Quedamos de buena mañana en el Hotel María Cristina de San Sebastián con Gabe Polsky, director de Red Army, para hablar de su documental, de hockey, de su infancia, de los franceses, del Óscar y de muchas cosas más:
¿Cómo llegaste a este proyecto?
Mis padres nacieron en la Unión Soviética, en Ucrania. Yo nací en Chicago, y de pequeño jugaba al hockey constantemente, a un nivel muy intenso, competía mucho. Tuve un entrenador durante tres años que era soviético, uno de los primeros en ir a los Estados Unidos a trabajar como entrenador desde la antigua Unión Soviética, fue una pura casualidad, pero de algún modo me abrió por completo los ojos hacia otra forma de jugar al hockey, fomentando creatividad, pases y juego en equipo.
¿Qué edad tenías?
Yo era un chaval, tenía trece años.
Me fascinaba el entrenamiento. Me hizo realmente darme cuenta de lo que podía ser este juego, y me hizo hasta desarrollarme como persona. Y cuando por fin pude ver a los soviéticos jugar... aquello fue espectacular. Es difícil de describirlo. Para la gente de España supongo que será como ver jugar a vuestra selección o ver jugar a, no sé, Israel. Es como una forma de arte.
Desde entonces siempre llevé dentro de mí una frustración por como se jugaba al hockey en Estados Unidos, con toda su brutalidad, y poco a poco, quise que la gente supiese que había otra forma de hacerlo. Además era interesante el aspecto cultural, plasmar los choques culturales tanto entre ambos países como solamente en el interior de la Unión Soviética, donde el hockey, que era libre y armonioso, representaba lo opuesto a la forma de estado, que era cerrada y discordante.
Descubrí que podría ser una historia que hablase, además del deporte, que sería el hilo conductor, de las experiencias y vivencias de diferentes personas en una época muy concreta. Y me pareció interesante desarrollarlo.
Con el hockey en tu documental ocurre algo similar a algo que EEUU lleva haciendo años con otros como el béisbol: puede que jamás hayamos jugado a este deporte, pero una vez aparece en una película, nos puede motivar como cualquier otro. ¿Qué crees que tiene el cine que consigue esta efecto, de pasión por algo hasta hace unos minutos desconocido?
Es cierto que lo hace. Por ejemplo, la primera vez que esta película se proyectó fue en Cannes. Nadie juega al hockey en Cannes (risas), ni en Francia, pero todavía con esas la película tuvo una gran acogida. Y creo que se debe a que si una película, trate de lo que trate, está bien hecha, no expulsa a ningún espectro demográfico. Una película de calidad, que cuente una buena historia, puede interesar a mujeres, ancianos, niños... aunque hable de hockey.
Esto no es una película de deportes, necesitaba hacer una historia emocionante, que captase la esencia de todos los personajes, porque cada uno de ellos representaba al conjunto de su país. Y es curioso porque incluso así, eran tratados igual que cualquier otro, cobraban lo mismo y tenían el mismo tipo de vida.
¿Crees que este documental aporta información sobre la imagen que la gente tiene de Rusia y los rusos?
Desde luego. Creo que hay mucha gente que conoce Rusia y sus gentes de forma muy superficial, sobre todo debido al cine y a las historias que nos cuentan, habitualmente solo desde un punto de vista, de la guerra fría. Hay que tener respeto por el pasado.
Creo que la gente nunca ha visto una historia como esta. Esta historia es muy humana, y el deporte resulta una nueva forma de mirar hacia toda esta temática.
Cuando haces un documental, tienes que informar y a la vez ser cinematográfico, estético, tienes que entretener. ¿Cómo manejaste estos dos conceptos y quién te ayudó?
Ahí reside el arte de todo esto. ¿Quién me ayudó? Todo mi equipo. Tuve muy buenos directores de fotografía, varios debido a los alocados periodos de grabación que manejábamos. El proceso de edición fue muy complejo, también contamos con varios debido a todo el material que había...
Pero respondiendo a tu pregunta, de vez en cuando has de tomarte pequeñas libertades con los hechos, no todo tiene que ser tan preciso si contribuye a la calidad de la cinta y siempre y cuando no mientas y hagas honor a la verdad. Y gracias a estas licencias puedes incluir el arte, la belleza y entretener al público. Si puedes conseguir todo esto, harás un buen documental.
¿Tienes algún documental favorito, que haya actuado como referente o no para esta cinta?
Supongo que alguno de Werner Herzog, que participa aquí como productor ejecutivo. Me gustan sus rarezas, como capta el alma del hombre.
Pero no realmente. Con un proyecto como este coges un poco de todo.
Para terminar: se habla del Óscar para Red Army. ¿Piensas en esto, lo esperas...?
Mira, lo único que te puedo decir es que Sony Classics se está encargando de este documental de forma muy pasional y a la vez muy agresiva. Creen en la cinta, creen que es material de Óscar. E invierten dinero. Y el hecho de que esté yendo tan bien en festivales, por supuesto ayuda e indica que todo va bien. En lo que a mí respecta, si esto ayuda a que pueda seguir haciendo películas, mejor imposible.