Si yo tuviera que dar una respuesta directa, diría que hasta donde llega mi memoria, nunca he dejado de llevar una mochila con todo lo imprescindible a mis espaldas.
Dicho esto, también tengo que comentarte que a veces el Camino te ofrece tomar otras alternativas que difieren con el concepto “mochila y tira millas”.
Caminar con o sin mochila pueden ser dos experiencias muy distintas.
El peso de una mochila sobre tus hombros se traslada hacia cada una de tus articulaciones y tendones.
Si este peso excede por encima de tu capacidad física para soportarlo durante kilómetros de andaduras, el resultado podría finiquitar antes de tiempo tu Camino.
Pruébate para comenzar
Estamos en el caso de un iniciado.
Nunca antes has pisado el Camino de Santiago y es el momento de probarte.
No estás seguro de tus fuerzas.
Nunca antes has afrontado un reto ni tan siquiera parecido.
Así que mejor coge una mochila ligera cargada con lo imprescindible para una sola jornada.
Un poco de agua, poncho, ropa de abrigo y un pequeño refrigerio para recuperar fuerzas si llegasen a faltar.
El resto, envíalo hasta el final de etapa por diferentes recursos que ya en el Camino existen, uno de ellos lo ofrece Correos.
Ya se sabe, las pruebas mejor hacerlas con ¡gaseosa!
Tiempo habrá de coger forma y confianza para afrontar un largo Camino que ahora no abandonarás antes de tiempo.
Un día malo lo tiene cualquiera
Recuerdo una etapa del Camino del Norte en la que el sol pegaba más de la cuenta, y unas viejas botas me dieron más guerra de lo que yo hubiese querido.
Al llegar a mi destino, la lista de dolencias causadas por el calor y la mala pisada resultó insalvable para mi castigado cuerpo.
¿Abandono o me doy un respiro?
La solución, si la cosa aún tiene remedio, es desprenderte de lo necesario e importante, empaquetarlo hacia la próxima parada, y comenzar de nuevo mucho más liviano, esta vez sólo con lo imprescindible.
De esta manera tendrás un tiempo de oro para recuperar tus energías, músculos y tendones, optimizar tu mochila y recomenzar de nuevo tu Camino sin estragos espúreos.
Tu físico tiene un límite
Todos tenemos un límite que no es necesario rebasar pero sí conocer con exactitud.
Ni siquiera en el Camino, o nos acercaremos demasiado al momento de abandonar.
La historia de Erika es un ejemplo de superación pero también de sentido común.
Con 82 años, aún se resistía a abandonar un Camino de Santiago que tantas satisfacciones le había dado durante muchos años.
Apenas 5 ó 6 kilómetros en este tramo de su vida, era la distancia que estimaba podría soportar su castigado cuerpo.
Razón de demás para enviar por correo todo aquello que pudiera subvertir su ánimo y sus fuerzas.
Un peso imprescindible de más
¿Cuántas veces he escuchado aquello de no puedo ir al Camino porque necesito portar encima ésto o aquéllo?
Es así, no todos tenemos la suerte de no necesitar nada que llevar encima todos los días.
Por cuestiones médicas, físicas o sencillamente personales, no podemos dejar en casa ciertas cosas que sí o sí deberán ir dentro de mi mochila.
Y pongo un ejemplo.
Un buen amigo para dormir plácidamente las noches, necesitaba de uno de esos aparatos de la apnea del sueño.
Dos inquietudes le perseguían antes de comenzar su Camino:
Una social a la hora de dormir en literas con más personas y poner en marcha su aparatito.
Y otra más física, el extra de peso en su mochila durante tan largo viaje.
Al final del Camino, la primera se solucionó por la propia naturaleza del viaje, y la segunda tan fácil como organizar su traslado de etapa en etapa.
Si vas en bicicleta
Este apartado se me ocurrió gracias a mi reciente experiencia en el Camino Francés.
En la primera etapa, comenzando en Saint Jean Pied de Port, caminas a través de los Pirineos hasta Roncesvalles.
Es un tramo duro de verdad, sobre todo en la primera parte de subidas sin descansos.
Pues en ese recorrido es dónde vimos a nuestro animoso peregrino Gustavo en bicicleta, retorciéndose de lado a lado por una sinuosa carretera de montaña.
Por si no fuera poco aquella agonía, llevaba una mochila sobre sus espaldas que bailaba con la fuerza centrífuga de su cuerpo.
Aquella imagen poco menos que desgarradora, acabó en apenas unos minutos con todos los planes de viaje del bueno de Gustavo.
Yo no aconsejaría llevar un mochila voluminosa encima mientras pedaleo por el Camino. Puede acabar mal.
Sin embargo, la gran mayoría de peregrinos que optan por la bicicleta para realizar su Camino, en general van bien dotados con alforjas y micro mochilas sobre la espalda.
Además un bicicleta, como cualquier otro objeto, si llega el momento de poner pie a tierra, se puede empaquetar y enviar a casa o hasta la siguiente etapa.
La ley de la mochila
Toda mochila colocada sobre un peregrino experimenta un empuje innecesario hacia el suelo del Camino, igual al peso de los “porsis” almacenados.
Partiendo de esta ley universal enunciada por un peregrino anónimo pero experimentado, deberías dar paso a tu sentido común y ser lo más práctico posible.
Clasifica tus equipaje en:
Lo imprescindible
Importante
Lo urgente
Necesario
Los porsis
Los caprichos
Mete sólo en la mochila el número uno, y si no pesa más de 5 kilos, también el número dos.
Aquí te dejamos nuestra recomendación sobre lo que llevar en tu mochila para hacer el Camino de Santiago.
Deja el resto para otro tipo de viajes, pero si aún crees que sigue siendo susceptible de acarrear, monta otro bulto para que otros hagan de sherpa por ti.
¡Buen Camino peregrinos!