La paciencia del monje

El monje camina con paciencia. Alejado de turistas y de miradas ajenas. Envuelto en su túnica de color marrón, desfila describiendo una trayectoria recta, pasea con unas zapatillas desgastadas y carga con un pequeño saco de tela.

El monje caminando con tranquilidad en un templo de la ciudad de Ayutthaya. Cerca de Bangkok. Monje caminando por el césped.
El monje caminando con tranquilidad en un templo de la ciudad de Ayutthaya.

El monje sabe esperar. Aprendió a ser paciente después de varios años interno en un templo de la ciudad de Ayutthaya. Largas horas de meditación en ayunas, hicieron del monje una persona calmosa. Su sosegado caminar así lo refleja.

Pero hay un rasgo que el monje ha sido incapaz de controlar; en la bolsa de tela transporta varios paquetes de Marlboro. No puede evitar seguir aspirando el humo del tabaco. Lleva el vicio tatuado en su piel y fuma cigarros como un auténtico carretero.

El vicio vino para quedarse

Los templos no han sido capaces de corregir ese defecto, que floreció cuando el monje tenía únicamente 14 años. En su adolescencia, Pem —su verdadero nombre— era conocido por frecuentar los bares de la extensa calle de Sukhumvit, en Bangkok.

Aun siendo menor de edad, su temprana barba le dotaba de un aspecto severo, que le permitía degustar el whisky Hong Thong en los peores antros de la ciudad. Su auténtica perdición.

Además, Pem era un tipo generoso con sus compañeros. Se ofrecía voluntario para comprar las botellas y compartirlas con su grupo de amigos imberbes. Todos menores de edad. Su empatía y generosidad le permitían gozar de aprecio, confianza y respeto por el resto del grupo.

El declive de Pem

Eventualmente, Pem desapareció.

Con una escueta nota de su puño y letra, comunicó a sus amigos que se iba a trabajar a Vietnam. Y no quiso dar más información.

Años más tarde, Non —el que fuera su mejor amigo— acompañado por su mujer y su hijo de 3 años, visitaron la ciudad de Ayutthaya. Cuando se disponían a entrar en el templo más famoso de la ciudad, encontraron a Pem.

Estaba tumbado en el suelo, a escasos metros de la entrada del templo. Descalzo y teñido de suciedad, Pem yacía semiinconsciente envuelto entre basura, desprendiendo un fuerte olor a whisky. Y con una cajetilla de tabaco asomando por el bolsillo de su camisa.

El desenlace monjil

Entre lágrimas, Non llevó al semiinconsciente Pem al hospital. Entristecido por encontrar a su viejo amigo de esa forma, pensó en cómo solucionar el entuerto. Recordó que Pem odiaba dejarse ayudar. Así pues, Non decidió actuar con sutileza felina.

Cuando llegó al hospital, dejó a su amigo en manos de los médicos. Entonces, antes de marcharse, Non depositó una nota en el bolsillo del pantalón de Pem:

Señor,

le he encontrado en la calle, tirado entre basuras y apestando a whisky. Me he tomado la libertad de asistirle, llamando a una ambulancia.

Perdóneme, no soy tan bueno como aparento. Mientras esperaba a la ambulancia, me he fumado su último cigarro. Hacía tiempo que no probaba un cigarrillo Krong Thip y casi vomito al hacerlo.

Valiente asco… ¿Cómo puede fumar esta mierda?

En el templo tenemos tabaco de calidad. Las donaciones nos permiten comprar cigarros Marlboro y alguna botella de whisky de vez en cuando. 

Le deseo una pronta recuperación. Recuerde que, en el templo siempre tendrá un hogar.

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