Estamos seguros que en cuanto Manhunt: Unabomber pique a las puertas de vuestra televisión, no podréis dejar vuestra Butaca o Sofá favorito, rendido a una de las producciones del año.
Manhunt: Unabomber – Un paquete exprés de buen thriller
Para muchos de los lectores de España, el nombre de Ted Kaczynski les sonará demasiado vagamente. Estamos hablando de un metódico asesino apodado Unabomber. ¿Imagináis vivir con el miedo de que en cualquier momento pueda llegaros un paquete explosivo a vuestros buzones? No es de extrañar, que la operación que vemos en Manhunt: Unabomber haya sido una de las más largas y caras realizadas por el FBI. Un total de 17 años donde Unabomber asesinó a 3 personas e hirió gravemente a otras 23.
Con una premisa así, la serie consigue plasmar los momentos clave de la investigación. El desconocimiento que se arrastras hasta el punto en el que comenzamos como espectadores, hace tensar nuestros músculos y a vivir la constante sensación de cuenta atrás desde el primer episodio. Es allí donde el carisma de un asesino, filósofo y reivindicativo, necesita ser placado por una mente capaz de entrar en la suya. Estamos hablando del agente James Fitzgerald, quien incorpora de manera brillante una giro psicológico a la serie, donde se propicia una persecución entre cazador y depredador como hacía tiempo que no observábamos en pantalla.
Manhunt: Unabomber – La psicología del crimen
Desde nuestra locura manifestada por Mindhunter, ya no nos conformamos con un Thriller cotidiano. Exigimos algo más, nuestra mente disfruta al ser exprimida sin piedad. Es ahí, donde Fitzgerald, interpretado de manera magistral por un Sam Worthington, que deja de lado los colores de Avatar para vestirse de traje, plantea la lingüística como principal herramienta. La persecución intelectual y la baja confianza que tiene el resto del departamento en las letras de Fitzgerald, la hacen una serie diferente, altamente recomendable. Te engañará en muchos momentos y te obligará a fijarte en todos los detalles. No te dará los argumentos masticados, sino que exigirá lo mejor de ti.
Esa psicología no sería posible sin la brillantez de un Paul Bettany, un actor con mucha visión escogiendo grandes proyectos. La caracterización es espectacular y va acompañado con unos movimientos y unas reacciones dignas de más de un premio. Para mí, el motivo indispensable por el que es necesario ver Manhunt: Unabomber, con sus 8 rapidísimos episodios.
El Montaje, la pega de Manhunt: Unabomber
Bajo nuestro punto de vista, el verdadero asesino de Manhunt: Unabomber es la manera en cómo está montada. En los primeros episodios, no dejan de dar saltos temporales que te desestabilizan todavía más. Estás loco por entender la trama, por poner una cara a Unabomber, y de golpe te saltan meses más tarde con todo el pescado cortado. Una técnica que despista y que va mejorando con el paso de los minutos de la serie.
Sin embargo, a nivel visual se centra en unos planos muy cercanos a los actores. Hay unas grandes actuaciones detrás y el director no duda en aprovecharlas.
La Banda Sonora y el Sonido en general es espectacular. Juegan con una facilidad envidiable con las chirriantes cuerdas al más estilo Hitchcock. Pero en los momentos de mayor tensión, sueltan un zumbido semejante al que resulta de una explosión. Un pequeño detalle que puede pasar desapercibido, pero que me obliga a aplaudir desde el asiento esa gran decisión.
Manhunt: Unabomber en la mente de un asesino
Además de mostrar de manera cercana la persecución psicológica y el duelo de titanes intelectuales, la serie no deja de dar su mensaje. Unabomber no mataba porque sí, tenía un sentido, un propósito. Defendía el descontrol tecnológico que estaba sufriendo el ser humano, algo así como Black Mirror, pero a base de implantar miedo y dolor. No era el método eso está claro, pero los productores no tienen miedo al mostrar los manifiestos Unabomber y la verdadera ideología del asesino.
Por ese motivo, debemos ser valientes y devorar en un dulce maratón la historia de Manhunt: Unabomber, el asesino postal que quería cambiar el mundo, a quien sus letras le llevaron a su detención.
Como siempre un placer escribir para vosotros.