Sin duda, los tres últimos post de Intensional fueron muy difíciles de escribir. No suelo tener dificultad con las palabras. Ni en mi "vida real" ni en esta vida virtual que nos conecta, siento la dificultad de expresar lo que pienso y lo que siento. No disfrazo las intensiones de intenciones porque creo en la autenticidad como eje de toda relación sana, ya sea en nuestra vida cotidiana o en el espacio peligrosamente amplio que nos ofrece internet. Sin embargo, sé que mis últimos post han sido confusos y codificados. Parecen disfraces de otros post que hubiera querido escribir. No porque pretendiera explícitamente generarte una sensación de inusual expectativa, sino porque no lograba encontrar la forma simple y llana de decir lo que quiero, lo que anhelo. La búsqueda en la cual me embarco y te invito a compartir.A veces, soy resiliente.
Tengo una fortaleza que reconozco y aprecio. Esos momentos en los cuales se me descontrola la brújula y necesito recluirme para darle forma a mis próximos pasos, son breves. Esos momentos en los que escribo en código son intensos pero breves. Creo que en sentido estricto gozo de una sana resiliencia a la confusión emocional y logro estabilizar ánimos de forma poco convencional para quien no conoce los efectos peculiares de ser una mujer de esas que en el horóscopo se llaman "acuosas" y en consecuencia se adaptan fácilmente al recipiente que las contiene. O lo destrozan y corren con la fuerza interna que las moviliza.
No creo haber aprendido a comportarme o sentirme de tal forma. Es parte de mi naturaleza encontrar el camino para correr libremente, Si no lo encuentro, asumo la cualidad de las corrientes de agua y lo creo a fuerza de abrirlo con mi propio cuerpo. Las veces que me equivoqué -que no han sido pocas- fueron aquellas en las que no escuché esa necesidad instintiva de fluir persiguiendo una intuición que ruge. Porque mis intuiciones no susurran, rugen. En ocasiones las callo porque no me conviene escucharlas. Porque llegan en el momento menos oportuno. Porque amenazan con desestabilizar la tranquilidad que no es fácil de acuñar en un hogar. Porque me piden un cambio y el cambio da miedo. No es la primera vez que hago referencia al temor a cambiar en este blog, precisamente porque su origen es la expresión escrita de la necesidad de un cambio.
Corrijo: soy mujer, soy resiliente.
No creo que esta cualidad del carácter sea exclusiva a mi intensidad. Creo que el espíritu femenino comparte este poder acuoso y gestante. Todas, sin excepción, tenemos la capacidad de escuchar el bramido de la intuición. Todas, sin excepción, hicimos oídos sordos a alguno de esos llamados porque mirá qué jodida ella que le da por expresarse en ese preciso momento en el que habías logrado algo de estabilidad. Y cuando creíste que la voz molesta se había callado, descubrís que no se conforma con que no la escuches. Se manifiesta en tu pecho, en tu garganta, en tu estómago o en tus rodillas. De pronto un día te despertás con un peso inexplicable en el esternón, la voz quebrada, el estómago hecho un puño o las rodillas en un quejido. Mala señal mujer intensional. Tu intuición se coló más allá de los huesos y te está invitando a escucharla. Si no es por las buenas...
Si alguna vez te sentiste así, sabés que no es fácil salir de ese espacio de negación de tus propias necesidades. Pues, como te contaba, comprendo con rapidez el mensaje y lo codifico con asombrosa facilidad. Puedo hacerlo conmigo misma o con quien tengo enfrente. Te diría que es casi un don si no fuera por el hecho de que en posición de negación, lo ignoro olímpicamente, Como si nada hubiera pasado, me aferro a la seguridad de lo que tengo por miedo de perderlo. Solo en tres momentos de mi vida dejé que la intuición gritara en voz alta y hasta le respondí. Todos ellos conflictivos de distinta forma. Sin embargo, todos ellos me acercaron un poco más a la vida que quiero tener. El primer grito llegó en forma de vocación. El segundo en nombre de un amor que no se parecía al que me había imaginado para mí. Y el tercero -el que realmente me cambió a vida- se llama Camilo y es un ser maravilloso e intenso en medidas iguales. Tengo mis ciclos y no puedo negar que estoy transitando por otro de esos momentos en los cuales o abro los oídos a la vida o me devora.
¿Por qué?
Porque soy de las que necesita sentido. Necesito crecer con sentido, vivir con un propósito significativo e incluso amar con sentido. No me opongo a la rutina sino a girar y girar en una gigante rueda de ratón de laboratorio. Esta rebeldía interior es una de mis "debilidades" en el mundo que me toca vivir. No puedo sostener por mucho tiempo aquello que pierde significado para mí. Por el contrario, puedo dejar la vida por defender algo en lo que creo.
Como comprenderás, de esta tensión interna surgen muchos momentos de intensidad reflexiva. No en vano este blog se llama "Intensional". Cuando mis intensionalidades desbordaron, se transformaron en un blog. Con el blog en funcionamiento, fui encontrando un camino que no esperaba. No por desconocido sino por ajeno a mis intereses. ¿A qué me refiero? Escribir en este espacio es muy diferente a escribir cualquier otro de los blog que supe tener. Es otro nivel de expresión y conexión con las lectoras. Si algo agradezco infinitamente es el grupo de lectoras que me nutren con sus reflexiones, compartiendo experiencias, intensionando en colectivo. De ese intercambio surgió la idea original de tener un blog colaborativo y más adelante, la idea de transformar este espacio de colaboración en un lugar de referencia para mujeres que quieren emprender.
¿Qué entendés por "emprender"?
No "otro blog sobre mujeres emprendedoras". No. La verdad sea dicha, me puedo emocionar con la historia de fundación de tu sociedad financiera y tu superación como mujer en un universo netamente masculino, pero no me moviliza. Puedo admirar el empeño con el que llegaste a ser CEO de una multinacional pero no es la historia que prende en mi imaginación. Los emprendimientos que me ponen la piel de gallina son otros, socialmente menos espectaculares. Los que no aparecen en las páginas centrales de las revistas femeninas. Me interesan los emprendimientos que te permiten vivir de tu talento natural. Las gestaciones que te acercan a la vida que visualizás antes de dormirte y que no siempre pasan por abrir el propio chiringuito. Esa vida en la que sos poderosa pero no porque dirijas una empresa de mil empleados sino porque conseguiste que tu creatividad fuera la guía para ofrecerle al mundo tu valor.
Me interesan los emprendimientos en los cuales las mujeres son madres y conciben la maternidad como otra forma de emprender, en el más amplio de los sentidos. Los que nutren y te llenan el alma. Las pequeñas iniciativas que se sostienen con ideas enormes y llenas de esa fuer que solo se tiene cuando sos una mujer resiliente. Me interesan las mujeres que crean y sienten haciendo de su esencia femenina una fortaleza no una carencia.
Cuando pude darle forma verbal a esta idea, me encontré con un gran conflicto personal. Porque si quiero dedicarle mi tiempo a la tarea de ayudarte a encontrar tu forma de ser y emprender desde la creatividad y la intensión, necesito enfocar mi energía y mi tiempo en este propósito, tanto como encontrar un grupo de personas talentosas en diferentes áreas que me ayuden porque ni puedo ni quiero pretender que lo abarco todo. Este fue el momento en el cual se me cruzaron los pescados piscianos y surgieron los últimos post -al estilo Dan Brown- a los cuales me refería inicialmente. Porque con la formulación explícita de mi propósito surgía claramente la necesidad de "profesionalizar el blog" tanto por mí como por respeto a quienes encuentren en él una referencia. Llegamos a la madre de todos los nudos que me atan: no puedo concebir cobrar por un servicio. Y tuve que pensar seriamente en mi deseo y capacidad de recorrer ese camino.Se abre camino una nueva intensión.
En lo que respectaba al deseo no tuve duda. Yo misma soy una emprendedora a diferentes niveles y disfruto de compartir la experiencia. Ahora, asumir mi capacidad para transformar un servicio en una fuente de ingresos, fue un duelo interior. Una búsqueda dantesca en la que tenía que enfrentarme a mis creencias más arraigadas. Afortunadamente, estoy rodeada de mujeres demiurgas. De ésas que logran transformar su apoyo virtual en un abrazo físico y un empujoncito hacia el camino por recorrer. Este abrazo del círculo de mujeres intensionales, hizo más breve si cabe mi proceso de elaboración y en este momento puedo decir que mi propósito de profesionalizar el blog es firme, tiene un trayecto definido y sé que no lo voy a recorrer sola.
Claro que un proceso colaborativo de esta índole no es cuestión de tres días de reclusión e introspección. Hay tanto por hacer que quisiera acelerar el tiempo y llegar a ese momento mágico en el que te conectás con Intensional como lectora y podés mirar tu vida desde otro lugar. Esa etapa en la que puedo ofrecerte un curso que te abre puertas o leés un libro que amplía tu perspectiva y sentís que es un blog al que querés volver para encontrarte con un grupo de amigas muy diferentes que contemplan tu cuerpo, tu espíritu y tus necesidades creativas.
Por ahí se abren las nuevas intensiones y todo este post es para que las conozcas. Para que lentamente vayamos perfilando el camino y si querés, me digas por dónde no puedo dejar de transitar. Supongo que serán meses de trabajo duro y de decepciones (ya tuve las primeras pero mejor te las cuento en otro momento) Acompañame porque estoy convencida de que la mejor vista, se obtiene cuando subiste la más dura de las pendientes.