Fui, soy y seré defensora del poder de la palabra. Creo firmemente en la fuerza expresiva del lenguaje como agente de cambio y, dado que nuestro pensamiento es mayoritariamente lingüístico, asevero sin duda alguna que nuestro pensamientos tienen un rol preponderante en la forma en la cual concebimos el mundo. Pero también es cierto que ejercito conscientemente el pensamiento crítico, porque las miradas tienen sesgos y las creencias pueden no ser más que vicios de la idea.
Comenzar a escribir Intensional, me puso en contacto con un universo de lecturas ajeno a mí: el espacio de las ideas de auto-ayuda. El mundo de los libros sobre superación personal. Podés creerme que, cuando digo que es un "universo ajeno", no lo afirmo desde el pedestal de cristal de la sabiduría artística. ni desde la condescencia paternal del pensamiento científico. El ego intelectual es una asignatura superada para quien escribe. Lo que queda después de limpiar los prejuicios y el ego es la duda. Una duda metódica, cartesiana y molesta en ocasiones, La duda para mí es la suspensión del juicio. Es la voluntad del ánimo de aprender y conocer antes de juzgar. Sin embargo, suspender el juicio no significa hacer venia. No hay ley de obediencia debida a ninguna forma del pensamiento, ni siquiera, a los libros que tienen el propósito de motivar tu superación como ser humano.Que me devuelvan el queso.
Toda esta introducción tiene un fin más allá de la mera reflexión introspectiva. Desde el viernes pasado llevo horas rumiando una idea que parece tener la fuerza de un tren entre los fieles de la "Ley de atracción": atraemos lo que pensamos. El universo nos devuelve lo que somos capaces de generar con nuestro pensamiento.
Dicho de esta forma, tan simple como efectiva, el postulado es un imán verbal en sí mismo. Incitar a creer en el poder modelador de la palabra como origen del bienestar individual, no tiene contradicciones aparentes. Para quienes sentimos el fervor del decir, cada palabra construye realidades. El mitológico inicio universal se vertebra en torno a una palabra. Más exactamente, es un verbo: decir. ¿Cómo negar el poder del pensamiento lingüístico cuando la vida entera gira en torno a las palabras que decimos? O las que callamos pero debimos decir.
El punto en el que se apoya mi duda respecto a la "Ley de atracción" no es la formulación en sí misma sino el conglomerado de intereses que representa. Quiero ser clara y respetuosa, porque la idea de este post no es vapulear una creencia arraigada o el timón que te dio rumbo cuando estabas a la deriva. La idea de este post es mostrar otra forma de pensar sobre "el secreto".¿Vos sabés cuál es el secreto?
Somos lo que pensamos, Somos lo que decimos. Somos lo que otros piensan que somos...Somos palabras. En ese sentido, confiar en el poder de cada una de ellas es un acto sensato de confianza. Pero de la misma forma que una mentira repetida cien veces se torna verdad para quien la dice, una verdad a medias tiene el mismo efecto seductor y engañoso. La verbalización que podés hacer de tu percepción del mundo es modeladora. Sin duda alguna. Si me permito pensar lingüísticamente en términos de dolor, sufrimiento y maldad, mi percepción se condiciona para apreciarlas en el entorno cirundante. Era lo que me pasaba cuando quería quedar embarazada y parecía que todas las mujeres viviendo felizmente su embarazo se cruzaban en mi camino. No era el universo el que me mandaba a las embarazadas para joderme el día. Dudo que el universo tenga planes tan mezquinos. Y mucho menos que le interesara tanto joderme el día a mí. Lo cierto es que mi percepción estaba condicionada: ahora las veía. Veía a las mujeres que tenían lo que yo quería. Exactamente el mismo porcentaje de mujeres esperando un hijo en mi trayecto por la vida que antes de necesitar ser madre. Pero ahora eran visibles para mí.
Es terriblemente seductora la idea de las esferas celestes alinéandose para que yo consiga esas metas profundamente anheladas. Consuela el pensamiento de un universo personificad. Un macrocosmos que reproduce mi microcosmos interno y lo proyecta. Sin embargo, no es suficiente. El consuelo de este enunciado no debería ser suficiente. No quiero caer en la más burda de las vulgaridades pero vos me entenderás si te digo que solo con pensar en tener un hijo hacía poco...Y también entenderás el magro favor que le reporta la idea de los pensamientos positivos como generadores de realidades a quien padece una enfermedad terminal o acaba de perder a una persona amada. No solo tiene que cargar con el dolor de la pérdida sino, además, sentirse culpable por no poder pensar positivamente en su situación actual ni confiar en la bondades siderales.
Propongo una reflexión. Mínima. Crítica. No te exhorto a erradicar la "Ley de la atracción" de creencias. Para nada. Si estás considerando con sospecha dejar de leer este post, te pido que leas con atención mi propuesta: creé fervientemente en las palabras y en la capacidad transformadora de los relatos. Pero establecé los límites entre las ideas valiosas para tu vida y los intereses del mercado en venderte un relato consolador. Que estés enfermo, que seas pobre, que no puedas levantar cabeza, no es consecuencia de tu incapacidad de experimentar emociones amorosas y pensamientos positivos. Al menos, no es una consecuencia exclusiva. Ningún valor tiene que pienses en las bondades porvenir sino estás dispuesto a gestar tu propia historia. Los relatos no se piensan, se escriben. Y escribir es una acción.
Las acciones de gestación.
Descubrí recientemente que toda la parafernalia verbal de los libros empresariales es netamente fálica. Pero también estoy descubriendo, que el discurso del desarrollo personal es un discurso patriarcal, porque la mística del pensamiento es tan medieval como los monjes de "El nombre de la rosa".
Quiero creer que podemos crear otro lenguaje para crear y servir.
Quiero creer que podemos pensar en los términos cíclicos de la naturaleza, que no están exentos de enfermedad y muerte pero no se centran en ella con mayor énfasis que en la gestación y el crecimiento.
Quiero creer que existe una forma del discurso que no está mediada por el reciente interés del marketing en los relatos.
El "storytelling", el relato que suponen películas como "El Secreto", es valioso si te inspira no si te obnubila y coloca en la posición de un ente pasivo que intenta pensar en positivo esperando que el universo lo recompense. Si te moviliza y además, promueve una forma diferente de comprender la realidad, me alegro sinceramente. Ahora, quiero que le dediques un minuto de tu tiempo, algo de tu energía a pensar que las palabras que modelan pensamientos, necesitan acompañarse se acciones de gestación. Que no tienen que tener la velocidad ni la efectividad del mundo patriarcal pero que no deberían limitarse a las cumbres de la abstracción. Encontrá tu forma de gestar, aunque sea desde el dolor. Porque si algo sé de mi naturaleza femenina es que los procesos de gestación son dolorosos y con pensar positivamente en la analgesia, no duelen menos. Sin embargo, es un dolor valioso en la conciencia de mi ser como mujer. Es parte de mi relato. ¿Cuál es el tuyo?