Como todos los años ya está aquí la primavera. Dicen que con ella vuelve la vida, que la alegría y la esperanza despiertan de su letargo invernal para saludar al padre Sol y junto con él, extender sus brazos amorosos a los hombres, que, como siempre, esperamos ansiosos los rayos que nos devuelvan la energía perdida. Porque los hombres, también como siempre, nos desgastamos inútilmente no sé muy bien porqué, si en esfuerzos en pos de sueños imposibles, aferrándonos a cosas o personas que la vida puso de paso, quién sabe; lo cierto es que tendemos a mirar hacia abajo y, con nuestra escasa ?estatura? no vemos más que negatividad y desgracias, sin permitirnos disfrutar de todas las cosas fascinantes que la Naturaleza y la Vida ponen a nuestro alcance. Desgraciadamente, los hombres consideramos la Primavera sólo como una estación; unos cuantos días al año en los que disfrutar del buen tiempo y del reluciente sol. Yo creo, sin embargo, que la Primavera puede disfrutarse durante todo el año si la consideramos como una forma de pensamiento, como un estado de ánimo, como un enfoque particular en la forma de encarar la vida. La Primavera debe brillar en nuestro corazón y en nuestra mente: en nuestra mente porque sabremos buscar y valorar la parte positiva de nuestra vida en detrimento de lo menos agradable; en nuestro corazón porque desearemos entregar y compartir con los demás las cualidades y virtudes de las que seamos poseedores, permitiendo así que el amor y la comprensión nos dirijan. Si conseguimos algo de esto, tomaremos la esperanza como bandera, el camino se nos hará más transitable y los vaivenes de la vida nos rozarán pero sin destrozarnos, porque tendremos la certeza de que una caída es sólo eso, que hay que seguir siempre hacia delante. Entonces la Primavera habrá llegado, porque en cada uno de nosotros hay una Primavera.
365 Días de Filosofía: la primavera
Como todos los años ya está aquí la primavera. Dicen que con ella vuelve la vida, que la alegría y la esperanza despiertan de su letargo invernal para saludar al padre Sol y junto con él, extender sus brazos amorosos a los hombres, que, como siempre, esperamos ansiosos los rayos que nos devuelvan la energía perdida. Porque los hombres, también como siempre, nos desgastamos inútilmente no sé muy bien porqué, si en esfuerzos en pos de sueños imposibles, aferrándonos a cosas o personas que la vida puso de paso, quién sabe; lo cierto es que tendemos a mirar hacia abajo y, con nuestra escasa ?estatura? no vemos más que negatividad y desgracias, sin permitirnos disfrutar de todas las cosas fascinantes que la Naturaleza y la Vida ponen a nuestro alcance. Desgraciadamente, los hombres consideramos la Primavera sólo como una estación; unos cuantos días al año en los que disfrutar del buen tiempo y del reluciente sol. Yo creo, sin embargo, que la Primavera puede disfrutarse durante todo el año si la consideramos como una forma de pensamiento, como un estado de ánimo, como un enfoque particular en la forma de encarar la vida. La Primavera debe brillar en nuestro corazón y en nuestra mente: en nuestra mente porque sabremos buscar y valorar la parte positiva de nuestra vida en detrimento de lo menos agradable; en nuestro corazón porque desearemos entregar y compartir con los demás las cualidades y virtudes de las que seamos poseedores, permitiendo así que el amor y la comprensión nos dirijan. Si conseguimos algo de esto, tomaremos la esperanza como bandera, el camino se nos hará más transitable y los vaivenes de la vida nos rozarán pero sin destrozarnos, porque tendremos la certeza de que una caída es sólo eso, que hay que seguir siempre hacia delante. Entonces la Primavera habrá llegado, porque en cada uno de nosotros hay una Primavera.
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