Actualmente, más del 60% de los materiales extraídos en el mundo lo son mediante la modalidad de minería de superficie, que provoca la devastación del ecosistema en el cual se instala: deforestación, contaminación y alteración del agua, destrucción de hábitats, etc.
La huella ecológica
Debido a sus impactos, la minería es una de esas actividades que deben ser controladas estrictamente en todas sus etapas, desde la prospección y explotación hasta el transporte, procesamiento y consumo.
Todos los métodos de extracción minera producen algún grado de alteración a la superficie y los estratos subyacentes, así como a los acuíferos.
Las preocupaciones ambientales incluyen la alteración del suelo, vegetación, ríos y humedales locales así como de los recursos culturales históricos durante la preparación del sitio.
La contaminación atmosférica proveniente de la separación, concentración y procesamiento (polvo fugitivo y emisiones de la chimenea) y el ruido del transporte, transferencia, trituración y molienda del mineral.
La contaminación de las aguas superficiales proviene de los derrames de los molinos y plantas de lavado y la de las aguas freáticas a las fugas de las pilas de relaves y piscinas de lama.
La contaminación de los suelos, vegetación y aguas superficiales locales son debidas a la erosión eólica e hídrica de las pilas de desechos. Igualmente ocurre por la eliminación de los desechos.
Pero también se producen impactos visuales y conflictos en cuanto al uso de la tierra ya que la exploración minera constituye un uso intensivo y local de la tierra que puede tener cierto grado de conflicto con los usos existentes no mineros.
Las minas superficiales, plantas de procesamiento, lixiviación de las pilas de desechos, operaciones in situ, y las actividades de superficie de las minas subterráneas, ocupan totalmente los sitios y excluyen los otros usos. En el caso de las minas subterráneas, el uso de la superficie encima de éstas depende de la magnitud del riesgo de hundimiento (que puede ser insignificante o seguro), y de la geología, profundidad del mineral y método de extracción.
La posibilidad de utilizar la tierra después de que se terminen los trabajos de extracción dependerá del tipo, grado y éxito de la producción.
La alteración de la superficie a causa de las operaciones de extracción y construcción, puede degradar o destruir también los recursos culturales y lugares históricos.
Población y salud
Las actividades de exploración y extracción minera también interferirán, en cierto grado, con las otras actividades que pueden existir, o estar planificadas en el área; por ejemplo, las vibraciones de la operación de los equipos y la voladura, así como el ruido y el polvo. Estas, además, causan serias molestias y problemas de salud en los trabajadores y residentes cercanos.
Los problemas residuales de la extracción superficial pueden incluir erosión, efectos de la intemperie, saturación, así como desmoronamiento de las paredes verticales restantes y taludes de las pilas de desechos, además de los peligros para la seguridad que representan las fosas inundadas.
Los problemas residuales de la extracción subterránea pueden incluir el hundimiento de los túneles mal apoyados, causando fracturas superficiales, vacíos y colapsos; las operaciones abandonadas pueden crear un peligro atractivo, especialmente para los niños.
Otros peligros
Igualmente existen otros problemas que se relacionan con la extracción superficial y subterránea, como por ejemplo los incendios en las venas de carbón mal sellados o restauradas. Esto es común si se emplea la mina de carbón a cielo abierto como depósito de basura (y para quemarla), y puede producir emanaciones de CO, fracturas y el colapso de la superficie de la tierra.
Además, las filtraciones de agua freática de las minas abandonadas suponen otro serio peligro porque pueden ir mezcladas con metales peligrosos.
En las operaciones de dragado y extracción puede haber daños permanentes en la pesca, calidad del agua, y aspectos estéticos, debido a la modificación de canales y características de flujo del río natural, además de la presencia en las orillas de los montones de rocas e inundación de las dreas, aguas abajo, con sedimentos. Pueden ser perjudicados los otros usuarios del agua durante las operaciones y la calidad del agua que reciben.
Así pues, la pretendida promesa de riqueza que supone el desarrollo minero podría en realidad retrasar el desarrollo nacional y local.
Minas a cielo abierto
Para la explotación de una mina a cielo abierto, a veces, es necesario excavar, con medios mecánicos o con explosivos, los terrenos que recubren o rodean la formación geológica que forma el yacimiento. Estos materiales se denominan, genéricamente, estéril, mientras que a la formación a explotar se le llama mineral. El estéril excavado es necesario apilarlo en escombreras fuera del área final que ocupará la explotación, con vistas a su utilización en la restauración de la mina una vez terminada su explotación.
Las minas a cielo abierto son económicamente rentables cuando los yacimientos afloran en superficie, es decir, se encuentran cerca de la superficie, con un recubrimiento pequeño o la competencia del terreno no es estructuralmente adecuada para trabajos subterráneos. Cuando la profundidad del yacimiento aumenta, la ventaja económica del cielo abierto disminuye en favor de la explotación mediante minería subterránea.
Pero estas minas a cielo abierto dejan una profunda huella en la superficie terrestre como se puede observar en las principales minas a cielo abierto del planeta. Estos son algunos ejemplos:
La mina de cobre de Kennecott (Utah, EE.UU.) es la mina a cielo abierto más profunda del mundo y lleva en funcionamiento desde 1906. Tiene casi un kilómetro de profundidad y cuatro de diámetro. Hasta el 2004 se extrajeron de esta mina 17 millones de toneladas de cobre, 715 de oro y 5.900 de plata.
La mina de cobre de Chuquicamata (Chile) es la mayor mina de cobre a cielo abierto en diámetro del mundo y la segunda en profundidad (850 metros). De ella se extrae el metal desde 1882.
La mina de diamantes de Mirny (Yakutia, Rusia): Fue la primera y la más grande de las minas de la URSS y estuvo en funcionamiento desde 1957 hasta 2011. Tiene 525 metros de profundidad y 1.200 metros de diámetro. El espacio aéreo justo encima de este lugar está cerrado para helicópteros, ya que las corrientes de aire les absorbe hacia abajo.
La mina Grasberg en Papúa (Indonesia): Está situada a 4.100 metros sobre el nivel del mar en mar en uno de los lugares más remotos de Papúa. En 2006 produjo más de 610 toneladas de cobre, 58 de oro y 174 de plata.
La mina de Udachnaya (Rusia) es la tercera mina a cielo abierto más profunda del mundo. Se explota desde hace más de 60 años y sus empleados trabajan a 500 metros de profundidad.