Si la semana pasada hablaba de luz y composición, hoy le toca el turno al modo manual. El post está especialmente orientado al manejo de las cámaras réflex o las evil, pero si tu equipo fotográfico consta únicamente del móvil, ¡no te vayas todavía! Seguro que, dejando de lado los puntos más técnicos, puedes sacar provecho de alguno de los tips –y, además, muchos móviles ya permiten la opción de activar ajustes manuales... así que si tu móvil es uno de ellos ¡estás de suerte!–
VELOCIDAD DE OBTURACIÓN - PÁRPADO
Siguiendo con la analogía del ojo, la velocidad de obturación sería el párpado. El obturador de la cámara lo forman unas cortinillas que, subiendo o bajando, controlan el tiempo que el sensor está expuesto a la luz. Cuanto más tiempo tenemos abierto el ojo, más luz e información entra... y, en este caso, cerrarlo equivaldría a disparar la foto.
La velocidad de obturación se mide en fracciones de segundo. Las velocidades rápidas congelan el movimiento y las velocidades lentas crean sensación de movimiento. Esto es más fácil de entender si imaginamos, por ejemplo, el fluir de un riachuelo: si fotografiamos el agua en movimiento a una velocidad de 1/2500 fracciones de segundo, en la imagen veremos el agua congelada en un instante. Si, por el contrario, mantenemos el obturador abierto durante un segundo, en la imagen quedará reflejado el movimiento del agua de forma sedosa.
A la hora de utilizar velocidades lentas (1/125 o menos) conviene utilizar trípode, ya que si disparamos a pulso la foto saldrá movida (aunque parezca mentira, sin un punto de apoyo es tremendamente difícil mantener la cámara totalmente inmóvil durante medio segundo).
Las velocidades lentas son perfectas para capturar el movimiento del agua en una cascada o hacer lighpainting (reflejar, por ejemplo, el trajín de una autopista a través de las líneas de las luces de los coches). En cambio, si queremos cazar en el aire a una persona saltando utilizaremos una velocidad de obturación rápida (foto tomada en milésimas de segundo).
VALOR ISO - CEREBRO
El valor ISO es la sensibilidad del sensor de la cámara a la luz. En nuestro ejemplo cámara-ojo, el ISO sería el cerebro o, más concretamente, la interpretación que hace nuestro cerebro de lo que entra a través del ojo. Así, de noche la sensibilidad de nuestro cerebro a la luz es pequeña, mientras que de día es grande.
Cuanto más alto sea el valor ISO, mayor sensibilidad a la luz. Un consejo que tomé del libro de Henry Carroll "Lea este libro si desea tomar buenas fotografías" es fijar el ISO partiendo de que en un día nublado debe ser 400. Sabiendo esto, todo lo que tienes que hacer es preguntarte ¿hay más o menos luz que en un día nublado? y, en función de la respuesta, ajustar el ISO que creas conveniente. Eso sí, te recomiendo no abusar de valores ISO altos, porque generan ruido o granulado en la imagen. Es preferible ajustar la apertura o la obturación de forma que entre más luz que establecer porque sí un valor ISO elevado para contrarrestar la falta de luz.
YA SE QUÉ ES CADA COSA... ¿Y AHORA QUÉ?
Una vez tengas claro para qué sirve la apertura, la obturación y el ISO, ¡es hora de jugar!
Como hemos visto, cada uno de los parámetros tiene una función única... pero los tres tienen algo en común: inciden directamente en la cantidad de luz que recibe el sensor. Si utilizas uno de los modos semimanuales no tienes que preocuparte demasiado por la luz, ya que la cámara ajustará sola los dos parámetros que tengas puestos automáticos y compensará con ellos la falta o exceso de luz. Cuando utilizas el modo manual eres tú quien tiene que cuidar que la exposición sea la adecuada; es decir, tienes que equilibrar los ajustes manuales (abertura, obturación e ISO) para que no haya exceso de luz –foto sobreexpuesta– ni falta de luz –foto subexpuesta–.
Al activar el modo manual de la réflex verás en la pantalla diversos comandos que te permiten ajustar los parámetros. Junto a estos comandos hay una herramienta muy útil: el exposímetro. Lo ideal es que una vez hayas ajustado la apertura, la obturación y el valor ISO, el exposímetro marque cero. Un número superior a cero indica que la imagen está sobreexpuesta (demasiada luz) y un número negativo significa que la imagen está subexpuesta (falta de luz).
Para lograr equilibrar la cantidad de luz que llega al sensor tenemos que jugar con la apertura, la obturación y el ISO (especialmente con la apertura y la obturación... a mí me gusta dejar el ISO un poco al margen porque es la variable menos importante de las tres). Así, si utilizamos una apertura grande –entra mucha luz–, tendremos que compensar eligiendo una velocidad de obturación lenta –disparo rápido, sensor menos tiempo expuesto a la luz– para que la imagen tenga una exposición equilibrada. Al final, todo es cuestión de probar, practicar y armar el "puzzle de tres piezas" de forma que encajen.
CONSEJOS FINALES
Tómate tu tiempo para entender la cámara. No esperes saberlo todo a la primera. Experimenta disparando en manual a un mismo objeto cambiando cada vez los ajustes manuales, aunque luego borres todas las fotos. Lo bueno de las cámaras digitales es que no hay límite de carrete
Si puedes, activa en el menú de ajustes de la cámara la "guía de funciones". Así te aparecerá una breve descripción sobre el funcionamiento de cada parámetro cuando vayas a jugar con él. Estas explicaciones cortitas te servirán de recordatorio y de guía.
Procura disparar en formato RAW. Las cámaras réflex permiten disparar en JPG o en RAW. El JPG es un formato de imagen comprimido, mientras que el RAW es un formato más pesado porque guarda muchísima más información. A la hora de editar conviene hacerlo sobre la fotografía en RAW, ya que tolera mejor una edición agresiva y, en consecuencia, la imagen final que exportemos tendrá una calidad superior.
La desventaja de disparar en RAW es que nos atamos a tener que editar la foto y, además, no podemos editarla en cualquier programa porque no todos toleran este formato. Las imágenes RAW sólo pueden visualizarse en determinados programas (como Photoshop o Lightroom), y una procesadas en dichos programas debemos exportarlas al formato JPG para que sean universalmente legibles. A mí me compensa disparar en RAW porque edito todas mis fotografías, pero tienes que ser tú quien valore si quieres invertir o no tiempo en la postproducción de tus fotos.
Por último, no olvides nunca que las fotos las haces tú, ¡no tu cámara! Da igual que tengas un móvil, una réflex básica, un objetivo de mil y pico euros o una cámara profesional, al final lo más importante es quién maneja el equipo. Un buen fotógrafo hará buenas fotografías con cualquier cámara... y es que la cámara es simplemente una herramienta que, en buenas manos, puede crear maravillas. La cámara nunca mira por ti, quien mira eres tú a través de tu cámara.