Sin embargo, quizás no puedas coger tantos días, así es que hemos pensado en una ruta por el Camino en 3 días.
Poco tiempo, es cierto, pero suficiente para quedaros con ganas de más.
Y es que existen alternativas igualmente gratificantes que te dejarán entrever ciertos sabores del Camino.
Nada es perfecto, pero no intentarlo por falta de tiempo sería imperdonable. Si juntar semanas es un problema para ti, reserva 3 o 4 días para abrir tu apetito viajero.
Uno de esos fines de semanas largos, o quizá no tanto si Galicia no te queda tan a desmano.
Planazo: ruta por el #CaminodeSantiago en 3 días ¡Anímate! #WTSBlog
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Conozco a viajeros y peregrinos que realizan el Camino de Santiago por tramos durante años.
Cada año eligen un conjunto de etapas acorde a sus días disponibles, y al año siguiente empalman justamente donde lo dejaron.
Así consecutivamente y con el paso del tiempo acaban culminando una de las grandes rutas del Camino.
Obtienen su Compostela y su satisfacción exactamente igual que el esforzado peregrino que viene más de un mes caminando.
Son más que ideas, son situaciones reales que se dan en el Camino.
La imaginación es tu mejor aliada cuando la decisión ya está tomada. El tiempo no importa, la voluntad manda.
Y puestos a tomarla en firme, ¿porqué no comenzar con una escapada de 3 o 4 días?
Vamos a explicarte, paso a paso, y día a día, esta ruta confeccionada sólo si tienes poco tiempo para hacer el Camino.
Nos ponemos en marcha: ruta de 3 días por el Camino de Santiago
Vamos a poner pie a tierra y llamar a las cosas por su nombre.
Estamos de viernes, pero desde el mismo lunes anterior llevamos arrastrando el gusanillo de la aventura rugiendo en el estómago. Con lo cual prácticamente, gracias a los preparativos y expectativas llevamos de viernes toda la semana.
Derrochando buen humor y falta de sueño nos vamos de viaje a Sarria, nuestro punto de partida en la provincia de Lugo.
Allí estamos a poco más de 100 kilómetros de Santiago de Compostela.
Primer día. Sarria, una ciudad por y para el peregrino
Especialmente en primavera y verano es una ciudad con mucho ambiente peregrino. En cada taberna, bar o café popular hay corrillos por doquier de peregrinos contando sus vivencias. Sólo agudiza el oído y aprende porque pronto serás uno de ellos.
En definitiva, Sarria es un buen comienzo para imbuirte en el ambiente peregrino sin haber pasado por las etapas previas. Tiempo habrá para ello, como también lo habrá para que poco a poco cojas tanto cariño a tu viaje que estos 3 días te parecerán un suspiro.
El primer día, Sarria una ciudad por y para el peregrino #CaminodeSantiago #WTSBlog
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Como acabamos de aterrizar en Sarria, vamos a intentar reservar la tarde para andar y tomar contacto con la verdadera esencia del Camino.
Mochila al hombro, buscamos la primera flecha amarilla (en su casco antiguo abundan más que escasean). Nos mandarán para arriba, tomaremos altura hasta el mirador. Nos despediremos de Sarria observando sus tejados.
Un puente romano en el Camino
Desde allí al Monasterio de la Magdalena, que además es de obligada visita. Tenemos tiempo, hoy apenas haremos 5 kilómetros suficientes, para estirar las piernas tras el viaje.
Después de una breve parada monástica, buscamos el valle y su río que cruzamos sobre el puente romano de Áspera. Para mí una de las joyas arquitectónicas del Camino de Santiago.
Pequeño pero precioso fue, sin duda, el paso de miles de peregrinos durante también miles de años.
Una subida a la sombra de robles centenarios
Nos espera un paso refrescante a la orilla del río hasta llegar a la carballeira de la colina.
El carballo es la palabra gallega que designa al roble, y una carballeira por lo tanto sería un robledal.
En Galicia, los montes, pastos y tierras tienen dueño. Las carbelleiras también.
Por lo tanto, no es de extrañar que muchas de ellas se encuentren podadas y cuidadas cual jardín de una casa se tratara. Esto ayuda a conservar los bosques y a que crezcan altos y fuertes como robles, nunca mejor dicho.
En verano cuando el calor aprieta este rincón del Camino es especialmente agradecido. Descansar e hidratarte bajo sus ramas milenarias es un acto sumamente relajante. Pruébalo, no pases por alto este pequeño placer sobre todo si aprieta el calor.
La campiña lucense
Pronto la penumbra del bosque se torna en luz a la que poco a poco te acostumbras.
De nuevo retorna el verde de los prados y nuestra senda se abre paso entre ellos. La pendiente se hace más suave en el corto tramo que ya queda para llegar a la aldea de Barbadelo.
Casi desde un kilómetro antes puedes oír el rumor de aquellos peregrinos que han tomado como fin de etapa esta aldea.
Pero nuestro lugar para pernoctar no es éste. Al menos no es lo que espero como peregrina para disfrutar de una noche.
Esa parte de Barbadelo se ha convertido es una especie de hotel de recreo para turistas y mochileros donde la masificación esconde los verdaderos detalles.
El Barbadelo histórico del Camino de Francés
Sólo el olfato y la experiencia del peregrino de antaño hace mover las piernas apenas un kilómetro más lejos.
Merece la pena exprimir la energías que te quedan para después recuperarlas con creces en cuerpo y alma.
Dejas a tu izquierda la iglesia de Barbadelo y en seguida te das de bruces con las antiguas escuelas de Barbadelo, hoy albergue oficial de peregrinos de la Xunta.
Y es aquí donde sale una senda asfaltado que antaño fue el Camino Francés histórico, y que en apenas unos 100 metros, te deja en la Capilla de San Silvestre y en el Albergue de Carmen.
Capilla de San Silvestre en el Albergue A Casa de Carmen
El Albergue de Carmen, un hito en el Camino
La perfección no existe, pero los perfeccionistas sí. Y aquí, en este lugar voy a pecar de esto último.
No existe una sola temporada de Camino donde no busque pasar al menos una noche en casa de Carmen.
Más que albergue es un hogar, más que un restaurante es una casa de comidas caseras, y más que nada, es un lugar donde se respira la esencia del Camino de Santiago sin ambages.
¡Y eso es lo que somos en Woman to Santiago!
Más abajo, el rumor de la masificación apenas enturbia la calma de las auténticas tertulias de peregrinos.
Muchos son ya viejos conocidos del albergue, otros en cambio experimentan por primera vez sus bondades. Pero, tanto unos como otros, disfrutan como niños con zapatos nuevos.
Segundo día. Despertar en plena naturaleza
Tenemos aún todo el sábado por delante para llegar con suma tranquilidad a Mercadoiro.
Aún la luz apenas traspasa la neblina, y apenas se intuyen los grandes y verdes pastos para el ganado.
Tomemos un buen desayuno y despidámonos de Carmen y Pedro como se merecen. “Nos volveremos a ver” es el leitmotiv que más se escucha cada mañana a primera hora.
Despierta en plena naturaleza #CaminodeSantiago #WTSBlog
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Por algo será, que el peregrino de antaño suele ser sabio, agradecido y por ende acepta de buen grado lo que se le ofrece.
Bajando al valle del río Miño
Desde la casa de Carmen a la aldea de Mercadoiro existen multitud de paisajes que definen de maravilla el paso del Camino de Santiago por tierras gallegas.
Galicia es frescura.
Las sendas confluyen en corredoiras que te envuelven formando túneles que refrescan ideas y el espíritu de aventura.
Galicia es verde.
Un buen tópico que justifica sin duda esta etapa.
Galicia es agua que sale a tu encuentro en forma de arroyos, riachuelos, canales, fuentes y manantiales.
Caminar junto al constante murmullo del agua es comparable a quedarte dormido con el sonido de las olas rompiendo en la arena.
El oasis de Mercadoriro
Tras un sinfín de veredas y parajes de la Galicia más rural, la carga de kilómetros empieza a pasar factura.
Es el momento de hacer un alto definitivo que bien podría ser también el del fin de etapa por hoy.
Mercadoiro una vez pasadas las horas más transitadas del Camino Francés, es un buen lugar para disfrutar la puesta de sol en plena naturaleza…
Simplemente déjate llevar por el pausado ritmo de la noche.
Tercer día. Portomarín, la ciudad salvada de las aguas
El bullicio de los primeros peregrinos de la mañana te despierta.
Apenas 6 kilómetros restan para culminar este domingo. Un pequeño paseo matutino para salvar el valle del río Miño y terminar justo en la otra orilla.
No hay prisas en un desayuno a cielo abierto si el tiempo acompaña. Después nos unimos a los peregrinos más madrugadores que también buscan Portomarín como fin de etapa.
Pronto divisamos sobre la otra orilla del río, el nuevo asentamiento de Portomarín. El viejo quedó sumergido bajo las aguas del pantano.
Si hay suerte y las lluvias no fueron muy copiosas, emergerá del agua el antiguo puente de piedra de peregrinos. Será una delicia si tienes la oportunidad de usarlo.
Puentes sobre el Miño en Portomarín
Como único testigo de lo que fue, la iglesia fortaleza de San Juan fue trasladada piedra a piedra para perdurar en el tiempo.
Aún hoy impresiona desde tan lejos, y prácticamente actúa como faro para peregrinos despistados de última hora.
Llegas a Portomarín con el tiempo suficiente para una visita pausada a su casco histórico, pequeño, recatado, pero interesante.
Encontrar un buen mirador con vistas al río para comer no es difícil y a la vez muy aconsejable.
Posiblemente, llegados a este punto, el tiempo habrá volado, te habrá parecido corto y breve y tu instinto te dirá que tienes que a llenar de nuevo la mochila y partir hasta Palas de Rei.
De esto precisamente se trata, de engancharnos a una aventura donde el destino no es el final, sino la mejor de las excusas para descubrir un recorrido memorable.
Fotografía de Woman To Santiago
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