En el texto, decía que las empresas le solicitaban candidatos jóvenes para ciertos empleos, y que se encontraba con que lo primero que le preguntaban era cuál era el horario y el salario. Decía que, si la hora de salida era superior a las seis de la tarde, la gran mayoría de los candidatos tenía que pensárselo. En definitiva, se quejaba de una generación que no tiene tolerancia a la frustración ni está dispuesta a esforzarse por lograr un puesto de trabajo. ¿Qué puedo decir al respecto? Para comenzar, creo que generalizar es una práctica muy negativa y destructiva. Desde luego, yo no he estado en su lugar, pero de todas las personas jóvenes que conozco que estén trabajando, prácticamente ninguna tiene ese horario.
Por otro lado, luchar por un salario medianamente digno en una época en la que puedes considerarte afortunado si eres mileurista, me parece más que razonable. Buscar un horario que te permita conciliar tu vida laboral con tu vida personal, me parece más que justificable, y si todos pudiéramos disfrutar de mejores horarios, no sólo seríamos más eficientes en el trabajo sino que seríamos más felices. Me parece mentira que aún haya empresas en las que importe cuánto tiempo pasas en la oficina, aunque no estés haciendo nada, y no lo eficiente que eres. Y, por último, me parece muy injusto que se tache de inconformistas a nuestra generación cuando estamos aceptando puestos de becarios por salarios miserables, haciendo horas extra gratuitas, y firmando contratos temporales.
Así que, con todos mis respetos, creo que no se puede juzgar a nadie por buscar mejores condiciones. Al fin y al cabo, llega una edad en la que es frustrante no poder independizarte, no poder echar una mano en casa, tener que recurrir a compartir piso, no poder plantearte casarte y mucho menos tener hijos porque ni siquiera puedes llegar a fin de mes. En cualquier caso, si esto no le pareciera suficiente, conozco tantas y tantas historias reales que pueden dar voz a estas palabras, qué tal vez la próxima vez que alguien se plantee no aceptar un trabajo con condiciones ridículas, habría que aplaudirle.
Desde luego, como puntualización final ante posibles críticas, hay jóvenes que no tienen ganas de trabajar, la llamada generación “nini” que ha manchado el currículum a los demás. Hay jóvenes que no sienten motivación por nada, y que no valoran el trabajo, pero aunque ocupen mucho espacio en los mass media, son una minoría. Los jóvenes queremos trabajar y si no, basta con ver las ofertas de cualquier portal de empleo, en el que para una sola vacante hay más de 500 inscritos.
Por último, pido un ejercicio de empatía a todas las personas que consideran que estamos pidiendo demasiado, la gran mayoría, de edades avanzadas. No se trata de regalar nada a nadie, todos somos conscientes de que hay que trabajar duro para ascender y consecuentemente mejorar nuestras condiciones. Pero tiene que haber unos mínimos que hoy en día no hay. No se trata de discutir entre nosotros, sino de trabajar juntos para lograrlo.