Ayer fue un día de lluvias torrenciales y frío invernal, parece una broma pensar que oficialmente ya estamos en primavera. Incluso encontré una alusión a esto en un diario virtual donde decía "interrumpimos la primavera para decir que volverá en dos semanas"... hasta granizo cayó. El caso es que la noche se prestaba a mantita, calorcito y un buen documental. Y eso hice.
Me llamó poderosamente la atención una frase de la filósofa y escritora Delia Steinberg Guzmán donde decía, hablando del arte y de la belleza, que el arte no es solamente una buena música, o un cuadro, o una escultura, sino que el ser humano también es una obra de arte. Tanto me impactó que me puse a meditar sobre ello.
¿Cómo puede considerarse el ser humano una obra de arte? Para las personas religiosas imagino que la respuesta es fácil: el hombre está hecho a semejanza de dios y si dios es perfecto, el hombre también debe serlo porque, ¿no consideramos arte aquello que es perfecto, armónico y bello? Tal vez habría mucho que discutir sobre esta idea, pero eso sería tema de otra reflexión... ¿Y las personas que no somos religiosas, podemos ver al ser humano como una obra de arte? Desde un punto de vista filosófico, sí. Porque ¿no es acaso el arte el resultado de un trabajo continuado de perfeccionamiento de la propia obra? ¿Y no aspira el filósofo a trabajarse interiormente, como trabajan los alquimistas los elementos, para transformar el hierro de nuestra personalidad en oro espiritual? El filósofo no es sólo el que pregunta y busca respuestas a esas preguntas; es aquel que una vez obtenidas las respuestas las aplica a su vida y a sí mismo buscando una transformación, siempre ascendente y para mejor, que le lleve una vez superados los obstáculos de su personalidad a una verdadera transmutación interna desde la que irradiar lo mejor de sí mismo. Y esto no es otra cosa que belleza y armonía y, por lo tanto, arte en su más elevada acepción.
Tal vez el arte, en el ser humano, no pueda ir separado del concepto de educación. No en el sentido intelectual del término, sino en el sentido clásico de la palabra donde educar es hacer nacer lo mejor que cada uno de nosotros llevamos dentro. Conocer nuestras fortalezas y también nuestros defectos para trabajar éstos con aquellas y dar forma a nuestra personalidad, verdadero vehículo del ser interior, y que nos ayuda a expresarnos en la vida. En definitiva, el arte en el ser humano es, para mí, el resultado de un trabajo interno que se manifiesta en lo externo como belleza y armonía a todos los niveles, más allá de cánones pasajeros y la mayoría de las veces absurdos. Porque la verdadera belleza no necesita de soportes materiales, sino que es la materia la que brilla con fuerza cuando es impulsada por un alma bella.