En realidad a mi no me importaba volver porque tenía ganas de ver a Mario y contarle la cantidad de cosas chulas que vimos y enseñarle las fotos pero... joé, preferiría que fuese él quien viniese a Galicia! :(
Nuestra última visita por Galicia era la ría de Pontevedra y la primera parada fue en el pueblo de Combarro. Menos mal que esta visita se quedó para el último día porque sin duda fue el pueblecito que más me gustó. Como en toda la costa gallega, las mareas eran de lo más exageradas. ¿Podría haber una diferencia de 1 metro del nivel del mar? Por eso en tantos lugares veíamos rías casi secas. No es que estuviesen secas sino que por las mañanas la marea estaba baja. Pues así nos encontramos la ría de este pueblo, totalmente seca! Un paisaje que en pocas horas cambiaría por completo porque la marea iba subiendo... Aquí tienes una lista de cosas únicas que solo verás en Galicia...
Café con vistas a la ría de Pontevedra
Nada más llegar nos dimos un paseo por la calles de este encantador pueblo. Parecía dibujado, hecho para que lo disfrutaran sus visitantes! Lo más característico es la cantidad de hórreos que tiene al lado del mar (o la ría seca, como la vimos nosotros) y esto tiene su explicación: las casas se construyeron sobre la escasa roca que había en el terreno para poder aprovechar al máximo la tierra fértil de la zona. Como la roca era escasa, las casas se construyeron muy pegadas unas con otras, para aprovechar el espacio al máximo y de ahí esas callecitas tan estrechas de piedra. Un pueblecito de lo más pintoresco. Los restaurantes y tiendas también estaban excavados en la roca y eran muy chocantes pero sobre todo acogedores y bonitos. Hay que ir y descubrirlos.
Tras el paseo por el pueblecito terminamos sentados en una de esas terrazas que dan a la ría. Temiendo la peor clavada turística de la historia nos pedimos 2 cafés, una caña y un refresco. Y mira qué majos, para los cafés nos sirvieron esos mini creepes y para el refresco y la caña 2 tapitas de fabes... Ahora sí que de verdad temíamos un atraco. Pues en total fueron 8??? nada más! 2??? por cabeza contando la consumición con su respectiva tapa así que tampoco estuvo nada mal.
Terminada nuestra visita al pueblo (pequeño pero escandalosamente boniiiito) nos fuimos a comer a la ciudad de Pontevedra, situada al otro lado de la ría. Esperábamos esta ciudad como una más, un pueblo gallego grande, con miles de habitantes, pero no más bonita que Santiago y de eso nada. Tal vez metiera la pata si dijera que el casco antiguo de Pontevedra es más bonito que el de Santiago así que voy a decir que son igual de bonitos (eso sí, es más grande) pero Santiago de Compostela no lo cambiaría por nada ?. Comimos unos bocatas que traíamos preparados y las últimas horas de nuestro último día las usamos en perdernos por el casco antiguo de esta ciudad.
Era la hora de comer y muchas zonas estaban muertas mientras que las terrazas estaban a tope. La verdad que tras varios días para arriba y para abajo eran pocas las ganas de seguir pateando ciudades así que la visita a Pontevedra fue breve, pero suficiente para demostrarnos que era mucho mas bonita de lo que creíamos y que la visita mereció la pena.
Y el viaje prácticamente había terminado. Volvimos a Santiago de Compostela y recogimos nuestras cosas, dimos un paseo por la Alameda y salimos a cenar. Nuestra última cena, últimos calamares, últimos pimientos... Y 11 horas de viaje que nos esperaban a la mañana siguiente. ¿Cuándo y a dónde será el próximo viaje?