En el mundo del documental, es de valorar una historia que, además de por supuesto entretener y emocionar, informe o enseñe. Porque si nos hemos alejado de la ficción para cumplir la misma función, hemos caído ligeramente en el despropósito.
Por eso prefiero Fahrenheit 9/11 a Man on Wireo Inside Job a Searching for Sugar Man, por muy bien que me lo hayan hecho pasar.
En este caso a Red Army, un documental sobre la guerra fría a través de las historias de los integrantes de su equipo de hockey nacional, le favorece más que nos centremos en lo emotivo que en lo cognitivo, en lo racional mejor que en lo pasional.
Los personajes de la historia están maravillosamente definidos, y la identificación con ellos está perfectamente pensada para un público occidental, por mucho que su director, guionista y productor Gabe Polsky hable de estar dando una visión nueva sobre el asunto. No veremos aquí un documental en exceso beligerante, pero sí una historia sobre personas, el mencionado equipo de hockey, y su lucha por conseguir su sueño, jugar en la liga de americana y disfrutar de todas aquellas cosas de la vida (como ganar mucho dinero y ser muy famosos) que en su país se les negaban. Con un montaje rápido y muy eficaz, además de una duración espléndida de 85 minutos, todo esto es aparentemente fácil de digerir.
Y digo aparentemente porque la historia reciente de "Slava" Fetisov, el alma del equipo, el más conflictivo con su gobierno de todos ellos y probablemente, el mejor jugador, le ha llevado a organizar los controvertidos juegos Olímpicos de Sochi y a convertirse en una figura política muy unida al presidente Vladimir Putin, como se encarga de recordar el documental sin ningún reparo.
¿Qué raro todo, no? Sin fecha de estreno todavía en España y sin distribuidora a término del festival de Zinemaldía, solo me queda estar atento para, cuando por fin se estrene, recordarles que acudan a las salas y me cuenten si les confundió tanto este giro de los acontecimientos como a mí.
En una frase: buen documental en conjunto, pero mejor si no nos paramos a pensar.