Llega una nueva película de Walt Disney Animation Studios, que nos tenía abandonados desde Big Hero 6 (Inside Out y El viaje de Arlo son de Pixar), y vuelve a poner voz a objetos o seres que por lo general, no suelen tenerla: en esta ocasión, animales (lo nunca visto).
Lo interesante aquí es que los animales, humanizados al estilo fábula una vez más, llegan en este caso al extremo, ya que viven todos juntos y sin comerse unos a otros, en la ciudad de Zootrópolis, que está, de hecho, en un mundo perfecto en el que no hay humanos.
¿Querrán decirnos algo con esta ausencia? Quién sabe, pero lo cierto es que aunque no haya seres humanos, hay maldad y por lo tanto, trama: una coneja policía y un zorro buscavidas investigan por qué algunos animales (todos depredadores) se están volviendo salvajes. Esto les lleva a través de una intrépida aventura al descubrimiento de un oscuro zoo-complot de lo más simpático.
El uso de protagonistas zoomorfos queda tan adorable y vistoso como siempre, y sirve para recrear un gracioso entorno con gran cantidad de bromas y paralelismos entre el mundo de las personas y el mundo animal.
La historia es sencilla y sin grandes artificios; los personajes son estereotipados dentro del género policiaco que aquí se emula (por ejemplo la protagonista es una policía de tráfico, cuando querría dedicarse a la investigación) y del propio Disney (protagonistas que se llevan mal, pasan a llevarse bien, nueva crisis y al final otra vez amigos), por lo que el resultado es el de siempre: una película entretenida y agradable de ver, sin destacar a lo grande como otros bombazos Disney, como pudieran ser Frozen (nos guste o no, es la que más beneficios ha reportado) o casi cualquiera de Pixar, como Los Increibles o Wall-E, por poner algún ejemplo.
Si bien su éxito aún está por ver, tiene muchas cartas para convertirse en una nueva franquicia Disney, ya que el mundo que han creado da juego de sobra para futuras secuelas y spin-offs.
Como la mayoría de películas de animación provenientes de Pixar y de la propia Disney; tiene la complejidad suficiente para como para ser disfrutada tanto por el público infantil como por el adulto, sin jugar excesivas bazas para éste último, como pudiera hacer Dreamworks; pero con las suficientes para hacerla disfrutable para los padres que acudan al cine arrastrados por sus hijos, o los adultos que se dejen engañar por ese amigo fanático de Disney que hay en todos los grupos.
En una frase: una película de animación bastante cándida, con una hermosa moraleja sobre el respeto y los prejuicios (¿y lo maravilloso de un mundo sin humanos?)