Si los últimos años hay un género que ha ganado terreno en el mundo del cine, obviando el de los superhéroes, este es el de los biopic (películas biográficas), y además lo ha hecho brillando tanto en calidad técnica como en aceptación de críticos y de público en general. Ejemplos de ello los tenemos, por ejemplo, en: “Bohemian Rhapsody”, “Vice”, “La reina Victoria y Abdul”, etc.
Aunque normalmente los biopic se centran en contarnos la vida de personas queridas o históricamente relevantes, en diciembre de 2017 llegó a nuestras pantallas “Yo, Tonya”, la cinta que nos cuenta la truculenta vida e historia de una de las deportistas más oscuras de Estados Unidos, la patinadora sobre hielo Tonya Harding.
“Yo, Tonya” empieza presentándonos a su protagonista, Tonya Harding (a quien da vida Margot Robbie) sentada frente a una modesta cocina y dispuesta a hablar de “su caso”. Para ello, Tonya empieza desde el principio, relatando sus inicios en el patinaje sobre hielo cuando era una niña de apenas 4 añitos.
A esa edad, la pequeña Tonya es llevada por primera vez a una pista de hielo de la mano de su madre, LaVona Golden (Allison Janney), una mujer dura, maltratadora y déspota que lleva con mano férrea a su desestructurada familia. Los insultos y agresiones de LaVona marcan los primeros años de la pequeña Harding en el mundo de patinaje, un mundo en el que, poco a poco va despuntando y en el cual LaVona empieza a ver una salida a su mediocre vida.
LaVona se vuelca en su hija, le diseña los trajes, se los fabrica, la acompaña a competiciones y sobre todo, la presiona y agrede tanto física como psicológicamente llegando incluso a hacerle abandonar sus estudios para dedicarse en cuerpo y alma al patinaje donde, por otra parte y debido a su complexión física, pronto empieza a experimentar algunas limitaciones.
En la adolescencia conoció a Jeff Gillooly (Sebastian Stan) un chico del que se enamoró y con quien a los 20 años se acabó casando y abandonando su casa materna. Desgraciadamente para Harding, la situación en su propia casa no mejoró mucho, ya que entre ambos se creó una relación totalmente enfermiza donde los malos tratos estuvieron en el orden del día durante los casi tres años que estuvieron casados.
En el punto máximo de su carrera profesional, Tonya logró convertirse en una de las únicas mujeres capaces de realizar el complicado salto triple Axel, lo cual le hizo ganar el campeonato de EE.UU., conseguir la plata en el Mundial y como no, el pasaporte a Albertville92 donde pese a participar, no consiguió demasiado éxito empezando su declive personal y profesional.
Poco después, aparecía en escena una nueva rival, la joven Nancy Kerrigan quien cumplía con todos los requisitos de la Federación, de los anunciantes y disfrutaba del favor de los jueces. Misteriosamente al finalizar uno de los entrenos de los Nacionales, un desconocido relacionado con Jeff, el exmarido de Tonya, lesionó a Kerrigan impidiéndole la participación en el campeonato y su clasificación para Lillehammer94.
¿Qué tenía que ver Tonya en la agresión?¿y Jeff? La película aclara algunos puntos, pero como la propia historia real, quedan muchos puntos en la oscuridad de esta turbia historia del deporte americano, y como no podía ser de otra forma, nosotros dejaremos aquí nuestro desglose argumental de la cinta.
Técnicamente “Yo, Tonya” es una película realmente remarcable, ya que, lejos de lo que sería habitual para un deportista, esta película biográfica se aleja totalmente de sus logros deportivos para centrarse en algo mucho más complicado, su auténtico relato psicológico para intentar explicar los motivos por los que Tonya Harding es como es, contándonos su sufrimiento por su situación personal en casa, por la actuación de los jueces contra ella, por la hipocresía de la sociedad, etc., y todo amenizado por una gotas de humor más que interesantes y necesarias en una historia tan dura.
En el apartado interpretativo, en “Yo, Tonya” nos encontramos con dos auténticas joyas, los trabajos de Margot Robbie dando vida a la atormentada Tonya Harding y el de Allison Janney dando vida a su madre, una mujer fracasada que no duda en maltratar a su hija para intentar que esta triunfe, todo un personaje odioso aunque tan bien trabajado que uno acaba enganchándose a él. Sin lugar a dudas, nuestro aplauso es para ellas dos.
Por todo lo que os hemos contado más por su banda sonora y su trepidante ritmo narrativo, os recomendamos totalmente ver “Yo, Tonya” a la cual le ponemos un 8/10 de nota final.
Título original: “I, Tonya” – 2017 – USA
Dirigida por: Craig Gillespie
Duración: 121 minutos
Género: Biográfica, Drama