Desde ayer vengo dándole vueltas a una frase: "la vida es una estupidez y es inútil"... Tan chocante afirmación salió por la boca de una señora de casi ochenta años, muy bien llevados por cierto, de holgada posición económica, profesional jubilada (obviamente) y, por lo que me contó, con una trayectoria de vida que podría catalogarse de interesante. ¿Qué puede motivar una afirmación de tal calibre, en una persona que no ha sufrido grandes penurias en su vida? Y llegué a la triste conclusión de que... el aburrimiento.
En su libro "El héroe cotidiano", la filósofa Delia Steinberg Guzmán decía que es vital para el ser humano dotar a su vida de un sentido transcendente o, dicho de otra manera, encontrar un sentido a la vida. Ya sé que lo de tomarse la vida en serio no está muy de moda y que, incluso, se promueve la primera juventud hasta bien entrados los cincuenta, confundiendo continente con contenido y pensando que el elixir de la juventud consiste simplemente en una cara sin arrugas...craso error! Los antiguos decían que la Afrodita de Oro nada tenía que ver con la juventud física y sí con la del alma; como decía la profesora Guzmán «los griegos clásicos habían descubierto que la «Afrodita de Oro» ?o la eterna juventud? late en los corazones que jamás se cierran a los enigmas de la vida, sino que, antes bien, salen decididos a conquistarlos».
Conquistar los enigmas de la vida es vivirla con mayúsculas, a lo grande, saboreándola a cada paso. Vivir lo cotidiano haciendo de cada día una nueva conquista, una nueva batalla que librar, una nueva victoria. Es subir a la cima de una montaña, nuestra montaña interior, escalando los problemas y sorteando las dificultades. Buscando los "por qués" y los "para qués" y, sobre todo, prestando oídos a ese inquilino que todos llevamos dentro y que se llama ALMA.
Es verdad que con los años se va entibiando el entusiasmo, nos vamos llenando de cicatrices, nos hacemos más pesados y menos ágiles... pero también es verdad que vamos ganando en experiencia, en vivencias, en sabiduría. Y que si empleamos estas herramientas que fuimos ganando con el paso del tiempo, podemos purificarnos, eliminando lo que ya no necesitamos, aligerándonos y dejando espacio para nuevas oportunidades. La vida es un punto y seguido, siempre, incluso cuando cerramos los ojos para no abrirlos más, emprendemos otro viaje que nos llevará a vivirla... de otra manera. Por eso me produce una inmensa tristeza encontrar quien piense que la vida no tiene sentido; tal vez no supo o no quiso encontrárselo. Y es que, como dice Borges, "la vida está hecha sólo de momentos"..."Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo."
Jorge Luis Borges