Sin embargo, la película es mucho más que eso, pues Clímax es una experiencia en todos los sentidos y no nos deja indiferentes ante ella. Al igual que otras películas del director argentino, entre las que podemos destacar Irreversible (2002), la película nos golpea constantemente y nos provoca muchos momentos de incomodidad.
Lo más disfrutable de la cinta es la secuencia de baile inicial, en donde vemos a los bailarines en una serie de coreografías increíbles. Además, la cámara se mueve sobre ellos y sigue sus movimientos de manera vertiginosa.
Otra de las cosas que destaca en la cinta es la intensidad de los colores, los cuales saturan nuestra vista al lado de la música y nos hacen sumergirnos en esa fiesta en la que todo puede suceder.
En esta película, Gaspar Noé se acerca a una noche en la vida de un grupo de talentosos bailarines que deciden festejar tomando sangría. Sin embargo, en algún punto de la noche descubren que la bebida ha sido adulterada y comienza entonces una terrible pesadilla en la que se culpan unos a otros mientras intentan descubrir quién fue el culpable.
Con el manejo de cámara que voltea constantemente de un lado a otro, el director nos hace sumergirnos en esa atmósfera y sentir lo que ellos mismos sienten: el mundo de cabeza, las letras al revés, una realidad distorsionada.
Al igual que otras películas del director, esta cinta tiene también varias escenas que nos golpean por su crudeza y nos hacen salir golpeados de la sala de cine. Clímax se estrena este viernes 7 de diciembre.