Cuando hablamos de amigas solemos hablar de aquellas que nos han visto crecer, con las que hemos vivido muchos momentos juntas, aquellas a las que casi conocemos mejor que ellas mismas. Sin embargo, me he dado cuenta de que la amistad significa mucho más, más que el tiempo, más que el camino recorrido. Porque hay amigas que han llegado hace apenas unos años o unos meses, y significan mucho más de lo que lo fueron otras amistades en el pasado con las que compartimos más tiempo. Que no es necesario haber vivido muchos momentos juntas porque quizás hay uno, que los supera a los demás con creces. Que te han demostrado más en un año que otra persona en diez. Que te sientes enormemente afortunada porque se hayan topado en tu camino, pero te hubiera gustado que lo hubieran hecho mucho antes, porque todos los años que te quedan a su lado te parecen pocos para disfrutar de su amistad. Qué sensación tan bonita, de verdad. A veces pienso que nunca me tocará la lotería por haber tenido tanta suerte con mis amigas.
Me he dado cuenta de que las nuevas amistades pueden ser tan intensas y tan duraderas como aquellas que tenemos desde la infancia. Que, aunque siempre podamos contar con tres o cuatro personas en cualquier momento, siempre es maravilloso y un privilegio poder añadir alguna más. Que las nuevas amistades no sólo son un placer, sino una necesidad. Porque el paso de tiempo te va cambiando y, aunque sigas teniendo todo o nada en común con tus amigas de siempre, sienta genial ir incluyendo a nuevas personas que te van complementando.
Y, del mismo modo, es necesario dejar otras atrás. Y no tiene por qué ser traumático, ni haber detrás una terrible historia de traición o enemistad sino, simplemente, la vida. Es la que te va alejando de quien no te aporta lo suficiente y acercando a quien te da lo que necesitas. Vivimos con mucha prisa y poco tiempo como para malgastarlo con alguien por compromiso. A veces la chispa se apaga, porque la amistad también es amor, y aunque siempre quede el cariño, con eso no es suficiente para que funcione. Y, si algún día te encuentras con todas esas amistades que dejaste atrás, las saludarás y recordarás con nostalgia los buenos momentos, porque si algo no podemos hacer es fingir que no los hubo. Ellas saben que, aunque ya no estéis tan unidas, siempre podrán contar con tu ayuda, porque lo contrario no tendría sentido.
A todas aquellas personas que acaban de entrar en nuestra vida, es un placer abrirles las puertas, pueden ponerse cómodas pues esperamos que, si no para siempre, al menos se queden una buena temporada. Lo cierto es que, no sé si se han cumplido nuestros sueños desde la última vez que soplamos las velas, pero mientras los alcazamos, es un placer compartir el camino.