La energía procedente de la biomasa puede jugar un papel importante para cubrir algunas necesidades energéticas, aunque la cantidad necesaria para contribuir significativamente podría ocasionar nuevos problemas medioambientales.
Ventajas y Desventajas de los biocombustibles
Los expertos advierte que para prevenir las consecuencias más peligrosas del calentamiento global es necesario reducir los gases que producen el efecto invernadero al menos en un 50% antes del año 2050. Este objetivo puede ser alcanzado mediante una combinación del uso más eficiente de la energía y del desarrollo de energías renovables tales como el sol, el viento, el agua o la biomasa.
Los biocombustibles son combustibles líquidos producidos a partir de materia prima vegetal, fundamentalmente cultivos agrícolas, a gran escala.
Existen dos tipos principales: bioetanol, sustitutivo de la gasolina, producido a partir de caña de azúcar, remolacha, maíz, trigo o cebada, y biodiésel, sustitutivo del gasóleo, producido a partir de oleaginosas como girasol, colza, palma, soja o jatrofa.
También está el biogás, que se produce a partir de los desechos orgánicos de la basura o de los excrementos del ganado, pero no es tan rentable a gran escala. Hay otros tipos de biocombustibles que están en sus primeras fases de experimentación, pero todavía no son opciones viables.
Sin embargo, las organizaciones ecologistas prefieren sustituir el prefijo ?bio? por el de ?agro? porque dicen se ajusta más a su significado ya que ?bio? se aplica a productos obtenidos por métodos de producción ecológica y que, por su parte, los combustibles de origen agrícola producidos a gran escala, con todos los impactos ambientales y sociales que conllevan, no cumplen estos requisitos. Por tanto, consideran más adecuado el uso del término ?agrocombustibles?, entendiéndose estos como los combustibles líquidos producidos a gran escala a partir de materia prima vegetal.
Los agro combustibles, o biocombustibles, se están planteando desde los países del Norte y desde la industria como la solución frente al cambio climático y frente a la crisis del petróleo. Se promueven también como medio de fomentar el desarrollo en países del Sur y ofrecer una alternativa a los agricultores del Norte.
La Unión Europea, incluida España, junto con el resto de países industrializados, están empujando su introducción en el transporte al obligar por ley a que todo el gasóleo y la gasolina que consumimos contengan un porcentaje de agrocombustible.
No obstante, las organizaciones ecologistas consideran que los agrocombustibles están demostrando tener impactos ambientales y sociales extremadamente graves, sin que esté demostrada su contribución a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Se considera que una de las ventajas de los bio(agro)combustibles es que una vez que la tecnología esté disponible de manera general, el precio de los biocombustibles será mucho menor que en de la gasolina o el diesel. Además, mientras que el petróleo es un recurso limitado, los biocombustibles pueden ser fabricados de muchos materiales diferentes y renovables. Por otra parte, al reducir la dependencia de combustibles extranjeros, los países podrán proteger su integridad de los ataques de manera más fácil. Como se producen de manera local, las plantas de biocombustibles generan empleos en áreas rurales. Y por último, cuando son quemados producen significativamente menos carbón que los combustibles fósiles.
Los agro(bio)combustibles, no tan sostenibles
Pero hoy por hoy parece que las desventajas que suponen los bio(agro)combustibles son muchas más. Estos tienen menos cantidad de energía, por lo que se necesita más material para producir la misma energía que la gasolina. A la vez muchos estudios muestran que si bien no contaminan a la hora de ser quemados, hay fuertes indicaciones que el proceso de crearlo contamina mucho. Igualmente se dice que la demanda de cultivos para la fabricación del combustible podría afectar los precios de los alimentos y a la pérdida de biodiversidad. Y, desde luego, que se necesitan grandes cantidades de agua para regar los campos para cultivar el producto necesario. También que resulta cuestionable que algunas formas de producción de biomasa en la actualidad reduzcan las emisiones de efecto invernadero, e incluso existen evidencias de que algunas están conduciendo a incrementos sustanciales a gran escala.
Así, las organizaciones ecologistas rechazan esta introducción de agrocombustibles a gran escala porque consideran que su producción provoca competición por el uso de la tierra con los cultivos alimentarios en casi todos los países.
Al mismo tiempo, dicen, no está claro que supongan un ahorro de emisiones de gases de efecto invernadero. Distraen la atención y recursos de las soluciones reales al cambio climático. A la vez, plantean una amenaza para la biodiversidad, especialmente por la deforestación de bosques tropicales y la desecación de zonas húmedas para la expansión de monocultivos. Generan nuevas amenazas a los derechos humanos y problemas sociales. Intensifican el modelo de agricultura industrial. Incrementan las situaciones de hambre y pobreza. Son económicamente insostenibles. Perpetúan la explotación de los países del Sur, sostienen los detractores.
En este sentido, se esta considerando, cada vez más, al continente africano como una fuente de tierras agrícolas y recursos naturales para abastecer al resto del mundo, lo que conlleva que algunos gobiernos, empresas privadas y fundaciones inversoras estén llevando a cabo una peligrosa acaparación de tierras en todo el continente para producir cultivos alimentarios, transgénicos, y agrocombustibles.
El control de las multinacionales
La promoción de la biomasa es evidentemente beneficiosa para un elevado número de sectores industriales. Por ejemplo, los partidarios de la ingeniería genética promueven los agrocombustibles en un intento de sortear la oposición mundial contra los alimentos transgénicos, a pesar de que los actuales cultivos modificados genéticamente, dicen los ecologistas, no proporcionen ventajas a la hora de producir agrocombustibles.
Para las organizaciones medioambientales, un gran incremento de las plantaciones de biomasa conduciría de manera inevitable a una mayor concentración en el sector de los negocios agrícolas, y un incremento del control de la agricultura y de la biodiversidad agrícola por un pequeño número de grandes empresas. El desarrollo de la segunda generación de agrocombustibles también facilitará el control del sector por las grandes empresas. Otros sectores interesados incluyen petroleras, los grandes empresarios agrícolas, fabricantes de coches y empresas comerciales.
Lo que sostienen los ecologistas es que el poder del grupo de presión que fomenta los agrocombustibles, con muchos intereses creados, se apoya en el comercio internacional y las reglas de patentes, y que por tanto esto plantea preocupaciones medioambientales y sociales, ya que para ellos existen serias dudas sobre si la biomasa podría desarrollarse de manera sostenible y si las empresas que las fomentan han evaluado adecuadamente los impactos sobre la población o el medio ambiente.