del pueblo de pescadores Cámara de Lobos
Un paseo por sus calles
Ese mismo día, por la tarde, nos acercamos hasta Porto Moniz. Un sitio verdaderamente único donde poder darte un baño en unas piscinas naturales de lava con unas vistas inmejorables. La verdad es que acercarse a la orilla daba un poco de vértigo al principio, ya que no llegabas a ver qué había detrás o cuán alto estaba.
Piscinas naturales sobre un acantilado en Porto Moniz
El último día de nuestra estancia en la isla lo dedicamos a recorrer Funchal. Una ciudad pequeña pero muy bonita. También contratamos una salida en catamarán y vimos ¡ballenas beluga! La más pequeña de todas las ballenas y una de las más difíciles de ver ya que suben muy poco a superficie y tan solo se quedan unos minutos. Grabamos algunos vídeos pero no se aprecian bien. En directo fue muy bonito.
Visita nocturna por la capital
Puerto de Funchal
Como dijo el Dalai Lama: "Una vez al año, ve a algún lugar en el que nunca hayas estado".
¡Hasta la próxima!