"Es peligroso, Frodo, cruzar tu puerta. Pones tu pie en el camino, y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar."
Hace unos meses me inscribí en una convocatoria para un empleo. Una revista de la que soy lector habitual buscaba gente creativa que les ayudase a desarrollar un nuevo concepto de evento, a la vez que ofrecía trabajo remunerado y formación. Sueños húmedos me invadían pensando que la plaza podía ser mía, pero llegada la fecha de la resolución un mail con aire de colegueo me confirmaba que no había sido elegido y me animaba a estar atento a nuevas convocatorias. Bien.
Sería una de tantas veces que no consigo lo que quiero y a otra cosa mariposa de no ser por una singular coincidencia que añadió relevancia al asunto. Encontré un tweet escrito por una diseñadora que se quejaba de la espera por el veredicto de la misma oferta a la que yo había respondido. Desde su biografía llegué a su web y allí me di cuenta de con quién estaba realmente compitiendo. No en esta ocasión, sino en mi día a día. Todo en su trabajo era coherente, había un discurso, y era estético, profesional, inspiraba confianza. Miraba ¡Semejante Ramera! y me sentía como Woody en Toy Story cuando se da cuenta de que todo el mundo prefiere a Buzz Lightyear. Acostumbrado a vivir con las mismas personas uno puede llegar a pensar que sus única competencia en el mercado laboral, o en la vida misma, son aquellos que conoce. Les mide día a día, les evalúa, y se siente más o menos cómodo entre ellos a la larga, siempre con algo de ayuda de una medida autoindulgencia. Pero al igual que le ocurría al sheriff de juguete, hay que salir de casa para entender que no somos el favorito de Andy.
Hoy en día el periodismo on line es, en su práctica totalidad, un error de concepto tras otro. Directores de medios sin línea editorial clara, que sólo buscan potenciar tráfico de visitas sin preocuparse lo más mínimo por el contenido, seguidos por redactores que navegando entre la mediocridad y la necesidad imperiosa de un ficticio hueco en la red y un trabajo mal pagado contribuyen a producir pseudo noticias de calidad ínfima y sospechosa autoría, que finalmente llegarán a un público que ya no distingue, que come titulares tan rápido como los caga, con una mente completamente bloqueada para diferenciar una noticia de un rumor, propaganda de hechos e información de basura.
¡Semejante Ramera! nunca ha sido un proyecto con discurso, que buscase conseguir nada, pero sí se ha intentado siempre que primase la calidad del texto. Simplemente, mientras se aprendía se ha buscado identificarse con el pequeño porcentaje de gente que por alguna razón, parecían saber exactamente qué hacer. Pero no es suficiente con buenas intenciones, y estas han quedado sepultadas bajo una apariencia que no se ha trabajado, una periodicidad de entregas que no se ha cuidado y muchas irregularidades en estilo y forma. Más grave todavía en un momento en el que arreglar todos estos errores es simplemente cuestión de echar horas en Internet, navegar entre tutoriales y programas.
Esto ya no da más de sí. Lo que cuenta no está a la altura de un trabajo, de un talento que se quiere transmitir. Es necesario buscar algo que empuje y no que empujar, una nueva identidad que no se tenga que justificar día tras día ante gente con las ideas más claras.
Es habitual decir que tras la tormenta, llega la calma. Ignoro si alguien ha sacado alguna vez algo bueno de la puñetera calma. De la tormenta, en cambio, se sacan habilidades y conocimientos que no tienen precio. El desenlace gusta a todos porque se ha aprendido de los errores cometidos entre planteamiento y nudo, no porque hayamos pasado la película con los ojos cerrados.
Para acabar, comportarme ahora como una estrella de rock y dar gracias a los que han estado allí me resulta complicadísimo por lo vergonzoso del asunto. Pero aunque ni yo me lo crea, hay gente que de verdad ha depositado su confianza y esfuerzo en este medio. Hablo de, por un lado, el equipo. Redactores y técnicos, todos buenos amigos que han participado en algo no muy concreto, pero espero que divertido.
Además, los lectores. Se lo juro, existen. Hay gente que ha pasado por aquí, que sabe de la existencia de esta web. No sé que sintió el protagonista de Searching for Sugar Man, un cantante y guitarrista que vivía en el anonimato cuando le dijeron que en Sudáfrica se le idolatraba como a Elvis, pero no me puedo imaginar nada mejor que cada vez que leo un comentario suyo o veo que les gusta mucho uno de mis vídeos. Internet, en sus días buenos, es como esa escena de Forrest Gump en la que tras correr durante días y días, Tom Hanks se da la vuelta y encuentra un grupo de seguidores.
"No podían creer que alguien pudiera correr tanto sin ningún motivo especial. Tenía ganas de correr. Bueno, pero por algún motivo para la gente sí que tenía sentido. Así que tuve compañía. Y después de eso tuve más compañía. Y después me siguió todavía más gente."
Gracias por la compañía. Seguiré corriendo en otras direcciones, y espero verles por allí. Bueno, corriendo no, iré en autobús, o en blablacar, pero no se preocupen, les mandaré las coordenadas y los enlaces de todo. Que sin vosotros no soy ná.