A quien no ha matado antes, y la providencia le lleva por el intricado camino de la guerra, sentirse ejecutor, frente a otro infeliz supone recibir un electroshock de adrenalina dentro de una coctelera de emociones encontradas; la mayoría negativas, que más pronto que tarde acaban saliendo al exterior.
Antonio ya se veía, dentro de su particular manera de ver las cosas, en medio de una película, una road movie sin retorno, atravesando carreteras de segundo orden, sudando tinta helada cuando se cruzaran con una pareja de guardias civiles, a los que imaginaba como jóvenes padres de familia con sus esposas, más aniñadas todavía, que contaban las horas, los minutos, los segundos para reencontrarse con sus seres queridos. Y es que trabajar de noche, una madrugada sí y otra también, sabiendo que la Ley y el orden pesan sobre los hombros de un par de agentes, más o menos bienintencionados......
Madrid, 2030. ¿Seríamos capaces de asesinar si no hubiera más remedio?
¿Qué haríamos por un billete a la eternidad? Tres mujeres y dos hombres, obligados a trabajar para complementar una ridícula jubilación, se enfrentan a un futuro sin pensiones. Sin familia, nada que perder, nadie a quien rendir cuentas. O eso parece...
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