La historia está servida, y parece más drama que comedia. Cientos de jóvenes marchan de España desesperados, y viven en el extranjero más desesperados todavía. Pero en cine, meterse en un "berenjenal" no es garantía de ningún éxito, y aunque la propuesta sea en principio sólida, las herramientas han de serlo también para que el barco no naufrague (fácil metáfora barco=película del manual del crítico amateur).
No pienso ponerme ni colorado al comparar Perdiendo el norte con Ocho apellidos vascos. Tal vez no en sus interpretaciones (que sí) ni en su guión (que también) pero las coincidencias en su forma, estilo y discurso son insalvables. No como algo intencionado, ni por asomo. Nacho García Velillaes un director consagrado que no tiene absolutamente ninguna necesidad de salir de su propio universo para crear comedia de calidad. Simplemente, parece que este mundo, el de los directores de comedia, es menos único de lo que se piensa. Con excepción de Javier Ruiz Caldera (Tres bodas de más), al que considero más apto para ofrecer una comedia no solo textual, sino visual gracias a sus dotes como director, el resto se me antojan planos y aburridos en este aspecto.
Así que, renunciando de nuevo a que una comedia española me sorprenda o me cautive por su forma, fijémonos en los actores de esta película indudablemente coral. Entre ellas, Miki Esparbé, tal vez la cara menos conocida, no hace más que robar escenas. Suyos son los mejores momentos de la cinta, gracias tanto a su buen hacer (constancia en gestos y expresiones que le dan credibilidad y peso) como a lo beneficioso que resulta interpretar al personaje más original (tampoco es difícil, compitiendo entre otros con un turco dueño de un kebab). La otra buena noticia es lo correcto que resulta y resultará siempre Julián Lopez, junto al valor seguro de consagradas figuras como Carmen Machi y Javier Cámara.
Las chicas, si bien están correctas (a Blanca Suárez su papel le permite lucirse más, y lo consigue), no dejan de evidenciar una falta total y casi dolorosa de papeles femeninos de calidad en el cine español. Ninguno de los personajes femeninos de la película encuentra significado real sin un personaje masculino (de estos, al menos tres se definen por cuenta propia).
Nada malo diré (no se me ocurriría) de la interpretación de José Sacristán. Si es algo evidente, sin embargo, que a veces en los últimos años se le ha ido la mano aceptando colaboraciones aquí y allá. Tal vez esta la podría haber dejado para otro, aunque verle siempre es un placer. Luces y sombras.
En realidad, Perdiendo el norteno tiene ningún problema auténtico. De los decorados se puede hablar, de los actores y la monotonía en su estilo también lo hemos hecho... pero nada de esto importa si al final es divertida (que lo es, sin duda) y si incluso se permite retratar a una generación que tampoco está muy claro sea distinta de las anteriores.
El tiempo pondrá en su lugar a Perdiendo el norte mejor de lo que ninguna crítica sepa o pueda. Pero hasta entonces, vayan a verla, que no se lo cuenten.
En una frase: película candidata a pasar desapercibida o petarlo muy fuerte. Dependerá del público, pero tiene material para ambas opciones.